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La política de inyección masiva de liquidez de la Fed, que ha llevado en volandas a las Bolsas, acaba en dos semanas. La Fed celebrará el martes y el miércoles una reunión en la que deberá analizar el siguiente paso a dar.
Ha llegado la hora para que la Reserva Federal de Estados Unidos tome decisiones que repercutirán en todo el mundo. La Fed celebrará el martes y el miércoles una reunión en la que deberá analizar el siguiente paso a dar, una vez concluido el programa de 600.000 millones de dólares con el que ha intentado insuflar vida a la economía. Este plan, el mayor esfuerzo realizado nunca en la historia económica, es conocido como Quantitative Easing 2 (relajación cuantitativa 2) y es el segundo intento de sacar a EE UU del pozo. La QE1 (2009) terminó revelándose insuficiente. Así, la Fed se vio obligada a doblar la apuesta a finales de 2010 -la puesta en marcha coincidió con la debacle de Obama en las elecciones de media legislatura del 2 de noviembre- en una estrategia con final definido en el 30 de junio de 2011. El resultado ha sido un éxito completo, impulsando a las Bolsas de todo el mundo. La cuestión ahora es si la economía mundial podrá seguir navegando sin respiración asistida.
El S&P 500 y el Dax de Fráncfort son los mejores exponentes del acierto de la QE2, con revalorizaciones acumuladas del 20% desde que Bernanke empezó a preparar al mercado para el ambicioso plan, en agosto del año pasado. El Euro Stoxx también atesora un apreciación del 15% hasta que la última andanada de la crisis soberana ha recortado esa ganancia hasta dejarla en el 4%. El Ibex, por contra, encadenado a los problemas domésticos de España, no ha sacado partido de la chequera de la Fed. Los expertos vaticinan una marea de inestabilidad cuando el programa termine en solo dos semanas, si bien hay estrategias para superar el trance.
"Aunque la economía es ahora más fuerte de lo que habría sido sin la QE2, el programa no es, y nunca pretendió serlo, una solución mágica", advierten los estrategas Rick Rieder y Bob Doll, de la gestora británica BlackRock. Estos dos expertos creen que el final de la QE2 dará paso a un periodo de incertidumbre, volatilidad y cierta ausencia de liquidez. Es decir, un escenario nada amable para la inversión. Pero consideran que será temporal. Para afrontarlo, hay caminos diferentes a seguir en la renta fija y en la renta variable. El consejo de BlackRock es rotar las carteras de bonos hacia grado de inversión en la deuda corporativa y también hacia títulos respaldados por empresas públicas. "Un incremento táctico de calidad". En la Bolsa, el movimiento debería ser similar: "Compañías defensivas de alta calidad y empresas cíclicas que tengan una fuerte generación de flujo de caja", con una inclinación hacia activos americanos frente al resto de mercados desarrollados.
Los efectos indeseados de la QE2
El planteamiento de la Fed ha servido para impulsar la confianza de empresas e inversores, lo que ha facilitado el acceso de compañías endeudadas a los mercados de capitales, ha incrementado la riqueza personal y corporativa y ha dado alas al consumo. Pero toda moneda tiene su reverso. La firma de inversión Brandywine, filial de Legg Mason, detalla los efectos secundarios del estímulo masivo: "La subida de las materias primas la inyección de liquidez ha favorecido la inversión en activos de riesgo ha repercutido negativamente en la economía, elevando lo suficiente la inflación como para deprimir el crecimiento real de los salarios. Sin embargo, las ventas minoristas han crecido, lo que significa que el ahorro se ha reducido (...). Un encarecimiento adicional de las materias primas sería muy perjudicial para el consumo y podría bastar para neutralizar toda la ganancia de riqueza lograda gracias al incremento generalizado de los precios de los activos".
La Fed tiene que lidiar con otro asunto de calado: aligerar su balance, que se ha expandido de forma colosal. Es de 2,84 billones de dólares, un aumento del 200% sobre los niveles anteriores a la quiebra de Lehman Brothers, de los que 1,54 billones son bonos del Tesoro (equivale al 110% del PIB español) y 917.856 millones, deuda respaldada por hipotecas. En septiembre de 2008 tenía 479.000 millones en Treasuries y cero títulos hipotecarios.
La entidad calcula que cada 200.000 millones de estímulo equivalen a un recorte de tipos de 0,25 puntos. Todo el esfuerzo realizado desde 2008 suma 2,2 billones. Es decir, en la práctica los tipos están en tasas negativas (-2,5%). La Fed está deseando salir de esa situación de emergencia. Pero no es un proceso fácil.
A falta de dos semanas para que finalice el programa de Compra a Gran Escala de Activos, conocido popularmente como QE2, nadie cuenta en su escenario principal con una tercera ronda expansiva. Pero, al mismo tiempo, tampoco se descarta. "La casuística indica que una caída del mercado de acciones del 10% o más podría actuar de detonador para una nueva QE", subraya el analista de Nomura Aichi Amemiya.
La Fed se reúne el martes 21 y el miércoles 22 y entonces tendrá que valorar la situación. Agotado el margen de acción de los tipos de interés están entre el 0% y el 0,25%, la herramienta que le quedaría a la Fed sería seguir inyectando liquidez.
Aunque no es ese el deseo de la autoridad monetaria. El objetivo primordial para poner en marcha la QE2 fue despejar los temores deflacionistas que en otoño atenazaban a la economía. "La QE2 no solo ha servido para revertir la desinflación, sino que también ha favorecido un dólar más débil que ayuda a la exportación y ha impulsado la Bolsa", destacan desde Nomura. Los principios que guían la actuación del banco central son el paro, la inflación y los mercados bursátiles. La Fed moverá pieza si alguno de ellos muestra síntomas preocupantes.
La situación de las finanzas públicas no era tan angustiosa desde 1996. El 16 de mayo, el Gobierno de EE UU alcanzó el límite anual de endeudamiento, 14.294 millones de dólares. Si no hay acuerdo en el Congreso antes del 2 de agosto para elevar el tope, la Administración incurrirá en una suspensión de pagos, de consecuencias imprevisibles. En la última ocasión que se vivió una situación de bloqueo semejante, con Bill Clinton, un acuerdo in extremis salvó al Ejecutivo del colapso. Se espera que esta vez pase lo mismo. "Los políticos de Washington necesitan llegar al borde del precipicio para moverse", explica Kevin Logan, economista jefe para EE UU de HSBC.
A esto se añade el vertiginoso incremento de la deuda pública. La previsión oficial es que alcance el 73,9% del PIB en 2012 (con un déficit del 7%), lo que supondrá haber duplicado la deuda en solo cinco años. Standard & Poor's calcula en su peor escenario que la deuda llegará al 90% del PIB en 2013, con un déficit superior al 9%. "El problema de la deuda es más que serio, ha alcanzado un nivel insostenible", confirma Claudio Ortea, de Lombard Odier. Según esta firma, la deuda total (pública y privada) ha pasado en una década del 270% al 380% del PIB.
El parón de la actividad manufacturera se extiende a todos los sectores. El mercado prevé que el índice ISM pase de 61,1 puntos en el primer trimestre a 55 en los próximos meses. Adicionalmente, la tasa de paro está en el 9,1%, nivel propio de la crisis de comienzos de los ochenta.
"Los problemas económicos de EE UU son serios porque son cada vez de carácter más estructural y están creando un círculo vicioso difícil de romper", afirma Scott Mather, estratega global de Pimco, la mayor gestora del mundo de renta fija. "El crecimiento va a continuar siendo débil, mientras la deuda sigue creciendo", vaticina Mather. El experto de Pimco resume en tres puntos sus preocupaciones: "El paro permanece elevado; las dinámicas fiscales se deterioran y el incremento de los desequilibrios eleva el peligro de un ajuste destructivo en algún momento".
La firma Dexia AM pronostica un crecimiento del PIB del 2,5% tanto en 2011 como en 2012. "Insuficiente para llevar el desempleo por debajo del 7%", expone el economista jefe de la gestora, Anton Brender. La agencia Moody's sí cree que el crecimiento del PIB puede superar el 3% los dos años, pero, como contrapartida, ve la deuda por encima del 100%.
La pujanza de Wall Street ha hecho de efecto arrastre para todas las Bolsas mundiales durante los últimos meses y ahora generando el resultado inverso. En el último mes, los principales mercados registran unas pérdidas superiores al 5% -con la excepción del Dax, cuyo ajuste apenas supera el 3%- arrastrados por la pérdida de fuerza de Wall Street.
De prepararse para atacar los máximos históricos, el S&P 500 ha pasado a perder más del 7% en mes y medio. "Los fundamentales macro actúan en contra de la Bolsa", reconoce Joaquín González Llamazares, responsable de renta fija de DWS Investments, que enumera los elementos adversos: "El final de la QE2, la tasa de paro en niveles relativamente elevados, el desapalancamiento de los particulares, el sector inmobiliario parado y la ausencia de un plan fiscal".
La ventaja para Wall Street es que cotiza a ratios de valoración muy bajos en términos históricos, con un PER (las veces que el beneficio está incluido en el precio de la acción) de 14,4. Además, la previsión de Thomson Reuters es que los beneficios corporativos crezcan a tasas de dos dígitos, con fuertes niveles de expansión en todos los sectores, salvo en financieras, telecos y utilities.
La evolución del dólar está mostrando una volatilidad que tiene mucho que ver con los acontecimientos en Europa. La irrupción de la segunda parte de la crisis de deuda en la periferia de la eurozona ha provocado que el euro se haya depreciado rápidamente, pasando de 1,47 a 1,41 dólares en cuestión de días. La tendencia general del dólar es a la baja. La caída acumulada en el último año contra los seis principales socios comerciales es del 5%, si bien llegó a ser del 8% a finales de abril. Los renovados problemas de la UE han conducido al repunte reciente del dólar.
La moneda también está marcada por la evolución de los tipos. Históricamente, la Fed nunca ha subido el precio del dinero hasta que la recuperación del empleo no está consolidada y eso es algo que no tiene visos de ir a suceder pronto.
"Antes de subir los tipos, la Fed tendría que modificar sus comunicados que hablan de tipos excepcionalmente bajos y Ben Bernanke ha precisado que ello debe ocurrir con al menos dos reuniones de antelación, es decir, tres meses", explica Bernard Lambert, economista de Pictet WM. "La etapa de aumento de tipos puede empezar, como muy pronto, en el segundo trimestre de 2012", concluye Lambert.
Esta misma semana dio comienzo la larguísima campaña republicana para las presidenciales de 2012, en las que el demócrata Barack Obama tendrá el desafío de reeditar su victoria electoral de 2008. Obama ya sufrió el año pasado una "paliza", en sus propias palabras, en los comicios en los que se renovaba la Cámara de Representantes y el Senado parcialmente. Los demócratas retienen su mayoría en el Senado (51 contra 47 republicanos y dos independientes), pero los conservadores dominan ahora la Cámara baja (242 republicanos frente a 193 demócratas). El resultado es una parálisis política como la que ha puesto en riesgo de impago al Gobierno, al no aceptar los republicanos elevar el techo de deuda.
"El Congreso está muy dividido, las posiciones republicanas van en dirección contraria a las demócratas y eso es un factor añadido de inestabilidad", reconoce Anton Brender. La pelea se centra en cómo reducir el déficit: los republicanos plantean un recorte masivo de gastos y bajada de impuestos; los demócratas ven necesario incrementar la carga fiscal. "Un resultado 70-30 (recortes-subida de impuestos) sería bien recibido por los mercados", apunta Paul Brains, gestor de BNY Mellon.
Por Fernando Martínez – from cincodias.com 18/06/2011
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