martes, 14 de marzo de 2023

La sangría del trabajo en remoto: los negocios pierden dinero por la falta de empleados


Unos peatones, de paseo por las tiendas en la Quinta Avenida en Nueva York SPENCER PLATT / AFP




Un estudio muestra que los comercios en torno al núcleo financiero de Manhattan pierden 12.400 millones de dólares al año debido a la ausencia del 32% de los trabajadores de esas zonas



Un estudio realizado recientemente en el Reino Unido demostró la buena acogida de reducir la semana laboral a cuatro días. Si bien esa fue una experiencia piloto, música celestial ante el factor de trabajar menos por el mismo salario, en Manhattan se está produciendo una práctica real respecto al impacto económico por la desaparición de los empleados que no acuden a las oficinas debido a la implantación del trabajo en remoto. 

Y el resultado provoca un sonido que chirría para muchos negocios de las zonas de oficinal ante la espectacular caída de ingresos.

La mayoría de las empresas en la Gran Manzana mantiene un sistema híbrido. De martes a jueves, el bullicio de los empleados se expresa en zonas de oficinas como en el llamado Midtown o en el distrito financiero.

Se constata el tráfico en el metro bajo el suelo o de los peatones en la superficie.

Pero el aspecto es el de otra ciudad diferente los lunes y los viernes, por lo general los días elegidos para trabajar a distancia. Las colas para hacerse con una ensalada son casi inexistentes y las happy hour cuentan con muchas vacantes en las barras pese a que sea el inicio del fin de semana.

Los jueves son el nuevo viernes.


Consecuencias del teletrabajo

Es el pez que se muerde la cola, ya que las arcas de la ciudad se vacían al caer los impuestos

Este modelo híbrido, de tres días de oficina y dos de conectarse a distancia, en especial el todavía último día laboral de la semana, cuando al acabar el horario de oficina había mucho copeo, está desangrando en miles de millones los cofres de Nueva York, según un análisis del economista de la Universidad de Stanford Nicholas Bloom, del grupo de investigación WFH, difundido esta semana por Bloomberg.

El fenómeno se produce en muchas ciudades de Estados Unidos. Los viernes están muertos y los lunes son como una partida a los dados, a la espera de que haya suerte. Y el regreso a los horarios de trabajo de la prepandemia parece una causa perdida.

El paradigma de esta nueva normalidad lo representa Manhattan. En ninguna otra parte es más pronunciado el coste económico del trabajo en remoto que en el centro financiero de la Gran Manzana. A partir del estudio de Bloom, los trabajadores gastan en la actualidad 12.400 millones de dólares menos al año porque acuden un 32% menos a las oficinas.


Según el estudio 

Los que trabajan en Manhattan gastan en torno a 4.661 dólares menos por persona

Esta cifra se calculó multiplicando la pérdida anual, ajustada a la inflación, en el gasto por empleado de los casi 2,7 millones de viajeros laborales y residentes que trabajaron en el 2019, a partir de los números de la Oficina del Censo de EE.UU.

Los que trabajan en Manhattan gastan en torno a 4.661 dólares menos por persona en comidas, tiendas o diversión y ocio en esas zonas cerca de las oficinas.

Es la mayor pérdida por empleado en comparación a otras metrópolis del país. En San Francisco, la caída media del gasto por individuo se sitúa en 3.040 dólares, o en 2.387 en Chicago. Estas conductas están más arraigadas en ciudades con desplazamientos laborales más largos, una mayor proporción de trabajadores administrativos (de cuello blanco) y unas restricciones pandémicas más prolongadas y estrictas.


Nuevos hábitos

El jueves es el nuevo viernes: en el último día laboral de la semana las oficinas están vacías

Que restaurantes, minoristas y otros negocios pierdan más de 12.000 millones tiene una influencia directa en las arcas de la ciudad. Es el pez que se muerde la cola. La cantidad de oficinas vacantes –la ocupación continúa estancada en el 50% al nivel previo al cierre y el confinamiento por la covid– significa una crisis multimillonaria. El sistema de transporte sigue en caída, aumentando su déficit, y la amenaza fiscal a los ingresos tributarios se halla al borde existencial.

Los expertos se plantean cuál es el valor de una ciudad cuando los trabajadores no quieren estar. Esto ya se refleja en un incremento de precios que hace que cada vez más se escuchen las quejas de los neoyorquinos. Como dijo Brad Lander, el interventor municipal, “si se pagan menos impuestos en Nueva York resulta difícil de saber cómo lograr lo suficiente para mantener el metro o invertir en las escuelas”.


Nueva York