martes, 16 de junio de 2020

EEUU tiene un arma económica para hundir China… pero usarla le saldrá caro

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En lo que se refiere a las finanzas, China es con diferencia quien tiene más que perder. El dólar sigue siendo el corazón con el que late el sistema financiero internacional


El enfrentamiento entre China y EEUU saldrá caro a Washington en varios aspectos, pero en lo que se refiere a las finanzas, China es con diferencia quien tiene más que perder. El dólar sigue siendo el corazón con el que late el sistema financiero internacional y el control de la máquina de imprimir dólares es un arma formidable para castigar a los adversarios.

Sin embargo, un uso excesivo por parte de Washington conlleva riesgos a largo plazo, que podrían verse exacerbados si a ellos se unen errores políticos domésticos. 
Que EEUU haya limitado a sus empresas la tenencia de acciones chinas ha generado muchos titulares, pero el movimiento trata más de frustrar las ambiciones globales de Beijing que de dañar seriamente los mercados de capitales de China. El porcentaje de las acciones serie A domésticas chinas en manos de inversores extranjeros sigue siendo de solo el 3,5%.

La verdadera bazuca para los EEUU sería aplicar sanciones contra los bancos chinos. El año pasado, tres entidades bancarias chinas, cuyo nombre no trascendió, fueron declaradas en desacato de la Justicia estadounidense tras una investigación sobre las sanciones contra Corea del Norte. Esto abría la posibilidad de un castigo por parte de los EEUU. Además, hay un proyecto de ley tramitándose en el Senado que amenaza con castigos a los bancos que sean considerados cómplices de socavar las libertades de Hong Kong.


Limitar a los bancos chinos su capacidad para operar en dólares sería cuanto menos desestabilizador. De los 2,2 billones de dólares en activos que los bancos de China tienen en el extranjero, el 63% está denominado en dólares. En los próximos dos años, alrededor de 321.000 millones de dólares en deuda denominada en dólares emitida en China y Hong Kong vencerá, y es posible que sus emisores necesiten refinanciarla. Las entidades financieras de EEUU, por su parte, todavía tienen poca exposición significativa al yuan.

Sin embargo, restringir el acceso de los bancos chinos a los dólares no saldría gratis para los Estados Unidos. Eliminar de repente la capacidad de las empresas de ese país de financiarse en dólares podría sumir el mundo en una recesión aún más profunda.


En el deflacionario mundo poscovid, donde abunda el ahorro, no hay razón para temer una escasez de compradores de esa deuda


Y aunque la posición del dólar como divisa de referencia mundial parece segura a corto plazo, todavía hay amenazas a largo plazo que, si no se abordan, podrían verse exacerbadas por la rivalidad entre EEUU y China.

La deuda pública estadounidense es atractiva porque es segura, líquida y, en comparación con otras economías desarrolladas, ha proporcionado durante décadas un rendimiento decente. En el deflacionario mundo poscovid, donde abunda el ahorro, no hay razón para temer una escasez de compradores de esa deuda, incluso si los déficits públicos siguen aumentando con rapidez. Es improbable que Beijing venda su gran cartera de bonos gubernamentales estadounidense, a menos que se vea obligado a hacerlo: si lo hiciera, el dólar se depreciaría y afectaría a sus exportaciones en el peor momento posible. Y la Reserva Federal de nuevo está aumentando más su balance.

Pero a largo plazo, la situación podría cambiar. Un sistema económico global más fragmentado y menos eficiente será probablemente inflacionario. Y a diferencia de la deuda en euros, los bonos del Gobierno chino sí ofrecen un rendimiento decente: los inversores extranjeros han comprado títulos por un valor en dólares cercano a los 200.000 millones desde 2015. En contraste, la compra de bonos del Tesoro estadounidense por parte de extranjeros se ha ralentizado. Las tenencias de deuda gubernamental americana en manos foráneas han aumentado en solo 652.000 millones de dólares, o un 10%, desde 2014, a pesar de que la deuda total del Tesoro público se ha incrementado cerca de un 30% desde entonces. Entre los cinco años anteriores, de 2010 a 2014, las carteras de bonos del Tesoro estadounidense por parte de inversores extranjeros aumentaron en 2,5 billones de dólares.



Fachada principal del edificio de la Reserva Federal, en Washington. (EFE)
Fachada principal del edificio de la Reserva Federal, en Washington. (EFE)
El frágil sistema financiero chino aún podría desmoronarse, y el país se enfrenta a innumerables amenazas para su crecimiento, desde el envejecimiento de la población hasta un inflado sector inmobiliario. Beijing también tendrá que demostrar que está dispuesto a permitir que aquellos que han comprado sus bonos los puedan vender en caso de necesidad, visto su historial de endurecer los controles de capital cuando surgen problemas.

Pero si China sigue creciendo más rápido que los EEUU y logra generarse la imagen de socio fiable, cada vez más inversores podrían empezar a preguntarse por qué comprar deuda estadounidense, que ofrece una rentabilidad menor. Y especialmente aquellos que tienen su sede en países en desarrollo en los que China ya es su mayor socio comercial y que podrían ver con buenos ojos aumentar la actividad comercial denominada en yuanes. China ya realiza alrededor del 15% de su comercio exterior en yuanes. Y convertir el dólar en un arma económica, algo por lo que EEUU se ha inclinado cada vez más en los últimos años, corre el riesgo de dañar su atractivo como un activo refugio.

En un mundo dividido, esto hace que las reformas estructurales para mantener el crecimiento de EEUU sean aún más importantes, especialmente una mayor inversión en ciencia y educación, la reforma de la inmigración y el estrechamiento de vínculos comerciales con las naciones amigas.


Un desacoplamiento financiero entre las dos economías más grandes del mundo sin duda castigaría a la segunda más que a la primera, y tal vez con dureza. Pero a largo plazo, el mejor ataque estadounidense probablemente sea una buena defensa: hacer las reformas necesarias para solucionar las debilidades que en un futuro podrían socavar el poderío económico y militar de los Estados Unidos.


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