lunes, 11 de marzo de 2024

'Dos Sesiones' y un objetivo: China ya no quiere estar en el 'menú' económico de EEUU



El presidente chino, Xi Jinping, presta juramento durante una Sesión Plenaria de la Asamblea Popular Nacional (APN). 
(EFE/Mark R. Cristino)



En la cita anual de las 'Dos Sesiones', China ha destacado que quiere recuperar la senda del crecimiento económico de antaño y apostar por no depender de Occidente



Las reuniones políticas en China empiezan a tener algo de show político global por el que desfilan por la alfombra roja sus herméticos delegados e invitados VIP. Pekín, que busca amplificar sus mensajes, crea estos eventos con la pompa de los regímenes en los que la forma cuenta tanto como el fondo. Esta vez, en la anual cita de las Dos Sesiones, se han metido en el Gran Salón del Pueblo los representantes de la Asamblea Nacional Popular y los de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino para planificar los objetivos de este 2024. De lo decidido, el país quiere recuperar la senda del crecimiento económico de antaño y, sobre todo, apuesta por no depender de Occidente en una de sus pocas debilidades: la investigación y el desarrollo.

Ahí parecen encaminarse los esfuerzos de Pekín, que ha anunciado un incremento de gasto en esa partida del 10%, el más alto de todos los aprobados. En el proyecto de presupuesto del Ministerio de Finanzas figuran 51.100 millones de dólares para solventar, entre otras cosas, las restricciones que en este campo le imponen Estados Unidos y sus aliados.

El incremento es significativo —el año anterior fue de un 2%— y coloca a los chinos como el segundo país que más gasta en mejorar su tecnología por detrás de los estadounidenses. "El entorno externo ha tenido un impacto cada vez mayor en el desarrollo de China. Debemos dar rienda suelta al papel de liderazgo de la innovación, estimular la industrial mediante innovaciones en ciencia y tecnología y seguir adelante con una nueva industrialización", manifestó el primer ministro, Li Qiang, en referencia a los retos que plantean las turbulencias geopolíticas y económicas actuales.

¿Están afectando las sanciones comerciales de Estados Unidos al crecimiento chino y a su desarrollo tecnológico? "La percepción es que Estados Unidos no aceptará fácilmente que China se convierta en la mayor economía del mundo y tratará de contenerla. Las tensiones geopolíticas se suman a las dificultades que atraviesa la economía. Contribuye a esto la diversificación de las cadenas de suministro, el bloqueo al acceso a tecnología avanzada y la transferencia de conocimiento, que han provocado una política industrial agresiva por parte de EEUU y restringen la inversión extranjera directa", explica David Rees, economista senior de mercados de Schroeders, a El Confidencial.

Pekín apunta siempre a Washington, con el que mantiene una relación que se tensa y destensa por semanas. La mejora de las relaciones bilaterales, tras recuperar en los últimos meses el diálogo, sigue pendiente de temas como Ucrania, Taiwán y los vetos comerciales. El último punto es clave a medio plazo. No se trata solo de transferencia tecnológica básica —como se está viendo en Ucrania en el campo de batalla— sino de controlar el crecimiento económico que hay tras ella. "Si Estados Unidos dice una cosa y hace otra, ¿dónde está su credibilidad como potencia? Si se pone nervioso cada vez que escucha la palabra China, ¿dónde está su confianza?", declaró en rueda de prensa tras el plenario el ministro de Asuntos Exteriores, Wang Yi que, como es ya costumbre en el político, jugó la carta de ese Sur Global que China está liderando.

"No podemos permitir que unos pocos países grandes monopolicen los asuntos internacionales. (…) Es inadmisible que los que tienen el puño más grande tengan la última palabra, y es definitivamente inaceptable que ciertos países deban estar en la mesa mientras que otros solo puedan estar en el menú", dijo el poderoso diplomático en referencia a unas recientes declaraciones del secretario de estado americano, Antony Blinken, en la que aseguraba que "si no estás en la mesa del sistema internacional, estarás en el menú".

Siguiendo esa analogía de Blinken, la disputa es por ver quién será el dueño del restaurante y quién será el plato que se sirve en la mesa. Ser el primero cuesta mucho dinero. Pekín sigue tratando de mantener su producción, mejorar su consumo interno y contener la peligrosa burbuja inmobiliaria. La fe en su fortaleza económica, al menos la mostrada en el plenario públicamente, se mantiene.


Un crecimiento entre signos de interrogación

China ha anunciado que prevé que su economía crecerá un 5% este año. Aunque ya no lidere el crecimiento económico de la aldea global como hizo durante años, la cifra sigue siendo un ambicioso objetivo muy superior al de sus directos competidores. ¿Puede alcanzarlo? "Las grandes mejoras del crecimiento mundial sugieren que las exportaciones de productos manufacturados ofrecerán cierto impulso a la economía china en los próximos meses, mientras que una política más laxa debería dar cierto apoyo temporal a la frágil economía nacional antes de desvanecerse a finales de año. Esperamos un crecimiento del PIB del 4,8% en 2024 y del 4,5% en 2025", señala Rees.

Esa es la visión de otros analistas que apuntan a recortar algunas décimas lo anunciado por Pekín. "A diferencia del objetivo de crecimiento de 2023, que era fácil de alcanzar teniendo en cuenta el nivel que se partía al reabrir la economía tras la pandemia del covid, el crecimiento de 2024 probablemente no alcanzará el objetivo del 5%", augura por su parte Robert Gilhooly, economista de mercados emergentes de la firma abdrn.

"Como esperaba el mercado, China ha fijado un objetivo de crecimiento del PIB en torno al 5%. El plan de trabajo admite que alcanzar este objetivo no será fácil. Para alcanzarlo, se espera que la política fiscal general apoye ligeramente la economía, a través de la emisión especial de bonos del Gobierno central. Aunque la orientación del plan de trabajo de este año es similar a la del año pasado, hay algunas diferencias notables", dice Mali Chivakul, economista de mercados emergentes de J Safra Sarasin, en un informe de la firma tras lo anunciado en las Dos Sesiones.

¿Cuáles son esas diferencias? "En primer lugar, es más ambicioso en la reducción de la intensidad energética de la economía. En segundo lugar, el énfasis del desarrollo de la tecnología digital se desplaza hacia los datos y la inteligencia artificial. En tercer lugar, no hay ninguna nueva iniciativa política en materia de vivienda. En su lugar, se hace hincapié en desactivar el riesgo general del sector, en lugar de apoyar a los 'promotores de alta calidad'. Apuntar únicamente a desactivar el riesgo puede no ser suficiente para contener una mayor caída de la actividad inmobiliaria, que es el principal riesgo a la baja para el crecimiento del PIB", explica Chivakul.

En ese escenario económico, donde Pekín ha decidido poner el foco en el I+D, hay en todo caso evidentes fortalezas. China ya ha demostrado que sus planes a medio plazo de producción obtienen buenos resultados en determinados sectores en desarrollo. La energía solar y los coches eléctricos son dos ejemplos. "El país crea innovación y es uno de los grandes beneficiarios potenciales de la descarbonización: fabrica el 80% de los paneles solares de todo el mundo, vendió dos tercios de los vehículos eléctricos que se compraron en el planeta en 2022, controla el 75% de la capacidad mundial de producción de baterías y domina amplias áreas de la cadena de suministro de las renovables", concluye Rees.

Desde ese objetivo de crecimiento económico, Pekín mantiene su plan de afianzar la posición internacional de ese Sur Global emergente que lidera. Wang Yi mantuvo en sus declaraciones todas las líneas de la política exterior de los últimos años. China se sigue mostrando al mundo como un país neutral. "Frente a la compleja agitación en el entorno internacional, China persistirá en ser una fuerza para la paz, una fuerza para la estabilidad y para el progreso en el mundo", declaró Yi. Unas palabras que algunos analistas y gobiernos internacionales califican de pura retórica frente a sus acciones cada vez más agresivas con Filipinas en su conflicto marítimo, sus amenazas a Taiwán y su apoyo encubierto a Moscú.