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Whipple analiza las reacciones neuronales de hombres y mujeres durante el orgasmo.
Por mucho que nos hagamos los entendidos en lo que a relaciones íntimas se refiere, aún quedan muchos misterios por resolver alrededor de la respuesta sexual del ser humano, y eso sin entrar en las consideraciones psicológicas. La actividad fisiológica y neuronal de un cuerpo y una mente excitados son todo un campo de estudio e investigación para numerosos científicos, entre ellos, la doctora Beverly Whipple, que desvela algunos de esos misterios en una entrevista con El Confidencial.
Whipple lleva desde los años 70 estudiando la respuesta femenina al orgasmo y recientemente ha publicado el libro Orgasmo. Todo lo que quiso saber y nunca se atrevió a preguntar junto a Barry R. Komisaruk, Sara Nasserzadeh y Carlos Beyer-Flores.
A lo largo de sus más de 150 páginas los investigadores van dando respuesta a preguntas sobre las reacciones humanas a los estímulos sexuales. Algunas de esas respuestas resultan obvias pero otras son realmente sorprendentes hasta para el más ducho en las artes amatorias.
Como, por ejemplo, la que describe el ‘síndrome de las pelotas moradas’, que es el nombre que recibe el dolor testicular y escrotal que aparece tras una excitación elevada y prolongada en el tiempo que no se ve aliviada porque no se resuelve ni en orgasmo ni en eyaculación. Podría producirse, según han deducido los investigadores, por un drenaje insuficiente del flujo sanguíneo que irriga los genitales y/o a un aumento de la presión de los conductos epidídimos, a través de los cuales salen el esperma y el líquido seminal de los testículos.
Este síndrome lleva a otra cuestión poco conocida. Es posible tener un orgasmo sin eyacular y viceversa. Aunque no es lo normal, puede ocurrir por varios factores: que haya habido una cirugía previa, que el hombre tenga alguna enfermedad mental (como un trastorno obsesivo-compulsivo en el que esté excesivamente preocupado por la higiene y considere la eyaculación como algo sucio, un temor insuperable a dejar embarazada a la pareja…), por los efectos secundarios de algunos fármacos, por enfermedades neurológicas progresivas (como la esclerosis múltiple) o a causa de haber sufrido derrames cerebrales.
Esto afecta a los hombres, pero el cerebro de las mujeres también se las trae en lo que a respuesta sexual se refiere. ¿A que no sabía usted que las mujeres pueden experimentar orgasmos sin llegar a tocarse ni ser estimuladas por otra persona? Pues sí. Según explica Whipple a El Confidencial, “para algunas personas es posible experimentar orgasmos sin estimulación genital”. El pensamiento, la meditación, un ataque epiléptico, la estimulación de zonas no genitales, el parto, la defecación o el efecto de algunas drogas psicodélicas pueden llegar a producir orgasmos en mujeres especialmente sensibles. “Según nuestros experimentos en el laboratorio, la respuesta cerebral a este tipo de orgasmos es la misma que se tiene ante los orgasmos provocados por la masturbación: incremento del ritmo cardiaco, de la presión arterial, del diámetro de las pupilas y aumento del umbral del dolor”, explica la investigadora.
El umbral del dolor femenino aumenta con la excitación
Efectivamente, el umbral del dolor se amplía en las mujeres cuando están sexualmente excitadas. “Sabemos que los neuropéptidos regulan y bloquean el dolor en las pruebas que hemos realizado con animales de laboratorio, aunque necesitamos desarrollar más investigaciones”, aclara la experta. Según explica, durante el orgasmo las mujeres son la mitad de sensibles al dolor de lo que lo son habitualmente, un efecto que podría deberse al hecho de que las zonas del cerebro y de la médula espinal que controlan el dolor y el orgasmo se solapan. “Por eso creemos también que el parto sería mucho más doloroso si no se activara ese proceso, que se da cuando se dilata el cuello del útero, y se activan los mismos nervios que durante la estimulación genital”, continúa Whipple.
Lo que no consiguen llegar a confirmar los investigadores es si los orgasmos masculinos y femeninos son iguales o diferentes. “No sabemos si los orgasmos masculinos y femeninos son iguales, aunque parece ser que sí son muy similares”, puntualiza. Para abordar esta cuestión tan subjetiva, la investigadora se remonta al experimento que realizaron en 1976 los investigadores Vance y Wagner, quienes propusieron a un grupo de estudiantes universitarios que describieran por escrito sus orgasmos. Los textos, sin firma, fueron analizados por un jurado compuesto por ginecólogos, psicólogos, obstetras y estudiantes de medicina que fue incapaz de distinguir si esas sensaciones pertenecían a un hombre o a una mujer.
Independientemente de que sea masculino o femenino, el orgasmo, definitivamente, no supone un ejercicio extra para el cuerpo. Contrariamente a lo que se suele pensar de que las relaciones sexuales equivalen a una sesión de gimnasio, la realidad confirma que, por sí mismo, un orgasmo apenas quema dos o tres calorías. Y que la actividad sexual que lo acompaña (pongamos que 30 minutos en pareja) supone un consumo, más o menos, de otras 50 calorías. Por muy cansado que uno termine, no es lo mismo que salir a hacer ejercicio. Eso sí, resulta curioso el hecho de que la práctica del sexo con una pareja que no es la habitual sea energéticamente más eficiente, seguramente, por el mayor interés que se pone en ‘parecer’ mejor amante.
En cualquiera de los casos, alcanzar el orgasmo es bueno para la salud de hombres y mujeres. Tal y como han demostrado los múltiples experimentos de Whipple y sus compañeros, el orgasmo reduce el estrés, porque las células nerviosas del hipotálamo liberan oxitocina al flujo sanguíneo, lo que provoca una respuesta reducida a la ansiedad que se traduce en relajación y sensación de bienestar.
Por Rebeca Royo from elconfidencial.com 11/10/2011
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