domingo, 2 de junio de 2024

SALUD MENTAL: El tabú de romper para siempre con tu familia: "Las dinámicas de poder y la dependencia económica lo complican"



Fuente: iStock



Aunque no eliges a tu familia 'de sangre', tampoco es muy común, ni está muy bien visto, decidir separarte de ella. Hablamos sobre salud mental y unidad familiar con Beatriz González, psicóloga experta



Queda un año para tu boda y te sientas con tu pareja a escribir la lista de invitados. ¿Apunto el nombre de ese primo segundo al que hace más de 15 años que no veo? ¿Le sentará mal a mis padres que no lo haga? Hay relaciones que se deterioran y se echan a perder con el paso del tiempo; si llevas mucho tiempo sin coincidir con alguien y tampoco habéis hecho nada por mantenerla, lo más probable es que esta desaparezca, se trate, independientemente, de un familiar, un amigo o un compañero de trabajo.

No obstante, cuando entre dos familiares no ha habido un distanciamiento previo, pero sí un conflicto irreparable; romper suele ser mucho más complicado que si se trata de, por ejemplo, una relación amorosa. Los amigos son "la familia que eliges", la de sangre no, te toca y debes asumirla. Es por eso que a priori podría parecer más lógico terminar con quienes han llegado a tu vida, sin que tú hayas tenido nada que ver, que con quienes has elegido; pero no es así.

Concretamente, España, es un país en el que romper estos lazos familiares está muy mal visto. Es más, quienes lo hacen siguen sufriendo un gran estigma por parte de la sociedad, a pesar de que el modelo familiar y el contexto social han cambiado mucho en los últimos años: "A pesar de esta 'mayor libertad' para romper lazos familiares, sigue estando mal visto debido a la fuerte influencia cultural y social existente en nuestro país, que valora la familia como una unidad central. La familia en España no solo cumple una función de apoyo emocional, sino que también es un pilar fundamental en el ámbito económico y social", explica Beatriz González, psicóloga, fundadora y directora de Somos Psicología y Formación.

"Puede ser percibido como un acto de traición o fracaso personal, lo que puede llevar a un aislamiento social y a la desaprobación de la comunidad"


Incluso cuando tus familiares no te hacen bien, te sientes obligado a seguir unido a ellos por una fuerte influencia cultural y de la religión católica, en la que a menudo se enfatizan valores como el perdón, la paciencia y el sacrificio por el bien de la familia. También el miedo a la estigmatización es clave para que haya personas que resistan en su núcleo familiar, ya que romper con él, asegura González, "puede ser percibido como un acto de traición o fracaso personal, lo que puede llevar a un aislamiento social y a la desaprobación de la comunidad. Este contexto cultural refuerza el tabú y hace que las personas duden en tomar decisiones que, aunque difíciles, podrían ser necesarias para su bienestar emocional y psicológico".


Cuando tomar distancia es la única opción

La familia, que se entiende como un lugar seguro, puede no serlo. Claudia Campillo, por ejemplo, sufrió abusos por parte de su abuelo cuando era una niña. Tenía 7 años cuando este hombre empezó a abusar de ella, aunque no fue consciente hasta los 19: "Lo vivía muy disociada y sin ser consciente realmente de que yo estaba siendo víctima". Es más, asegura en un vídeo para las redes de Somos Estupendas que lo vivió desde "el silencio para no romper la unión familiar, sobre todo. Para no causar dolor y más situaciones traumáticas tanto a mis hermanos como a mis padres".

Cuando hizo "clic" y se dio cuenta de lo que había sufrido, creó un grupo de WhatsApp con toda su familia y lo contó. Acto seguido, se separó de su abuelo, "pero separarme físicamente, no emocionalmente, porque al final seguíamos haciendo comidas familiares y esta persona venía". Hasta en situaciones tan radicales como la de Claudia, romper con la familia sigue siendo muy complicado. Es más, la joven asegura en el vídeo que a la hora de gestionar esta situación se priorizó el mensaje: "La familia tiene que estar unida y pase lo que pase vamos a estar juntos".

Distanciarse de un familiar es, en muchos casos, la única opción posible. Sobre todo, manifiesta Beatriz González, "cuando se da un patrón continuo de abuso, manipulación, o falta de respeto que perjudica el bienestar emocional y psicológico de las personas". En estos casos, "el distanciamiento permite crear un espacio necesario para sanar y reconstruir la autoestima y la salud mental", añade la psicóloga.

Sin embargo, tomar la decisión de romper es muy complicado para quien sufre, porque "este abuso continuado, lo que genera, es la minimización de la persona que lo padece y que siente que no puede romper o alejarse del familiar que le hace daño. Y, por otro lado, sería diferente también si la persona dañada es un niño o un individuo sin ningún tipo de recurso, ya que en estos casos la situación se vuelve mucho más complicada".

"Hay relaciones que resultan muy difíciles de romper, en las que el maltratador ha provocado un aislamiento de la persona maltratada"


Entonces, ¿se rompe menos con la familia de lo que se debería? Lo cierto es que se rompe poco con la familia y los motivos por los que no se hace son muy dispares: "Hay relaciones que resultan muy difíciles de romper, en las que el maltratador ha provocado un aislamiento de la persona maltratada, por lo que esta persona cree que no tiene recursos para poder escapar de la situación", expresa González.

Además, cuando se trata de niños es mucho más complicado que estos se separen de algún familiar, sobre todo si no existe una denuncia o el menor se calla. "El temor a la desaprobación social, la culpa y la esperanza de que las cosas mejoren también pueden hacer que las personas retrasen o eviten tomar decisiones que podrían ser beneficiosas para su bienestar emocional y psicológico. En algunos casos, incluso, las dinámicas de poder y la dependencia económica o emocional complican aún más la capacidad de alejarse de relaciones familiares nocivas", sostiene Beatriz.


Señales que indican que es el momento de romper

Si tu relación con algún familiar está afectando negativamente a tu salud mental, lo mejor es "poner tierra de por medio", y para detectar si esto está ocurriendo, las señales a las que hay que estar alerta, según la psicóloga, son:

  • Sentimientos de tristeza o ansiedad constante: si la interacción con un miembro de la familia constantemente provoca estrés, ansiedad o tristeza, se reflejará en su estado anímico, en sintomatología fisiológica, como dolores musculares, estomacales, de cabeza...
  • Baja autoestima: las críticas frecuentes, el desprecio o la desvalorización pueden llevar a una disminución o destrucción de la autoestima y del autoconcepto o identidad de la persona.
  • Retraimiento o aislamiento social: esto sucede cuando no se quieren establecer relaciones con su entorno social, por lo que se opta por mantener un distanciamiento excesivo.
  • Síntomas físicos relacionados con el estrés: dolores de cabeza, fatiga, problemas digestivos o insomnio. Síntomas que ocurren especialmente en torno a las interacciones familiares pueden ser indicativos de un impacto emocional negativo.
  • Pérdida de la identidad: no tener opiniones propias, se aceptan las de los demás, lo que puede estar causado por miedo a ser castigado si se opina diferente al familiar que está produciendo el abuso, por lo que se pierde la decisión propia y se acepta la del familiar para no ser dañado.

Por otra parte, en el caso de los niños, "suele identificarse sobre todo en entornos escolares, donde se observa el aislamiento social, poca interacción con sus semejantes, baja autoestima, o bien todo lo contrario: comportamientos autolesivos hacia sí mismo o hacia los demás niños del entorno escolar, con fuertes conductas de ira o de agresión. Siempre que observemos en el entorno escolar que un niño que abusa de otro, tenemos que analizar su entorno familiar para determinar si son proyecciones o reflejo de lo que ve en su círculo más cercano o de lo que está sufriendo".

Aunque a día de hoy las rupturas familiares siguen siendo un tabú, González cree que serán más comunes con el paso del tiempo: "La creciente conciencia sobre la salud mental y el impacto de las relaciones tóxicas está llevando a más personas a priorizar su bienestar emocional, incluso si esto implica, en ocasiones, romper lazos familiares. También los valores sociales están cambiando hacia una mayor individualidad y autonomía, valorando más el derecho a vivir de manera auténtica. La expansión de redes de apoyo fuera del círculo familiar y la disminución del estigma asociado a estas decisiones facilitan que más personas se atrevan a alejarse de relaciones familiares perjudiciales, creando un entorno más comprensivo y menos temeroso al juicio social", concluye.