miércoles, 22 de junio de 2011

¿Y si la solución no fuese bajar salarios?


Foto from blogmc3.wordpress.com

Tienen razón los “indignados” en una cosa, y es que no se está contando con la población civil para tomar medidas que nos incumben a todos. Es más, en el caso de España ni siquiera existe un debate público sobre qué hemos hecho mal, qué hay que cambiar y cómo, no sé si porque importa más lo que digan algunas personas del extranjero que nosotros o porque siguen existiendo muchos interesados en que las cosas sigan como están. Afortunadamente en otros lugares el debate está muy vivo, de hecho hoy quería presentarles una interesante opinión sobre esta cuestión de Simon Tilford, economista jefe del Centre for European Reform, un think tank inglés.
A menudo se habla de la competitividad como el “santo grial” que todo lo soluciona, una palabra que, aunque no sepamos definir muy bien, todos queremos y rezamos porque permanezca a nuestro lado. Reconozco tener ese defecto y creer que España necesita mucho de eso y seguramente muchos lectores también lo vean así. El Sr. Tilford no está en contra de la competitividad ni mucho menos, pero en su opinión no podemos dejarnos embelesar por sus encantos, de ser así tomaremos medidas erróneas que no solucionarán los problemas reales.
Si bien definirla o representarla numéricamente es complicado, aunque haya muy buenos ejemplos de lo contrario, seguramente todos coincidamos en que un país competitivo tiene una saludable balanza comercial positiva. No obstante esta foto final no es garantía de prosperidad ni de crecimiento económico, y por ello si los políticos se centran en eso obviando otras importantes cuestiones caerán en errores que a la larga serán muy perjudiciales. Ese es el problema que se plantea hoy.
¿Qué se suele hacer para ser “competitivos”? Beneficiar a las empresas exportadoras ¿Cómo? Bajando de diversas formas artificialmente los sueldos y salarios de los trabajadores, lo que llevaría a tener una balanza comercial positiva, a mayores márgenes empresariales, mayor inversión y mayor riqueza y prosperidad. Una descripción de un país feliz, lástima que el Sr. Tilford tenga buenos argumentos para pensar que no es así en realidad.
De hecho en los últimos años se ha producido un incremento de en la proporción de ingresos empresariales a la par que disminuía lo correspondiente a salarios, pero ahora nos encontramos con que los consumidores no consumen y quien tiene que invertir no invierte. Y es que si una empresa aumenta sus márgenes a costa de los trabajadores sigue colocando sus productos y gana siempre que la calidad sea la misma, pero si eso mismo se aplica de forma global, ¿quién consume? Y si no se consume, ¿qué harán las empresas con esos márgenes empresariales? Parece que en lugar de invertir optarán por guardar las plusvalías o irse a otro lugar más próspero. El círculo virtuoso de la bajada de sueldos se rompe.
Así, de una loable acción como es mejorar en competitividad, pasaríamos a otro escenario menos atractivo como es la redistribución de los ingresos del trabajo al capital dando finalmente lugar a una mayor desigualdad. Desigualdad que debilita a la clase media, algo en lo que cada vez más personas se fijan como uno de los mayores problemas actuales.
¿Cuál es la solución entonces? Pues básicamente tomar medidas estructurales que mejoren la productividad, incluyendo el sector servicios que muchas veces se olvida y representa 2/3 de la economía de la Eurozona, y con ello se incrementen las rentas de los trabajadores. Esa, y no la bajada de sueldos, es la clave de un país feliz en lo económico, una productividad que permita tener una clase media pujante.
¿Cómo? Pues se mencionan dos recetas. La primera: educación. En algunos lugares, por ejemplo en el norte, existe una buena educación. En otros, Alemania, Francia o Reino Unido, hay partes buenas y malas. En los países del sur el desastre es mayúsculo, y es ahí por donde hay que empezar. Sin esta variable todo lo que se haga no servirá de nada pero parece que quienes recomiendan la actual política económica no están muy interesados en que esto cambie.
La segunda cuestión se refiere a la competencia, el Sr. Tilford ve inadecuada la excesiva protección de ciertos trabajadores. Estas políticas aún cuando se justifican por la “justicia social” terminan en su opinión en que ciertos grupos consiguen extraer beneficios desproporcionados de su trabajo a costa de los demás. Cuanto más fuerte es esta tendencia más perjudicada se ve la productividad.
¿Qué opinan, aceptan la versión del economista jefe del CER? Quizá la cuestión no está tanto en la productividad, en la competitividad o en el valor añadido. La definición es lo de menos. Lo importante es que o mejoramos la calidad de este país, en educación, en lo público, en justicia, en trabajadores, en empresarios… o ahí fuera hay muchas personas encantadas en que escojamos libremente el camino de la pobreza. Desgraciadamente, como la situación de la deuda externa y el mercado laboral es tan acuciante, tenemos muy poquito margen de maniobra por lo que a corto - medio plazo son inevitables ciertas medidas que nos harán perder poder adquisitivo. Unido ello a una clase política que si tiene ideas no se ven, la esperanza en un próspero porvenir mengua. Definitivamente más que nunca hacen falta ciudadanos que pidan un futuro, el corto plazo lo hemos perdido, ¿y más allá?

Por Las Perlas de Kike, Kike Vázquez  from cotizalia.com 21/06/2011

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