martes, 26 de abril de 2011

La crisis en Siria podría cambiarle la cara al Medio Oriente

Foto from BBC.co.uk

Durante décadas Siria ha sido uno de los países más estables del Medio Oriente.
Ya en febrero de 1982, una protesta de musulmanes sunitas en la ciudad de Hama fue salvajemente reprimida por el padre del actual presidente, Hafez al Asad. Las estimaciones varían, pero se calcula que miles de personas murieron.
Ahora el número de víctimas mortales tras los disturbios en varias ciudades y pueblos de Siria posiblemente pasan del centenar. De nuevo de hace presente la contundencia del gobierno a la hora de enfrentar cualquier revuelta popular.
Siria es un complejo mosaico de comunidades y al parecer el presidente Bashar al Asad cree que puede utilizar estas divisiones para mantener su control del poder.
Su familia y sus socios tienen una fuerte influencia sobre las fuerzas de seguridad y el ejército, por lo que el ejemplo de Egipto (en donde los militares le dieron la espalda al régimen) parece poco probable que se repita en Siria.
Los sucesos en el país están siendo observados con precaución e inquietud en el Medio Oriente y el resto del mundo.
Además, lo que sucede en Siria hace que la crisis en Libia no tenga mucha importancia.
Siria es una pieza clave en la alianza de Irán con Hezbolá en Líbano, Hamas en la Franja de Gaza y otros grupos palestinos más radicales opuestos a la paz con Israel. Si Siria entra en caos, esta alianza también podría debilitarse.
Pero el impacto más grave podría sentirse en su vecino Líbano —un país multicultural que no ha disfrutado de la estabilidad que ha tenido por mucho tiempo Siria.
Israel observa
De una forma u otra, una Siria fuerte representa un elemento estabilizador en Líbano. El caos en uno de ellos podría desencadenar la inestabilidad en el otro.
Israel también está observando con preocupación los acontecimientos en su vecino del norte. Siria ha sido, desde siempre, un enemigo predecible. Incluso un régimen conmocionado en Siria podría plantearles otro tipo de problema.
Existe un importante sector militar y diplomático en Israel que está a favor de un acuerdo de paz con Siria antes de cualquier pacto con los palestinos.
La estabilidad del régimen en Damasco ha sido siempre una de las cartas fuertes de este grupo, con el argumento de que los gobernantes de Siria son personas con las que se podía negociar y que habría cierto grado de certeza en que respetarían los acuerdos.
Pero ahora el cabildeo por "Siria primero" en Israel podría haber sufrido un duro golpe, ya que la incertidumbre rodea a muchos de los vecinos árabes del país.
Hay una sensación creciente de que la geografía política de la región está cambiando a raíz del impacto de la "primavera árabe".
Es pronto todavía, pero las divisiones en la región que alguna vez jugaron a favor de Israel —como las existentes entre el Irán chiita y los principales estados sunitas proccidentales como Egipto— podrían ser cada vez menos pronunciadas.
La preocupación de EE.UU.
Estos cambios se están siguiendo muy de cerca en Washington también.
El gobierno de Barack Obama desde hace mucho tiempo jugó con la idea de sacar al líder de Siria "de la nevera". Desde siempre, el objetivo era llevarlo al campo occidental y alentarlo a tomar distancia de Teherán.
Mientras los países europeos hacían gestiones diplomáticas, con Francia a la cabeza, un nuevo embajador de EE.UU. llegó a Damasco en enero, el primero en ser designado allí desde el 2005.
Su predecesor se retiró después del asesinato del primer ministro libanés Rafik Hariri. Washington sospechó que hubo una mano de Siria en el asesinato.
Ahora, el gobierno de Obama ha condenado enérgicamente la violencia del gobierno sirio contra sus propios ciudadanos y ahora parece haber buscado en vano algunas palancas con las cuales influir en el régimen de Al Asad.
El mapa político de Medio Oriente está cambiando. Nuevas fuerzas se han desatado. Pero también hay nuevas presiones y, no menos importantes, desde Arabia Saudita, que parece decidida a montar un contraataque contra cualquier brote dentro de su país de la llamada primavera árabe.
Es incierto hacia dónde se dirige Medio Oriente. Gran parte del optimismo a raíz de los sucesos de Túnez y Egipto se está disipando. El surgimiento de nuevos tipos de autoritarismo podría ser tan probable como el florecimiento de la democracia.
Libia es un caso de prueba. Sin embargo, Siria podría ser mucho más importante como ejemplo para la región en su totalidad.
Por Jonathan Marcus  Corresponsal en Asuntos Diplomáticos, BBC 25/04/2011

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