miércoles, 29 de junio de 2011

Marías Magdalenas en el siglo XXI


Foto from elpais.com

Llegó con un niqab prestado en una bolsa para hacerse la foto sin que se le viera el rostro y aún así, se echó atrás un par de veces después de haber hecho la entrevista. Temía que alguien pudiera reconocerla. Tras largos años ejerciendo la prostitución, dos hijos fruto de violaciones y un pasado para olvidar en una sociedad compleja y rígida en lo que a moralidad se refiere, Randa, 38 años, palestina y musulmana, tuvo miedo. Terror a que sus vecinos, su jefe, su comunidad la señalen con el dedo. Su historia servía a Periodismo Humano hace unos días para ilustrar y poner rostro a los fríos (por duros, terribles, desconocidos…) datos publicados a principios de este mes por ONU Mujeres sobre el VIH y la prostitución en los Territorios Palestinos. Una encuesta en la que se recogen por primera vez los testimonios de 243 personas entre prostitutas, clientes y trabajadores de campo y que "ofrece una visión formativa de la prostitución en los Territorios Ocupados" que en opinión de la ONU servirá para "hacer frente a los retos que plantea el VIH" en la región. Una historia cuya autora, Carmen Rengel, intuía bíblica:
"Dicen los evangelios que Jesús sanó a María, la pecadora, de siete demonios que la atormentaban. Fue allá por Magdala, una villa al pie del lago Tiberíades, hace más de 2.000 años. A una hora larga del pueblo de la Magdalena (que ahora dicen los mapas que se llama Migdal y es suelo de Israel), reside hoy Randa (…). En ella aún viven sus siete demonios: pobreza, analfabetismo, violencia doméstica, abusos sexuales, trata de personas, repudio familiar, enfermedades venéreas… Por poner siete".
Podrían haber sido más, aunque estos pueden ser un buen referente, como el pico de un iceberg mucho más profundo. En el mundo, según datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) una de cada cinco mujeres sufrirá una violación o un intento de violación en algún momento de su vida. Además, dependiendo del país en el que se encuentren, entre una y tres de cada cuatro, son maltratadas físicamente en sus hogares sistemáticamente. En 53 estados del mundo es legal la violación dentro del matrimonio. Y todos los años dos millones de niñas de entre 5 y 15 años son introducidas en la prostitución o la pornografía. Casi 130 millones han padecido ablación del clítoris.
n Palestina también ocurren todas estas cosas, aunque casi siempre la política, el drama social que viven sus habitantes o el conflicto entre facciones o Gobiernos atraen el foco informativo. Acuerdos de paz, negociaciones sobre y bajo cuerda… cosas importantes. Ahora, por primera vez las menudencias del día a día de muchas mujeres salen a la luz. Mientras elaboraba el primer informe sobre prostitución y sida en los Territorios Palestinos y Jerusalén Este, con 250 testimonios de prostitutas, proxenetas, clientes y personal sanitario, ONU Mujeres (la Entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres), ha sacado a la luz el drama de las nuevas Magdalenas de Palestina. Pero también una realidad enmudecida que dibuja un panorama sombrío en el que la dominación y la pobreza se unen a la enfermedad para pauperizar la situación de las mujeres en los Territorios Ocupados. Sueldos ínfimos (apenas 180 euros al mes), alta tasa de paro y otros problemas subyacentes: matrimonios tempranos (con menos de 14 años), abusos en la familia, drogas…A Carmen Rengel le impresionó sobre todo una frase que le dijeron en la ONG palestina SAWA (All the women together today and tomorrow): “La necesidad es el mejor afrodisíaco y Palestina, con niveles de pobreza superiores al 20% en el mejor de los casos, no es una excepción”.
No hay trabajo para ellas. En 2010 apenas el 15,5% de las palestinas en edad de trabajar tenían empleo, frente al 67% de los hombres, según datos de la Oficina Central palestina de Estadísticas. Así que la pobreza y la situación extrema en la que viven los palestinos son, según el informe de ONU Mujeres, las que, a falta de unos ingresos regulares, hacen que las familias se sientan seducidas por la idea de vender a sus propias hijas, a pesar de conocer el negro futuro que les espera. Es lo que le ocurrió a Randa, que tuvo que salir de su casa con 15 años, directa al burdel después de que su padre la vendiera. Además, en muchos casos es en el propio núcleo familiar donde comienzan los abusos. En el caso de Randa, Carmen cuenta que fue su tío quien “intentó abusar de ella varias veces”.
Estas son algunas de las cifras que aporta el informe de ONU Mujeres:
- un 64,3 %de las mujeres que ejercen como prostitutas fueron forzadas a ello.
- el 96,3 %de las mujeres entrevistadas habían sido víctimas de violencia de género antes de incorporarse a la prostitución y el 76% sufrió violencia sexual previa.
- el 43%de las prostitutas casadas contrajeron matrimonio cuando tenían menos de 14 años y para el 58,3%,su primera vez no fue consentida.
-un 18%de las meretrices creían que eran vulnerables al VIH.
- el 81,2%de los clientes no se consideran a sí mismos como vulnerables al VIH.
- un 81,5% de las mujeres no se han hecho las pruebas del VIH.
Cifras. A veces es difícil acotar y dos y dos suman siete o más. Carmen me contaba por videoconferencia que le impresionó la del “millar” de prostitutas que tímidamente se atrevían a dar las organizaciones no gubernamentales, aunque en realidad “intuyen que el número está muy por encima de esas mil”. Es difícil contabilizar un tabú. Las cuestiones de honor no se airean en público. Si un familiar viola a una menor (el informe cita algunos testimonios), se echa tierra sobre el asunto para salvaguardar el buen nombre de la casa. Tampoco ayuda que los clientes consideren que las mujeres se encuentran en los prostíbulos por voluntad propia. Que lo vean como la forma normal de conseguir sexo si no se está casado o como una experiencia previa o posterior al matrimonio. La desinformación y la nula formación sexual convierten a clientes y prostitutas en una comunidad de alto riesgo para contraer el VIH. Sin embargo, las cifras otra vezdudosamente reflejan la realidad: "El Ministerio de Salud de la Autoridad Nacional Palestina tiene registrados desde 1986 unos 19 casos de VIH asintomático (portadores) y 47 de sida desarrollado, la mayoría de hombres jóvenes contagiados por relaciones heterosexuales. La OMS sostiene que esta estadística es muy cuestionable". El preservativo no pasa por las cabezas de los que acuden a los burdeles.
Pobreza, maltrato, abuso, prostitución, ignorancia, sida. Un círculo vicioso difícil de romper. Menos con la ausencia de legislación que constata el informe y que Carmen Rengel subraya como una de las principales trabas para acabar con el problema: “Hay algunos restos de normativas de Egipto y Jordania, las potencias que controlaban algunos territorios antes de la guerra de 1967, y en Jerusalén Este se aplican las leyes de Israel, pero las dudas ante qué texto es válido hacen que, al final, todo quede en papel mojado. Varias leyes están ya revisándose (malos tratos, crímenes de honor, divorcio…) pero la rémora sigue: por ejemplo, en los casos de violación, se distingue entre víctimas vírgenes y no vírgenes, y si el delito es sobre las segundas, la pena es mínima (dos meses a dos años de cárcel); no hay condena ni multa si el violador accede a casarse con su víctima y tampoco existen referencias legales a las violaciones dentro del matrimonio, como indica la legislación jordana de 1960”. Aún queda mucho por hacer.

Por: Nuria Tesón from blogs.elpais.com  28/06/2011

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