- Irán y Emiratos Arabes Unidos han seguido bombeando a pleno pulmón
- Teherán necesita el crudo para desactivar la 'bomba' de déficit e inflación...
- ... y Emiratos ha logrado crecer gracias a los menores recortes
Los países de la OPEP se han encomendado a un camino de sacrificios. Para mantener el precio del barril alto ante una menor demanda de la materia prima y una producción al alza fuera del cártel, el grupo ha extendido nuevamente los recortes de producción pactados hasta junio. Especialmente Arabia Saudí está viendo como, en virtud de una menor extracción, sus ingresos petroleros están cayendo de forma muy sensible un 17,8%. Aunque no es el único, en países como Irak o Kuwait han visto caer este negocio un 16% y un 20% respecto al año pasado. En algunos casos esto ha supuesto un desafío clave para las economías del grupo y, aunque en Riad se hayan sobrepuesto, en los otros dos casos esto ha llevado a recesiones.
Mientras esta situación se da en una parte del grupo, ha habido dos 'gorrones' dentro del cártel que no solo es que han aumentado su producción, sino que han vivido en base a ir en contra de los intereses del cártel un auténtico 'boom económico'. Este es el caso de Irán y Emiratos Árabes Unidos, que se han encontrado bombeando a pleno pulmón mientras sus vecinos detienen sus plantas. En ambos casos, este impulso viene de programas que llevan años en marcha y que no han querido dejar de lado por la situación actual en el mercado del petróleo.
Cabe recordar que en octubre de 2022, los miembros de la OPEP+ acordaron recortar la producción en dos millones de barriles al día desde noviembre. Pero ante el nulo impacto de esta medida en el medio plazo, ya en abril de 2023 aprobaron otro ajuste voluntario de entre 1,1 y 1,6 millones de barriles al día.
Sin embargo, el petróleo siguió sin mostrar signos de fortaleza, por lo que en noviembre de 2023, la OPEP anunció otro recorte voluntario de 1 millón de barriles por día. La suma total de todos estos movimientos supone que el gran cártel del petróleo (la OPEP más Rusia y sus aliados) deberían estar produciendo unos 4,5 millones de barriles menos de crudo cada día. Sin embargo, los recortes reales no llegan ni a los 4 millones de barriles (respecto a abril de 2022). La OPEP habría recortado alrededor de 3,2 millones de barriles, mientras que la producción de Rusia ha caído en unos 500.000 barriles diarios, según datos de Bloomberg. ¿Quién está incumpliendo?
El trono perdido de Irán
En el caso de Irán la explosión de su industria petrolera ha sido un elemento clave para salvar una economía en horas bajas. A pesar de que la república islámica ofrece datos de forma menos regular que sus vecinos, el último informe ofrecido por la OPEP muestra que vivió el mayor incremento de producción de todo el cártel, sumando en 2023 más de 330.000 barriles extra. Además este crecimiento vino de la mano un auténtico 'boom' en los ingresos por el 'oro negro'.
La Agencia Internacional de Energía (AIE) muestra en su último informe que la producción 'persa' se situó a finales del año pasado en los 3,17 millones barriles diarios y asumió el 12% de todos los ingresos petroleros del grupo. Las últimas estimaciones del departamento de Energía del país muestran que la república islámica alcanzó los 34.000 millones de dólares solo en exportaciones en los nueve primeros meses de 2023 tras dispararse un 50%.
Esta situación ha permitido a Irán mantener un potente crecimiento económico. Los últimos datos del PIB de Irán, relativos a todo 2023, muestran un auge del sector petrolero del 21,8%. Según los datos del FMI, Irán habría logrado un crecimiento del 3,5% en el año fiscal. El auge petrolero ha salvado el crecimiento de la nación de Oriente Medio que, sin ese empuje de la materia prima se habría visto condenada a la recesión, atrapada por una inflación persistente del 40% y con el sector petrolero representando el 18% de toda su economía.
En el caso de Irán, su 'obsesión' de seguir inyectando petróleo a los mercados mundiales pasa por un plan desde hace años para recuperar su trono perdido y ese es el motivo por el que desde Teherán argumentan que no pueden levantar el pie del acelerador, ni siquiera cuando el mercado necesita recortes. Irán llegó a ser el segundo mayor productor de la OPEP, solo por detrás de Arabia Saudí. Actualmente, tanto Irak como Emiratos Árabes Unidos están encima, incluso Kuwait hace no tanto también le superaba. Por no hablar de otros países como Brasil, China, Canadá, Rusia o, por supuesto, EEUU.
El estatus de Teherán como un verdadero titán del crudo cambió radicalmente por la doble ofensiva a través de sanciones de EEUU por la puesta en marcha de su programa nuclear en 2006, aunque las sanciones más suaves ya venían desde la administración Clinton en 1995. La segunda ronda vino con Donald Trump, después de un incremento de las tensiones tras un 'deshielo' de Obama, que llegó a un acuerdo para aliviar estas medidas a cambio de que detuviese su programa atómico.
Desde la era de Obama, Irán tenía claro que tenía que recuperar su estatus cuanto antes y se lanzó a producir. Este impulso se detuvo rápidamente e incluso hubo amenaza de una guerra con Estados Unidos tras supuestos ataques iraníes a petroleros noruegos y japoneses y un ataque contra una base aérea de EEUU en Irak e incluso el fallecimiento de varios altos cargos del ejército persa tras el ataque de un dron estadounidense. Sin embargo, la tensión ha caído y el foco está puesto en otros países. Ante este nuevo contexto y un mundo más fragmentado, el régimen de los ayatolás ha visto una oportunidad.
El incremento de las exportaciones ha venido principalmente por China, que quiere refugiarse en este país para asegurar su suministro y que es capaz de evitar las sanciones actuales. Concretamente, las ventas hacia el gigante asiático se dispararon un 50% hasta un máximo de 1,29 millones de barriles diarios. Esto es lo que ha permitido que, incluso con Biden agudizando las sanciones por el conflicto en Oriente Medio, Israel-Hamás, en el que Irán tiene una posición clara contra la república hebrea, la nación haya tenido un auténtico 'boom petrolero' con pocos precedentes. Es esta 'alianza' con Pekín la que le ha permitido triplicar las exportaciones de barriles desde 2019 y volver a situarse en la conversación de los grandes jugadores del mercado energético mundial.
En cualquier caso, la república islámica está en una situación límite y necesita todos los barriles que pueda extraer para salvar su economía de la recesión. Desde el Fondo Monetario Internacional creen que su economía crecerá un 3,7% este año y a partir de entonces vivirá una desaceleración. Sin embargo, todo depende del petróleo y de hecho, al margen de la inflación desatada, hay serios problemas como un déficit disparado hasta el 5,4% incluso con el gobierno lanzando una potente ronda de nuevos impuestos por valor de 22.400 millones de dólares.
En este contexto, Irán está inmerso, al igual que Arabia Saudí, en un plan de gran gasto público para diversificar su economía más allá del petróleo y encontrar fuentes de ingresos alternativas. Este plan a 20 años se lanzó en 2014 y fue totalmente anulado por unas sanciones de EEUU que destrozaron su industria petrolera, la base sobre la que giraba este programa de gasto. Desde el Instituto ISPI señalan que Irán "ha necesitado imprimir para gastar más de lo que tiene en lograr sus objetivos estratégicos a nivel interno (ayudas económicas, y reactivar una economía no petrolera estancada…)" mientras "ejerce un gran gasto en objetivos estratégicos externos, en particular extender su influencia política en grupos internacionales". Una combinación muy peligrosa que provoca un "incumpliento presupuestario continuo" y que de momento está sostenido por el petróleo, por lo que Irán no quiere dar ni un paso atrás.
El mayor 'incumplidor' de la OPEP
El caso de Irán es grave, pero aún tiene perdón. Tras años de una débil producción por las sanciones internacionales, Teherán está aprovechando el apetito chino para disparar su producción de crudo con el 'permiso' de la OPEP (Irán está exento de cumplir con las cuotas de los recortes). Sin embargo, hay un caso de incumplimiento flagrante: Emiratos Árabes Unidos, gran aliado de Arabia Saudí, está produciendo mucho más petróleo del acordado y esterilizando así parte de los esfuerzos de la OPEP+ por mantener un mercado tenso (igualdad entre oferta y demanda de crudo).
Según el último informe mensual de Agencia Internacional de la Energía (AIE), Emiratos Árabes Unidos es el mayor incumplidor de todos los países que se encuentran dentro del acuerdo. Es el mayor, pero no el único. La producción de petróleo crudo de la OPEP+ (los 22 países miembros fue de 41,52 millones de barriles en enero: "La producción de los 18 productores sujetos a cuotas estuvo 550.000 barriles por encima del techo implícito de 34,3 millones de barriles de petróleo por día después de que los Emiratos Árabes Unidos, Irak y Kazajistán bombearan muy por encima de sus objetivos".
Profundizando en los datos, la mayor caída registrada en enero provino de Libia, exenta de las reducciones de suministro de la OPEP+. Es decir, el mayor recorte se produjo en un país que está exento de cumplir con las cuotas y para colmo, la menor producción fue la consecuencia de unas interrupciones en su mayor campo de petróleo. Por el otro lado, destaca Emiratos Árabes Unidos, según los datos que maneja la AIE, sus flujos se situaron 3,21 millones de barriles por día, es decir, 300.000 barriles por encima de su cuota.
Esta información ya la había adelantado la firma Kpler, que tiene una gran base de datos sobre los flujos de crudo a nivel mundial, hace unas semanas. Según Kpler, los Emiratos Árabes Unidos aumentó considerablemente los envíos de crudo al exterior, lo que permitió que el país disfrutase de un notable incremento de sus exportaciones. Los flujos han aumentado en unos 350.000 barriles por día hasta un promedio de 3,1 millones por día. La ventaja de EAU es que puede exportar casi todo el petróleo que produce, puesto que su demanda interna es relativamente pequeña.
Habrá que ver cómo evoluciona la producción de petróleo de EAU en los próximos meses, pero su 'rebeldía' podría originar un auténtico cisma en la OPEP, puesto que EAU es el gran aliado de Arabia Saudí en el cártel, siendo de forma habitual uno de los países que asume recortes voluntarios para equilibrar el mercado. Emiratos Árabes Unidos se unió a la OPEP en 1967 y son uno de los dos únicos miembros, junto con Arabia Saudí, con una notable capacidad excedente de producción de petróleo crudo para abordar posibles déficits de suministro. La capacidad de producción excedente se refiere a la capacidad que está disponible, pero que no se utiliza debido a decisiones políticas tomadas por miembros individuales o por la organización.
"El gobierno celebra que han logrado que "el 73% de la economía ya no depende del petróleo"
Arabia Saudí y EAU son los países que tienen capacidad suficiente para cambiar el rumbo del mercado de petróleo con su producción excedente. Según el último informe de la AIE, la capacidad excedente de EAU supera el millón de barriles de crudo. Para que se entienda de una forma sencilla: Emiratos Árabes Unidos podría producir 1,1 millones más de barriles cada día en cuestión de muy poco tiempo y sin inversión adicional. Por otro lado, Arabia Saudí tiene una capacidad excedente de 3,1 millones de barriles. Esta es una cantidad que sería suficiente para abastecer la demanda completa de Alemania y Suecia juntas.
En cualquier caso, esto ha situado a Emiratos Arabes en una situación económica envidiables. Según el ministro de Economía del país, Abdulla bin Touq Al-Marri, estos grandes ingresos petroleros han servido para 'indepenziarse del crudo' desde el crecimiento. El país ha crecido un 2,8% a pesar de los recortes de producción. Ahora las previsiones de crecimiento para 2024 del propio gobierno están en el 5,75% frente al 5% de S&P Global. En cualquier caso, este pontente crecimiento sería mientras el gobierno celebra que han logrado que "el 73% de la economía ya no depende del petróleo", según bin Touq Al-Marri. Sin embargo, todos sus planes pasan por un petróleo que siga aportando de forma crítica al PIB.