- Las rebajas fiscales de Truss ampliarán aún más el déficit por cuenta corriente
- Caería la confianza de los inversores y aumentarían las expectativas de inflación
- La libra se tendría que depreciar para que este déficit volviese a su media
Nada más abrir la puerta del número 10 de Downing Street, la conservadora británica Liz Truss, a la que no pocos consideran la nueva Margaret Thatcher, se ha topado con la economía más doliente del G-10. Sabedora de ello, la sucesora de Boris Johnson llevaba bajo el brazo un gigantesco plan de apoyo a la economía que se sustenta en un pilar básico: masivas bajadas de impuestos. Aunque la nueva primera ministra del país ganó las primarias de su partido bajo esta promesa, los analistas ya empiezan a advertir de sus riesgos. El informe más sonado ha sido uno de Deutsche Bank que contempla un deterioro del déficit exterior británico de tal calibre, que para compensarlo la libra tendría que caer un 30% desde los niveles actuales, los más bajos desde 1985.
El analista de divisas de Deutsche Bank en Londres, Shreyas Gopal, ha puesto el dedo en la llaga después de que Truss se haya alzado con el liderazgo 'tory' prometiendo un verdadero tijeretazo en los impuestos: durante su campaña interna deslizó un recorte de cinco puntos en el IVA general, que actualmente cuenta con un tipo del 20%.
Estas medidas pretenden estimular la demanda y devolver algo del poder adquisitivo que están perdiendo los hogares británicos, pero también generan el riesgo de ampliar aún más el déficit por cuenta corriente de una economía que está acorralada por la inflación y que no cuenta con el paraguas de la Unión Europea.
Reino Unido es una economía que importa mucho más de lo que exporta, por lo que necesita de la financiación exterior para adquirir todos esos bienes y servicios del exterior. La financiación exterior, como se ha demostrado en tantas ocasiones, depende de la confianza que tengan los inversores en la economía deudora.
Si esta confianza se evapora, ya sea por una recesión o un fenómeno inflacionario persistente, el Reino Unido podría sufrir una crisis de balanza de pagos (corte súbito de la entrada de capitales) que desencadenaría en una drástica recesión de la actividad económica y una mayor depreciación de la libra.
"Con el déficit por cuenta corriente ya en niveles récord, la libra necesita de grandes entradas de capital respaldadas por la mejora de la confianza de los inversores y la caída de las expectativas de inflación. Sin embargo, está sucediendo todo lo contrario. El Reino Unido sufre la inflación más alta del G-10 y una perspectiva de crecimiento debilitada. Una gran expansión fiscal sin fondos ni objetivos, acompañada de posibles cambios en el mandato del Banco de Inglaterra (BoE), podría conducir a un aumento aún mayor de las expectativas de inflación y, en el extremo, la aparición de una dominancia fiscal (cuando el banco central opera supeditado a las necesidades del Gobierno). La adopción de medidas de emergencia en torno al Protocolo de Irlanda del Norte podría aumentar la incertidumbre sobre la política comercial (más problemas con la UE)", advierte el analista del banco alemán en su informe.
La inflación y la recesión pueden ahuyentar a los inversores y generar un auténtico terremoto en la economía británica. La dependencia de la financiación exterior es una vulnerabilidad típica de los países con grandes déficits por cuenta corriente, puesto que cualquier shock puede detener esa entrada de financiación y paralizar la economía del país. España sufrió un fenómeno de esta naturaleza en la crisis de 2008, que forzó a la economía a implementar arduas reformas para corregir ese déficit externo.
"Con el contexto macro mundial tan incierto, la confianza de los inversores no puede darse por sentada. La prima de riesgo de los gilts del Reino Unido ya está aumentando, coincidiendo con salidas de capital extranjeras inusualmente grandes. Si la confianza de los inversores se erosiona aún más, esta dinámica podría convertirse en una crisis de balanza de pagos autocumplida en la que los extranjeros se negarían a financiar el déficit externo del Reino Unido", sentencia el informe de Deutsche Bank.
"Con la cuenta corriente en riesgo de registrar un déficit de casi el 10%, una parada repentina ya no es un riesgo insignificante. El Reino Unido corre cada vez más el riesgo de no atraer suficiente capital extranjero para financiar el equilibrio externo. Si es así, la libra esterlina tendría que depreciarse materialmente para cerrar la brecha en las cuentas externas. En otras palabras, una crisis monetaria típica de los mercados emergentes", reconoce Gopal. "Nuestro modelo sugiere que la libra esterlina tendría que caer casi un 20% para que la cuenta corriente volviera a su promedio de 10 años (un -4% de déficit). En el caso de una parada brusca y dura que requiera que la cuenta corriente del Reino Unido vuelva al equilibrio, es decir, 0%, se requerirá un debilitamiento de la libra del 30%", advierte el economista de Deutsche Bank.
Esta comparativa con los mercados emergentes la hacen más economistas. Recientemente, Christopher Dembik, jefe de investigación macro en Saxo Bank, comparaba a Reino Unido con los países emergentes hablando de "un contrato social roto". El experto se hacía eco de que la renta real disponible de los hogares después de los impuestos caerá un 3,7% durante este año y el próximo, el retroceso más lesivo desde 1963, siendo los ingresos más bajos son los más afectados. "Si esta situación se diera en Francia, habría una revolución callejera", metaforiza Dembik recordando el movimiento de los chalecos amarillos en 2018. Aunque descarta un cambio política radical al tratarse de Reino Unido, experto vaticina más angustia social, desigualdad y pobreza antes de sentenciar: "La sexta economía del mundo se parecerá aún más a un país de los mercados emergentes, por desgracia".
Mal horizonte para la libra
Poniendo el foco en la caída de la libra, las perspectivas son demoledoras. Si la divisa británica recibió a Truss como sucesora de Johnson en los 1,14 dólares, mínimos de 1985, los porcentajes de retroceso dibujados por Gopal amenazan directamente la paridad con el 'billete verde', un verdadero hito en el 'cable', que es como se conoce en la jerga financiera el cruce entre ambas monedas. Una inflación por encima del 10% y que casas de análisis como Goldman Sachs sitúan sobre el 20% en unas meses junto a unas fatídicas perspectivas de crecimiento -el BoE habla de cinco trimestres de recesión- en medio de una crisis energética y una inestabilidad política casi perenne tras el Brexit han dejado a la divisa en el disparadero.
"Si los mercados reaccionan mal a la nueva administración, no se puede descartar un tipo de cambio de la libra esterlina inferior a un dólar. Después de que la libra esterlina abandonara el MTC (Mecanismo de Tipo de Cambio) en 1992, cayó un 17% sobre una base ponderada con otras divisas. Después de eso, la economía se recuperó y el cambio político acabó con un gobierno de centro-izquierda en 1997. Desde 2015, el índice ponderado libra ha bajado un 18%; yo no apostaría contra un traspaso de poder político en 2024", destacaba Gilles Moëc, economista jefe de AXA IM, tras conocer la designación de Truss.
AXA IM: "Si los mercados reaccionan mal a la nueva administración, no se puede descartar un tipo de cambio de la libra esterlina inferior a un dólar"
Por el momento, el consenso de analistas de Bloomberg no arroja demasiada sangre y sitúa a la libra en los 1,16 dólares a finales de año y en los 1,18 a comienzos de 2023. Sin embargo, algunos de los analistas consultados, como los de Capital Economics o AFEX, la ven en el rango de 1,05-1,07 dólares en el cuarto trimestre.
Prueba de la debilidad de la libra, más allá de la fortaleza del dólar, es que al maltrecho euro, que este año ha perdido la paridad con el dólar tras dos décadas, no le 'pinta' tan mal como a la divisa británica. La libra esterlina, que ha vivido en agosto su peor mes frente al euro en más de un año, corre el riesgo de seguir cayendo, en parte porque Europa está en mejor posición para hacer frente a la subida de los precios de la energía. Esa es la opinión de Derek Halpenny, jefe de investigación de mercados globales europeos de MUFG Bank.
Philip Shaw, economista jefe de Investec en Londres, ha explicado que la rápida caída de la libra esterlina es "muy preocupante" porque subrayaba la preocupación de que si Truss es nombrada primera ministra, las políticas de su gobierno se apartarían de la línea del BoE. "Creemos que la libra caerá a unos 1,05 dólares a mediados del año que viene. Eso la dejaría por debajo de los niveles alcanzados antes del Acuerdo de Plaza de 1985 (1,09 dólares)", pone de ejemplo Paul Dales, de Capital Economics.