Búsqueda del mosquito tigre en Europa.
(EFE/Remko de Waal)
La presencia del mosquito transmisor y la llegada de millones de personas de países con graves problemas de dengue dispara la preocupación
Queda poco más de un mes para que arranquen los Juegos Olímpicos de París, seguidos después por los Paralímpicos. Las autoridades han calculado que estos eventos, en pleno verano de 2024, atraerán a unos 15,3 millones de personas de todo el mundo a la capital francesa. Como es lógico, preocupan los problemas de organización logística y de seguridad. Después de la época del covid, cuando se temía que cualquier acontecimiento pudiera convertirse en un “evento superdiseminador”, parece que la salud vuelve a quedar en segundo plano. Sin embargo, algunos epidemiólogos analizan con lupa una amenaza que hasta hace poco tiempo habría sido inverosímil en Europa.
El dengue, un virus transmitido por la picadura de mosquitos, está marcando cifras récord en el mundo, especialmente, en Sudamérica. La mayoría de los casos son asintomáticos o se manifiestan como una gripe, pero un pequeño porcentaje se complica hasta provocar un dengue hemorrágico, con fiebres altas y fallecimientos. No hay un tratamiento específico y, aunque existe vacuna, su uso está poco extendido. No obstante, esta infección no se contagia directamente entre personas, hace falta que un insecto transmisor pique a un enfermo y, después, a una persona sana. Por eso, hasta ahora, apenas se registraban casos en Europa salvo los importados de otros países.
Sin embargo, hace tiempo que la situación comenzó a cambiar. En los últimos años se han registrado contagios locales —personas que no habían viajado a los países afectados y, aun así, han sido diagnosticadas— sobre todo en Italia y también en España. En el sur de Francia tampoco es novedad y en 2023 se identificó por primera vez la transmisión local en la región de París. El mosquito está presente y miles de personas podrían venir contagiadas de otros continentes sin síntomas que lo advirtieran. ¿Estamos ante una situación preocupante?
Qué está pasando en el mundo
Para averiguarlo, lo primero es echar una mirada a la situación global. “En América Latina tienen un problema increíble, se han disparado las cifras de pacientes de dengue en comparación con cualquier año previo”, explica en declaraciones a El Confidencial Daniel Camprubí Ferrer, experto del Servicio de Salud Internacional y Medicina Tropical del Hospital Clínic de Barcelona. Por el momento, en lo que va de 2024, se han contabilizado más de cinco millones de casos, más que en todo 2023 cuando aún no hemos llegado ni a la mitad del año.
“Las cifras son dramáticas y se deben a varios motivos, por ejemplo, el aumento de la movilidad internacional después del covid y que el cambio climático está haciendo que el mosquito que transmite el dengue se esté adaptando a zonas donde antes no lo había”, comenta Camprubí, que también es investigador del Instituto de Salud Global Barcelona (ISGlobal). Así, nuevas poblaciones se ven expuestas a la enfermedad. Argentina se está viendo especialmente golpeada, con más de medio millón de casos registrados en 2024 y 355 personas fallecidas, según las cifras oficiales.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que el fenómeno climático El Niño, cuyo último episodio se inició el año pasado, es un elemento importante, porque incrementa la presencia de los mosquitos y, por lo tanto, de enfermedades como el dengue, el chikunguña y el zika. En cualquier caso, los expertos observan una tendencia muy clara desde hace tiempo. “El cambio climático está marcando el incremento del número de casos en estos últimos años”, afirma Joan Carles March, exdirector de la Escuela Andaluza de Salud Pública. No obstante, “el dengue es endémico en más de 100 países”, recuerda, así que “es muy fácil que pueda haber un aumento por diferentes factores”.
El riesgo en Europa
A pesar de todo, Europa parece mantenerse relativamente al margen del problema. Uno de los principales motivos es que el mosquito transmisor no es exactamente el mismo en todos los continentes. La transmisión del dengue y de otras enfermedades, como el zika, la fiebre amarilla y el chikunguña, se produce a través de mosquitos del género Aedes, pero las especies son distintas. En otros continentes es Aedes aegypti; mientras que en Europa es Aedes albopictus, conocido como mosquito tigre. Este último tiene menor capacidad para infectarnos. “Puede hacerlo, pero no con la misma facilidad y esto, de momento, nos ha protegido”, apunta el experto de ISGlobal.
Sin embargo, cada año van en aumento los casos autóctonos, es decir, pacientes sin contacto con zonas endémicas que adquieren la enfermedad porque les ha picado un mosquito local tras haber picado, previamente, a otra persona infectada. “El hecho de que haya cada vez más casos y se reporten en varios países de Europa es un tema que nos preocupa”, admite el experto del Hospital Clínic. Lo cierto es que la presencia de mosquito tigre es cada vez más importante, especialmente en el Mediterráneo, pero en España ya se ha detectado por casi toda la geografía peninsular, llegando incluso a Galicia, donde, en teoría, las condiciones para la supervivencia de la especie son más desfavorables.
“El dengue es una enfermedad cada vez menos tropical”, apunta March, porque el aumento de las temperaturas expande el área del mosquito y la globalización (cada vez vamos más rápido de un sitio a otro) hace que cada vez haya más personas, en cualquier sitio, que puedan portar el virus (es un Orthoflavivirus, del que existen 4 serotipos capaces de producir enfermedad en humanos). En España, se registraron en 2023 un total de 615 casos, según el informe de la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica (Renave), pero solo tres de ellos se confirmaron como casos autóctonos. Sin embargo, teniendo en cuenta que “entre el 40 y 80% son asintomáticos y hay otros muchos leves”, comenta el epidemiólogo, es muy probable que en España y en Europa se estén “infravalorando las cifras reales”.
Los Juegos como evento diseminador
“Es muy difícil que diagnostiquen dengue a alguien en España si no ha viajado, porque los síntomas son poco específicos”, coincide Camprubí. “Seguro que cualquier cifra que veamos está subestimando la dimensión real del problema”, añade. En el conjunto de Europa, los casos reportados como transmisión autóctona suben hasta 120, pero aparte de España, se concentran en Italia y Francia. El Mediterráneo aglutina los casos porque el mosquito está más establecido.
Ante este panorama, algunos epidemiólogos creen que se debería “considerar el potencial riesgo de diseminación” que entrañan los Juegos Olímpicos de París. “Se dan varios factores, sobre todo que acudirá mucha gente de zonas endémicas de dengue y que estamos en plena temporada alta del mosquito, cuando tiene una mayor actividad”, señala el investigador del ISGlobal. “Ya aprendimos con el covid que lo importante es estar preparados, sobre todo cuando hay un porcentaje muy alto de asintomáticos”, añade.
“El dengue ya ha llegado a Europa, así que es evidente que, con la llegada de visitantes de América Latina, y de África y Asia, zonas endémicas en las que también se registran muchos casos, podría reproducirse fácilmente, porque también hay transmisión en París”, explica March. Todo ese conjunto de factores inéditos hasta ahora podría “generar problemas más importantes de los que, en principio, habríamos considerado”, opina.
En cambio, otros epidemiólogos son más optimistas y consideran que la alarma es “muy exagerada”. Es el caso de Salvador Peiró, especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública de la Fundación para el Fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica (Fisabio) de la Comunidad Valenciana. “Tendría que haber una plaga de mosquitos y mucha gente infectada para tener un problema importante en los Juegos”, comenta. “Aquí hay mosquitos y te pueden picar, pero las condiciones de las ciudades europeas no son las mismas que las de otros países, con la selva tropical alrededor”, agrega.
“Es cierto que, si hay más dengue en el mundo, vamos a tener más dengue todos, pero hablamos de un cierto incremento del número de casos, pero no de una gran epidemia”, matiza. Por eso considera que los Juegos pueden ser un motivo de preocupación sanitaria, pero más bien desde otro punto de vista. “En realidad, este tipo de eventos suelen tener otro problema al que se le da menos importancia, las enfermedades de transmisión sexual”, señala. Incluso la nueva variante de viruela del mono, muy contagiosa y potencialmente más grave que la de 2022, “podría suponer un mayor peligro”.
Cómo gestionar la amenaza
En cualquier caso, todos los expertos apuestan por reforzar la vigilancia epidemiológica. “Al menos, debemos identificar los casos y poner medidas para el control del vector lo antes posible”, indica el especialista del Hospital Clínic. La receta pasa por monitorizar las zonas riesgo en las que se detecten más mosquitos y prestar atención a potenciales pacientes de dengue. Así, cuando en estos lugares haya un posible caso con fiebre (ocurre con el virus circulando por la sangre y, por lo tanto, con más riesgo de transmisión), habría que “intentar evitar que la persona sea picada por mosquitos”, con repelentes, manga larga o desaconsejando que salga de casa.
No obstante, sería clave mejorar el diagnóstico en Atención Primaria y en servicios de Urgencias. En la actualidad, solo se identifica esta enfermedad en centros especializados y “eso dificulta la identificación de los casos de forma precoz, así que al final las personas están con fiebre más tiempo y hay mayores riesgos de transmisión”. En el aspecto ambiental, sería importante controlar al mosquito por medio de fumigaciones y trampas. También cabe la posibilidad de ejercer un mayor control sobre los vuelos procedentes de zonas afectadas. “La IA nos puede ayudar a saber cuándo tenemos un mayor riesgo”, apunta Camprubí.
En general, “tenemos las herramientas adecuadas”, asegura March. El problema es que, “hasta ahora, no piensas que ya hay dengue aquí, solo tenemos en mente casos importados y solo se hace vigilancia a partir de ellos, así que no realizamos la prevención necesaria para actuar lo más rápidamente posible”. Sin embargo, hay que ser conscientes de que España (más que París) “reúne condiciones para que se produzca la circulación del virus y la aparición de casos autóctonos”.