Ilustración del impacto de un asteroide en la bahía de Nueva York.
(Deep Impact)
Un nuevo estudio ha calculado más de 1,3 millones de posibles trayectorias y choques de asteroides para ver si el infame asteroide puede realmente impactar contra la Tierra dentro de cinco años
Paul Wiegert ha pasado mucho tiempo calculando las trayectorias de todos los asteroides conocidos utilizando una detallada simulación por ordenador del Sistema Solar para calcular la posibilidad real de un impacto contra el planeta Tierra. Wiegert y su equipo calcularon más de 1,3 millones de jugadas potenciales de billar entre Apophis y cientos de objetos cercanos a la Tierra (NEO) porque suponían que hay una probabilidad real de que el infame asteroide se estrelle contra nuestro planeta.
Según Benjamin Hyatt, quien ayudó a Wiegert en el estudio recientemente publicado en el diario científico revisado por pares Planetary Science Journal, "dada la proximidad con la que Apophis pasará por la Tierra, existe el posible riesgo de que una desviación de su trayectoria actual pueda acercar a Apophis a impactarnos. Hipotéticamente, otro asteroide que chocase con Apophis podría causar tal desviación, lo que nos empujó a estudiar este escenario, por muy poco probable que sea".
Jugando al billar cósmico
Las simulaciones realizadas por Wiegert y su equipo revelaron la complejidad de la dinámica orbital de estos objetos y los diversos factores que pueden influir en la trayectoria de un asteroide como Apophis. Su trabajo tuvo en cuenta las influencias gravitacionales que existen dentro de nuestro sistema solar, entre los planetas y los asteroides conocidos.
El objetivo de la investigación dirigida por Wiegert, profesor de física y astronomía de la Western University en Londres, era comprender y mitigar los riesgos que plantea Apophis. Este objeto cercano a la Tierra de aproximadamente 335 metros de diámetro, ha sido protagonista de varios artículos y estudios debido a sus acercamientos cercanos a la Tierra, esperados en 2029 y 2036. Inicialmente, los astrónomos alertaron que existía un riesgo significativo de impacto de más del 2%, lo que dado su tamaño le valió el nivel 4 en la escala Torino que marca el peligro de estos objetos para la civilización a nivel local, regional y global. La escala va del 1 (sin peligro) al 10 (evento de extinción global). El cuatro significa “un encuentro cercano, que merece la atención de los astrónomos” con “un 1% o más de probabilidad de colisión capaz de devastar una región del planeta”.
Después de varios cálculos y observaciones adicionales, los astrónomos rebajaron el nivel de alerta, diciendo que se espera que pase a menos de 37.399 kilómetros de la Tierra el 13 de abril de 2029, quizás llegando a los 32.000 kilómetros, más cerca que un satélite geoestacionario.
Los hallazgos del estudio de Wiegert fueron más allá y pusieron en juego el resto de objetos en esas 1,3 millones de simulaciones, calculando las rutas de todos los asteroides conocidos y la posibilidad de que colisionen entre sí, desviando Apophis y poniéndolo rumbo al desastre. Según el autor del estudio, sin embargo Wiegert, “afortunadamente, no se prevén tales colisiones” en el futuro inmediato.
La importancia de las simulaciones
La investigación es importante porque es vital que la humanidad vigile continuamente los cielos y cualquier potencial jugada de billar que nos ponga en la mira de un objeto como Apophis u otro mayor. Cuanto antes tengamos noticia de ello, antes podremos evitarlo como demostró la misión DART de la NASA.
La nave DART chocó intencionalmente con el asteroide Dimorphos para alterar su curso con éxito en septiembre de 2022, validando la técnica de impacto cinético como un método viable para la desviación de asteroides.
El éxito de la misión DART llevó a la NASA y a la Casa Blanca a revisar su estrategia de defensa planetaria para la próxima década, haciendo hincapié en el desarrollo y la demostración de tecnologías de neutralización de NEO similares a DART. El congreso de EEUU también impulsó la mejora de los sistemas de detección, identificación, el seguimiento y la caracterización de los objetos cercanos a la Tierra (NEO), con el objetivo de compilar un catálogo más completo que incluya todos los objetos que representan una amenaza de impacto para la Tierra.
Otras naciones también están haciendo esfuerzos similares. La misión Hera de la Agencia Espacial Europea estudiará las consecuencias del impacto del DART con mayor detalle. Además, China ha anunciado sus planes para lanzar una misión similar en 2025 dirigida al asteroide potencialmente peligroso 2020 PN1. Su idea es combinar sondas de reconocimiento e impacto para intentar mover asteroides en tiempo real.
El propio Wiegert afirma que, aunque Apophis no vaya a estrellarse contra una ciudad como Nueva York, Madrid o Calasparra, es vital que sigamos atentos. "El asteroide Apophis nos ha fascinado como especie desde su descubrimiento en 2004: fue la primera amenaza creíble de un asteroide para nuestro planeta”, afirma. “Incluso ahora que sabemos que está en camino de extrañarnos por un margen seguro, los astrónomos siguen atentos. Es el asteroide que no podemos dejar de vigilar".
Wiegert está en lo cierto sobre Apophis, pero lo grave —a pesar de los renovados esfuerzos— es que todavía no tenemos una red efectiva que nos pueda avisar con tiempo de los riesgos de asteroides que ahora mismo son invisibles para nosotros. Como pasó con el metorito de Chelyabinsk, que causó millones de euros en daños y mandó a más de 1.000 personas al hospital, aunque era de juguete. Son estos objetos que no podemos localizar en estos momentos —y los que pueden venir desde la nube de Oort tapados por el brillo del Sol, los pueden causar devastación a varios niveles sin aviso alguno.