Es el adiós a un clásico. Antes, cuando uno se sentaba en su asiento del avión, lo primero que solía hacer es apretar el botón de reclinación. ¿Molestaré al de detrás? Se preguntan algunos. Otros, mientras, lo hacen sin preguntarse absolutamente nada. Este famoso botón llegó a ser tan controvertido que inspiró a toda una microindustria de dispositivos con el objetivo de evitar que el pasajero de delante se incline hacia tu espacio.
Uno de esos aparatos fue el Knee Defender. Por poco menos de 22 dólares, los viajeros se garantizan la máxima comodidad posible dentro de la distribución a costa de que quien viaje delante verá que la decisión sobre reclinar o no el asiento ha dejado de estar en sus manos y ha pasado a estar en las de un perfecto desconocido. Esto llegó incluso a provocar una pelea por la que United Airlines terminó desviando un vuelo.
Para las aerolíneas, el simple hecho de llevar un mecanismo oculto en la estructura de debajo del cojín del asiento supone un coste económico, según informa CNN Travel. Es puro mantenimiento, ya que cualquier tipo de aparato mecánico es propenso a romperse con el paso de los años, ya sea por el desgaste normal o porque los pasajeros cometen alguna negligencia.
Otro motivo es el peso. La mayoría de los asientos de avión modernos y livianos pesan entre siete y 10 kilogramos por pasajero en la actualidad. Cualquier peso que se pueda ahorrar significa reducir el combustible necesario para transportarlo.
Por último, ahorrarse un buen coste de disrupción. De esta forma, se evita que los pasajeros discutan por quién tiene derecho a usarlo y cómo usarlo, y además eludes que las azafatas y azafatos jueguen a monitorear el pasillo del avión como si de un patio de colegio se tratase.