miércoles, 8 de junio de 2011

El cementerio de los gadafistas


Foto por REUTERS from elpais.com

Pese a estar bajo asedio, Misrata entierra cuidadosamente a los soldados enemigos.- Los rebeldes han recuperado 600 cadáveres de leales al régimen libio.
Yamal Burugba, con chilaba gris y turbante blanco, cava en la arena sudando la gota gorda bajo un sol impenitente. En los últimos tres meses, este enterrador orondo y barbudo ha tenido más trabajo que en toda su vida. No solo está dando sepultura a los vecinos de Misrata caídos bajo la artillería de Muamar el Gadafi, que ya superan el millar. También a los propios soldados gadafistas. Un grupo de imanes, con la anuencia de las autoridades rebeldes, han abierto un cementerio para acoger con el ritual debido los cuerpos de los enemigos. "Es lo que manda nuestra religión", dice Yamal. "Son seres humanos. Supongo que no tenían otra salida que pelear. Por su voluntad no estarían matando libios".
Le llaman el Hotel de los Cielos, y está en un lugar paradisíaco, entre dunas de arena endurecida, con el Mediterráneo de fondo. Las tumbas se alinean a ras de suelo, cubiertas con una fina capa de cemento gris. Yamal y sus ayudantes lavan los cuerpos y los perfuman con alcanfor en una caseta cercana. Después los envuelven en un sudario y los colocan en sencillas cajas de pino, recostados sobre el hombro derecho, mirando a la Meca.
Las tumbas están numeradas con tablillas de madera. "Llevamos un registro de cada uno. Muchos llevan documentación. Otros no. En ese caso, les hacemos una foto, por si en el futuro las familias quieren identificarlos", explica Yamal. Otros pocos, irreconocibles, están en tumbas colectivas. "En total, tenemos ya 600. El último entró hace tres días. Lo trajeron del frente de Dafniya".
Los rebeldes calculan que las milicias del régimen han perdido a unos 2.000 hombres. Y es que los soldados que ocuparon en marzo Misrata, para aplastar la revuelta del 17 de febrero, se toparon con una resistencia que no esperaban. Durante dos meses, los vecinos acorralaron tanques y francotiradores, y pelearon calle a calle hasta expulsar al enemigo hacia la periferia, desde donde sigue asediando con fuego de artillería a la tercera ciudad del país.
Cuando el centro urbano quedó liberado, la gente pudo retirar a los muertos, la mayoría en plena descomposición. Tamer Shueidi, joyero y comerciante de oro, se integró a la brigada de recogida de cadáveres. "Alguien lo tenía que hacer. En el hospital donde estaba de voluntario yo tenía mejor aguante que otros ante los muertos despedazados y esas cosas, así que me metí en la brigada porque era muy importante limpiar la ciudad. En la primera salida recogimos 26 cuerpos de gadafistas. Los guardamos en las cámaras frigoríficas del hospital, pero con la falta de electricidad era imposible".
Y ahí intervinieron las autoridades religiosas, partidarias de hacer las cosas como el Corán manda, en lugar de apilar los cuerpos enemigos en fosas comunes o de deshacerse de ellos por otras vías menos ortodoxas, como tirarlos al mar o quemarlos. Los sheijs llevan el cementerio con mucha discreción, e intentan mantener alejados a los visitantes.
Fuera de la valla de cemento gris que rodea los enterramientos, hay seis tumbas sueltas. Son soldados extranjeros. "Africanos. Alguno llevaba una cruz tatuada. Los gadafistas suelen retirar los cuerpos de los negros para ocultar que tienen mercenarios", dice Yamal, el sepulturero.
Los rostros de algunos de ellos pueden verse en la calle Trípoli, la principal arteria de la ciudad, convertida por las tropas del régimen en un amasijo de cascotes. En un tablón se han colocado sus pasaportes y carnés de identidad. Hay de Chad, de Níger, de Mauritania... Llama la atención la foto de una mujer nigeriana, de uniforme. Se habla también de dos francotiradoras colombianas, finalmente abatidas por los rebeldes. No sería extraño, si se tiene en cuenta el apoyo que Gadafi prestó a las guerrillas de todo pelaje, entre ellas las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Pero las explicaciones son difusas y al final no se sabe si se trata de una leyenda urbana. Junto a las identificaciones, los vecinos de Misrata han colocado dinero falso encontrado en los cuerpos: euros escaneados, dinares libios fuera de circulación... "Gadafi", dice el joven Muftar, "engaña incluso a los que pelean por él".
Además de las bajas sufridas, otros 200 soldados del régimen han caído prisioneros en manos de los rebeldes. Pero Misrata sigue en peligro. Las líneas gadafistas rodean la ciudad de este a oeste, a menos de 30 kilómetros del centro.
Pala en mano, Yamal sigue cavando en la arena. "Este cementerio es para la historia, para que en el futuro se sepa lo que pasó", dice. El presente es el eco de la artillería que retumba a diario. Y esa caja de pino vacía, orientada hacia la Meca, a la espera de ocupante.

Por MAITE RICO - Misrata – from elpais.com  06/06/2011

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