El coste de vida, la competencia entre estados y el teletrabajo están entre las principales causas
Según datos del Servicio Postal de EE.UU., entre marzo y noviembre del 2020 90.000 vecinos de San Francisco notificaron su adiós a la ciudad, la mayoría con destino a Florida, Nevada y Colorado. La urbe, de apenas 900.000 habitantes, ha perdido al 10% de su población. Y el suyo es sólo un ejemplo más. Porque el que se creía el paraíso para las grandes empresas tecnológicas, Silicon Valley, ve acumularse un goodbye California tras otro de compañías y trabajadores.
El último caso es el de Elon Musk (Tesla, SpaceX). Antes lo expresaron gigantes como Oracle y Hewlett Packard Enterprise aunque el garaje de la bahía de San Francisco en el que nació HP en 1939 destaque como el punto de partida del posterior boom de las tecnológicas en la zona. Es, de hecho, Lugar Histórico nacional. A todos ellos les siguen miles de empleados. El elevado coste de vida, la competencia de otros estados y el teletrabajo son los grandes señalados como culpables.
HP Entreprise, empresa líder en el ámbito del software y la parte de la antigua HP que da servicio a las empresas, pone destino a Spring, en el área de Houston, en Texas. Lo confirmó el último mes del 2020. Espera abrir su nuevo campus tejano en el 2022.
Musk, fundador de Tesla y SpaceX y de otras compañías punteras, la primera fortuna mundial, ya ha trasladado su fundación a ese estado. Y señala otros giros. Las nuevas fábricas de Tesla se construyen lejos de la Costa Oeste: en Reno, Nevada, se ubica su inmensa Gigafactory 1 para producir baterías de iones de litio; en Austin, Texas, construye la Gigafactory 5 para fabricar vehículos. Su otro gigante, SpaceX, que colabora con la NASA, apunta también a Texas: el espacio para el lanzamiento de sus cohetes lo ha adquirido en Boca Chica en la frontera con México, y acumula hangares de gestión e investigación en el estado.
Oracle, de las mayores compañías tecnológicas en Silicon Valley, un gigante de los centros de bases de datos fundado en 1977 con 135.000 empleados, y sede histórica en California, pone a su vez el rumbo a Austin según anunció el pasado mes de diciembre.
En todas las quinielas sale siempre Texas. Tanto que se empieza a ver al estado como un renovado polo tecnológico en el sur. Y a Austin, como Silicon Hills. Esta, como la bahía de San Francisco, la Costa Este de EE.UU. o Londres, por citar otros ejemplos antes, se está beneficiando de lo que los economistas tildan el plus de la aglomeración; de que para trabajadores y para empresas, para las ideas y los bienes, tiende a ser más productivo y barato moverse en las distancias cortas que las largas. Pasó en Silicon Valley. Y pasa en Texas.
En la ecuación del éxodo de Silicon Valley, con todo, también entran, aunque bajo otros parámetros, gigantes como Apple, Google, Facebook o Twitter al sufrir en carne propia el tener grandes y caras sedes en la bahía, algunas recién estrenadas y que ahora apenas se llenan. Sus empleados están volcados en el teletrabajo. Y sus parkings, vacíos, son la consecuencia.
Hay más autónomos digitales que trabajan en la ciudad que en áreas rurales de EE.UU., pero los rurales trabajan en tareas más exigentes y con salarios más altos
La perspectiva, además, es la de hacer de esta forma de empleo a distancia más definitiva que no temporal. Facebook, por ejemplo, expresa que la mitad de sus trabajadores acabarán por teletrabajar de forma definitiva. Tiene unos 45.000. Y la compañía espera dar el cambio en entre cinco y diez años. Twitter ofrece a todo el trabajador que lo solicite adoptar el teletrabajo “para siempre”.
Otto Kässi, economista especializado en trabajo digital del Instituto de Investigación Económica finlandés Etla y asociado al Internet Institute de Oxford, añade aquí, a su vez, que aunque las economías de aglomeración y aunque hay más autónomos digitales que trabajan en centros urbanos que en áreas rurales de los EE.UU., “en investigaciones recientes hallamos que los rurales, en realidad, trabajan en tareas más exigentes y tienen salarios más altos. Puede que más trabajadores se reubiquen fuera del entorno urbano porque se ven obligados a trabajar de forma remota debido a la Covid-19. Pero habrá que esperar unos años para saberlo con certeza”, señala en conversación con La Vanguardia.
Incluso el precio del alquiler de las viviendas en San Francisco cae en más de un 20% en enero del 2021 respecto a enero del 2020, según el portal estadounidense Zumper, especializado en el sector. Sea del tipo que sea. Y aunque siga siendo de media el más caro del país. También bajan en Berkeley, Oakland, San José, Cupertino, en Mountain View, Palo Alto, y otras zonas de la bahía.
Y es que hay más ejemplos del vaciado de Silicon Valley. La empresa de capital de riesgo 8VC, central en varios de los proyectos más innovadores en la bahía, deja la Costa Oeste por… Texas y el teletrabajo. Y como decía recientemente el profesor de Economía en Stanford y exvicesecretario del Tesoro de EE.UU., John B. Taylor, en un artículo de opinión, las señales del “éxodo antes de que se convirtiera en estampida” se ven en las charlas de la Hoover Institution de su universidad, que antes eran sobre todo en el valle y “ahora a menudo tengo que viajar a Dallas u otras ciudades, porque muchos se fueron allí”.
Texas, es más, no es un recién llegado. En Austin se fundó Dell en 1984 y allí conserva las oficinas centrales. Houston es una referencia en el cluster médico, y en la ciudad se fundó en 1982 el fabricante Compaq. También acoge la NASA. En Dallas, por su parte, están las oficinas centrales de AT&T, la mayor multinacional de telecomunicaciones del globo si se mide por su capitalización bursátil. Incluso la oferta educativa, con menos nombre que Stanford o Berkeley, es de calidad. Destacan la Universidad de Texas en Austin o Rice. Ambas ayudan como las californianas, a captar talento.
Los expertos coinciden, por un lado, en mencionar la alta fiscalidad del estado dorado como una de las razones del adiós mientras Texas, por ejemplo, no tiene un impuesto a la renta de las personas, tampoco de sociedades, y como alternativa utiliza un impuesto de franquicia que suele ser de apenas el 1% sobre los ingresos brutos. Combinados sea los estatales que los federales, siguen siendo siempre menores.
Lo mismo pasa en cuanto al coste de vida, incluyendo aquí muy en particular los costes de la vivienda de compra. De por sí ya es más alto en California respecto a Texas, pero (mucho) más en las zonas de Palo Alto, Cupertino y las demás localidades de la bahía de San Francisco en las que se ubican las grandes tecnológicas. La zona metropolitana es, de hecho, la más cara de todo el país.
A su vez, y al tratarse de sus oficinas centrales que emplean a muchos otros tipos de trabajadores más allá de los programadores, incluso podría darse que –como agrega Kässi–, “las empresas se enfrenten a dificultades de contratación en el área de la bahía”.
Sea por la razón que sea, Duncan Logan, al frente hasta hace muy poco de Rocketspace, incubadora de San Francisco en la que han crecido y se han orientado en sus inicios hoy éxitos como Uber o Spotify, lanzaba en Twitter el 30 de diciembre este alarido: “¿Por qué los enormes ingresos en San Francisco ven una falta de escuelas, alta criminalidad, una gran falta de vivienda, malas infraestructuras y habitantes descontentos?”.
Frente a ello es que el campo de juego en el que se mueve Silicon Valley empieza a cambiar. Y es que una vez pasada la novedad, la bahía quizá dé pasos a convertirse en lo que los economistas llaman un mercado maduro. Y este lleva el gran peligro de ser sinónimo de caduco, poniendo en juego miles de empleos y miles de ingresos. ¿Otro indicador? El ayuntamiento de San Francisco ve números rojos tras años de superávit; recauda más de un 40% menos, por ejemplo, en el impuesto sobre las ventas.