Foto por Eugène Rubin/ FNAC/ Centre national des arts plastiques – ministère de la Culture et de la Communication, Paris
Madame Grès junto a uno de sus diseños en 1946
Pregúntale a cualquier diseñador por los grandes de la moda del siglo XX y encontrarás en su lista a Madame Grès. Una exposición en París reivindica el trabajo una creadora injustamente olvidada en las últimas décadas. Hasta el 24 de julio, el Museo Bourdelle exhibe 80 vestidos, 50 fotografías y cientos de bocetos que permiten devolver a Grès a su lugar en la historia de la moda.
Madame Grès: la couture à l’œuvre es la primera retrospectiva sobre Grès organizada en Francia, aunque el Museo Metropolitan de Nueva York le dedicó una muestra en 1994. Organizada por el Museo Galliera (cuyas instalaciones están cerradas por obras, de ahí que se vea en el antiguo estudio del escultor Antoine Bourdelle), parte de las 300 piezas de Madame Grès que posee esta institución francesa. Madame Grès nació en 1903 como Germaine Emilie Krebs y empezó a diseñar en los años 30 con el nombre de Alix. Firmó como Madame Grès a partir de 1942. El nombre corresponde al anagrama que utilizaba su marido, el artista ruso Serge Czerefkow.
Inspirada por la Grecia clásica, pero absolutamente original en sus diseños, Grès murió en 1993 (aunque el mundo no lo supo hasta un año después) y dejó un legado del que han bebido a chorro generaciones de diseñadores. De Yves Saint Laurent a Yamamoto, pasando por Azzedine Alaïa. Sus vestidos plisados son un prodigio de técnica, sensibilidad y vitalidad. Tan modernos y relevantes en los años 40 como en 2011. Sus trajes de día son algunos de los más disciplinados de la era dorada de la alta costura. Purista y rigurosa, gozó de premios, reconocimiento y atenciones hasta los años 70, pero tuvo unos últimos años dramáticos. Se negó a entrar en el sistema del prêt-à-porter hasta 1980, luego perdió el control de sus perfumes, sufrió cambios de propietario y penurias económicas. En 1990 se retiró al Sur de Francia y murió "en secreto".
Laurent Cotta, comisario de la muestra junto a Olivier Saillard, explica en la siguiente entrevista este necesario tributo a Madame Grès y a su insobornable visión de lo que debería ser la alta costura.
¿Por qué Madame Grès no goza del mismo reconocimiento fuera de la industria que dentro de ella?
Es una de las diseñadoras más importantes del siglo XX. Injustamente olvidada por el gran público. Se la consideraba una “diseñadora de diseñadores” y compartía con Balenciaga el privilegio de ser un talento indiscutido por sus colegas. Tal vez, no es tan conocida porque se limitó a hacer alta costura. No por elitismo sino porque pensaba que solo podía poner en práctica su arte a través del encuentro y diálogo con sus clientas, algo que habría perdido en el prêt-à-porter. Ignoraba completamente el marketing y odiaba la publicidad sobre sí misma. Era extremadamente discreta y no le gustaban las entrevistas. Afirmaba: “No tengo nada que decir, pero todo que mostrar”.
Qué criterio han seguido para seleccionar las piezas?
La producción de Madame Grès es siempre extraordinaria por su creatividad y ejecución. Queríamos mostrar las más emblemáticas, tanto las más conocidas (los vestidos de noche plisados) como las menos (vestidos de día de inspiración minimalista). Además, queríamos presentar prendas de colecciones particulares, como las de Azzedine Alaïa o Hamish Bowles, que son grandes admiradores.
¿En qué diseñadores siente más profundamente la huella de Madame Grès?
Influyó muchísimo en otros. En los mejores: Yves Saint Laurent, Azzedine Alaïa, Alber Elbaz, Halston. Les enseñó cómo hacer alta costura. Con motivo de la donación de 3.000 dibujos de los archivos de Grès a nuestro museo, Pierre Bergé nos contó que fue su ejemplo el que le empujó a crear la casa Yves Saint Laurent. Madame Grès demuestra que la alta costura no es cuestión de ornamentos y bordados sino de precisión y simplicidad. Una osmosis perfecta entre cuerpo y tejido.
Quiso ser escultora, pero topó con la oposición familiar. ¿Qué dejó esa vocación en sus diseños?
Siempre se consideró escultora. Solo que su material era el tejido. Y tenía vocación de autor. Creaba y proponía su punto de vista independientemente de las tendencias. Nunca entró en la lógica de la moda, a diferencia de Dior. Está mucho más cerca de Balenciaga y su visión del estilo.
La influencia de la antigua Grecia se nota también en otros, como Fortuny o Vionnet. ¿En qué se diferencia la visión de Madame Grès?
Respetaba inmensamente el cuerpo femenino y sus vestidos transforman a la mujer en diosas inalcanzables. Pero son siempre cómodos y fáciles de llevar. Era autodidacta y nunca elegía soluciones convencionales. Su interés por lo que llamamos “vestidos primitivos” -que encontraba en la Grecia antigua, pero también en tradiciones de la India, Norte de África o Japón- guiaron su gusto hacia piezas continuas que solo cortaba o cosía cuando era absolutamente necesario.
El periódico 'Le Monde' reveló en 1994 que había muerto un año antes, arruinada, a pocos días de cumplir 90 años. ¿Por qué no se conoció su defunción en su momento?
Llevó un año saber que había muerto porque su hija no quería que la gente que no la había apoyado al final de su vida (cuando tuvo dificultades económicas) pudiera sacar ningún partido de su muerte con falsos tributos. Su hija explica ese silencio como un “secreto de amor”.
Por: Eugenia de la Torriente from blogs.elpais.com 08/04/2011
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