Un hombre con una bolsa de tela para hacer la compra adquiere legumbres en un mercado de Bombay.
LOLA GARCÍA-AJOFRÍN
India ha dejado atrás su poderoso e impactante plan anti plástico con la excusa de la pandemia. Greenpeace califica de “oportunistas” a las industrias que están aprovechando la crisis sanitaria para provocar un retroceso en las medidas medioambientales
“Este escrito es para certificar que la mano de obra empleada por el señor Amanullah es de 13 días hasta ahora, en este año,” reza la factura de una empresa de Bengala Occidental, firmada el 8 de octubre de 2015, con la que el vendedor de un puesto callejero de Bombay ha hecho un cucurucho donde servir su revuelto de frutos secos con salsa picante. Cerca, una anciana guarda un racimo de plátanos en su bolso de mano dorado. A su lado, un grupo de trabajadores con ropa de oficina degustan rodajas de sandía y papaya, servidas en folios escritos. Otros comen de pie, junto a un puesto, bandeja metálica en mano. En un café, las samosas (empanadillas fritas) se entregan en trozos de papel de periódico. En otro tenderete, el arroz con curry, en verdes hojas de banana. El zumo de caña del carrito, en vaso de cristal y el café en vaso de lata.
Un envase de leche de rosas con pajita que flota en un charco rompe el espejismo. India no es un oasis sin plástico pese a las distintas prohibiciones establecidas desde 2018, pero son muchos los vendedores ambulantes y comerciantes que usan ingeniosos sustitutos a los materiales no biodegradables de usar y tirar. “Ahora que la covid-19 se ha apoderado del país, el proceso de fabricación de bolsas alternativas también se ha detenido”, lamenta Omjasvin M. D, periodista de The New Indian Express.
Hubo un plan muy ambicioso a nivel nacional que prometía la eliminación total del plástico en todo el país para 2022. Así lo anunció el Primer Ministro indio, Narendra Modi, en 2018, pero se echó para atrás en octubre de 2019, justificándose en el impacto industrial que tendría esa norma. Sin embargo, otras medidas locales sí prosperaron.
En 2018, Bombay se convirtió en la primera gran ciudad de India que prohibió el plástico de un solo uso. El imcumplimiento acarrearía consecuencias: desde multas de 25.000 rupias (unos 60 euros) para los nuevos infractores hasta tres meses de cárcel para los reincidentes. Una tarea laboriosa. Esta es la ciudad más poblada de India, con cerca de 18 millones y medio de habitantes, según el último censo, de 2011. Se trata de la misma población que naciones como Chile o Países Bajos.
Un poco más tarde, el 1 de enero de 2019, también entró en vigor en el estado de Tamil Nadu, al sur de India, la prohibición de usar 14 tipos de plástico de un solo uso, entre ellos las bolsas, los manteles individuales, los vasos y tazas desechables, las pajitas y las banderas. Además, las escuelas de Tamil Nadu debían empezar a concienciar sobre el uso de alternativas a este material, indicaba la normativa.
Un año después de la prohibición del plástico de un solo uso en Tamil Nadu y Bombay, a finales de febrero, estas zonas de India han alcanzado logros, pero aún hay tareas pendientes.
De Tamil Nadu a Bombay: tras las huella del plástico
El aroma a jazmín se confunde con el del ajo en un pasillo de un mercado atiborrado de gente en Madurai, Tamil Nadu. A finales de febrero, semanas antes del confinamiento nacional, que en India se declaró el 25 marzo, los puestos ya tienen que protegerse del sol con un toldo. Un hombre de torso descubierto con una carreta a cuestas sortea a la multitud. Una vaca muge a su lado. Una clienta negocia con los vendedores de un colorido tenderete de especias. Como en otros mercados del sur de India y Bombay, la pauta se repite: la mayoría de clientes lleva su propia bolsa de tela, donde introducen cebollas, patatas o tomates. Hay poco plástico entre los comerciantes, pero lo hay.
Una clara excepción son los vendedores de flores, que en India están por todas partes, ya que estas se usan a diario para adornar el cabello de las mujeres y como ofrenda en los templos. Solo en 2018, el mercado florícola en la India ascendió a unos 2,78 millones de toneladas métricas. “Aunque el plástico de un solo uso esté prohibido, hay pequeños comerciantes que todavía lo usan debido a la falta de alternativas”, continúa Omjasvin. El periodista explica que Greater Chennai Corporation “ha estado tomando medidas para fabricar bolsas de papel y bolsas de tela, pero debe hacerse en una fase más amplia”. La actual crisis sanitaria ha detenido temporalmente su fabricación.
Desde enero de 2019, solo en Chennai se han cobrado multas por más de 12 millones de rupias (unos 145.000 euros) a empresas que usan plástico de un solo uso, según la Greater Chennai Corporation (GCC), una institución municipal. La corporación también ha inspeccionado 440.000 empresas hasta el 6 de marzo de 2020 e incautado 14 variedades en 360.000 kilos de este material. Solo en diciembre de 2019, sancionaron a 14 empresas con multas de 15.800 rupias (algo más de 190 euros) a cada una.
Desde enero de 2019, solo en Chennai se han cobrado multas por más 145.000 euros a empresas que usan plástico de un solo uso
Envoltorios de hojas de loto, plátano y papel de periódico
“La ciudad de Chennai siempre tuvo a gente concienciada con el medio ambiente”, asegura Prem Antony, de 38 años y fundador de Ecoindian, la primera tienda de alimentación sin desperdicios del sur de India. El empresario explica que la apertura de su comercio “coincidió casualmente con la prohibición del Gobierno de Tamil Nadu del plástico de un solo uso”. En la puerta del establecimiento hay un carro de la compra lleno de envases de cristal que los clientes donan. Y en su interior, legumbres y cereales que se sirven a granel. “El 90% de nuestros comestibles se venden sin envase. La mitad de los productos alimenticios de valor agregado los ofrecemos en botellas y botes reutilizables; y la otra mitad, sin envasar”. Antony explica que reciben entre 25 y 30 clientes a diario; y entre 30 y 40 durante los fines de semana.
El fundador de la primera tienda libre de desperdicios del sur de India es más escéptico con la prohibición gubernamental. Cree que se ha puesto en marcha “como un movimiento populista”. Para que funcione, opina, las partes interesadas como la industria del embalaje, los productores alternativos de envases ecológicos, los activistas, los ecologistas y las asociaciones de vendedores minoristas deben reunirse para consultarse, capacitarse y asesorarse. “Antes de la invasión de las bolsas de plástico, todos los vendedores ambulantes tenían opciones de envoltorios muy sostenibles, como las hojas de papel, de plátano, de periódico... Pero ahora son los propios vendedores de bolsas de plástico los que se presentan ante las floristerías”, explica.
Greenpeace critica “el oportunismo” de la industria del plástico con la covid-19
La crisis sanitaria es un nuevo obstáculo en el ya empedrado camino para deshacerse del plástico. “Las bolsas de un solo uso prohibidas han regresado en medio del confinamiento”, publicaba The Times of India el 18 de abril.
Junto a los pequeños comerciantes y consumidores, que recurren a envases de usar y tirar por miedo a que el virus permanezca en objetos reutilizables, se suman las presiones de la industria del plástico; las dificultades para la gestión de residuos durante el confinamiento y los retos para el reciclaje con restricciones en el transporte y en un momento en el que, con la caída del precio del petróleo, es más barato el plástico virgen que el reciclado.
La tendencia es global. La preocupación por la higiene derivada de la actual crisis sanitaria podría incrementar la demanda de envases de plástico y revertir algunos de los primeros avances realizados en estos años para la erradicación del este material de un solo uso en el mundo, anticipa un reciente informe de Bloomberg.
A su vez, “la industria del plástico explotó rápidamente la pandemia”, afirma por correo electrónico Judith Enck, presidenta de Beyond Plastics en el Bennington College, que explica que estas empresas se ocuparon de “retrasar las prohibiciones de las bolsas de plástico, de difundir información errónea instando a la población a no usar productos reutilizables” y que, incluso “escribieron al Gobierno federal de Estados Unidos pidiéndole rechazar las leyes locales para la reducción de la contaminación por plástico”. “Fue irresponsable”, agrega Enck.
Dicha carta fue enviada al Departamento de Salud y Servicios Humanos estadounidense por la Asociación de la Industria del Plástico (PLÁSTICOS), con sede en Washington, contraria durante mucho tiempo a las prohibiciones del plástico en Estados Unidos e instaba a “hacer una declaración pública sobre los beneficios de salud y seguridad vistos en plásticos de un solo uso”. Greenpeace ha calificado la misiva de “oportunista” en un comunicado en el que critica que la industria del plástico esté utilizando la covid-19 “para explotar los temores de las personas”.
La pandemia como excusa
En Europa, el 8 de abril, la Industria de Transformadores de Plásticos Europeos (EUPC) presentó una solicitud para retrasar “al menos un año” la implementación de la directiva de plástico de un solo uso de la UE, debido a la pandemia: “No podemos permitirnos el lujo, en ningún sentido, de olvidar las precauciones básicas que los productos de plástico pueden proporcionar”, justifica la carta. La directiva europea de 2019 estableció la prohibición de platos de plástico de un solo uso, como cubiertos, pajitas, palos de globos y bastoncillos de algodón para el 2021, así como nuevas responsabilidades para los fabricantes de ciertos productos.
La alianza de ONG europeas Rethink Plastic ha criticado, en una reciente nota, el intento de retrasar la legislación europea y dice que “no tiene fundamento científico”. Por un lado, explica que recientes estudios han demostrado que el virus puede permanecer en el plástico hasta 72 horas, “más tiempo que en otros materiales”; y por otro, no se ha comprobado que los envases de un solo uso sean más seguros que los envases reutilizables. “No podemos retroceder, debemos aprender, reconstruir y avanzar”, añade.
A esto se suma el aumento masivo del uso de guantes, mascarillas y otros equipos de protección, “que la mayoría son de plástico y de un solo uso”, recuerda la presidenta de Beyond Plastics. “Aún no tenemos datos sobre el volumen del aumento, pero simplemente por observación sabemos que es enorme”, agrega.
La metamorfosis de las petroleras: de gasolina a embalajes
Mientras, los ecologistas reciben con un sentimiento agridulce la reducción de gases de efecto invernadero por la disminución del uso del transporte durante la pandemia, a la vez que temen que la caída de los precios del petróleo repercuta en más plástico barato que inunde los mercados.
En la actualidad, el 50% del petróleo crudo que se produce en el mundo se refina como combustibles para el transporte, según datos de Greenpeace (2017) y un 10% se utiliza como materia prima para la producción de plástico. La organización ecologista teme que, a medida que la demanda de petróleo para combustibles disminuya, las compañías de petróleo y gas que poseen estas refinerías,se preparen para dar el salto del mercado de la gasolina al de los embalajes.
En julio de 2018, 127 de 192 países (66%) habían adoptado algún tipo de legislación para regular las bolsas de plástico, según una investigación del programa de medio ambiente de Naciones Unidas. Es el caso de España, donde, desde 2018, los comercios deben cobrar por las bolsas de plástico. La mayoría de ellas se usan solo una vez (90%) y se tiran a la basura. “La pandemia se está utilizando como excusa en algunas comunidades para retrasar importantes leyes para la reducción del plástico y debilitar el reciclaje, confío en que sea solo a corto plazo”, concluye Enck.
Bombay (India)
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