lunes, 6 de junio de 2011

El símbolo de solidaridad con el SIDA: cómo una cinta roja conquistó al mundo

Foto from wordpress.com

Treinta años después de que el virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) fue documentado por primera vez, la cinta roja se ha convertido en el símbolo omnipresente de apoyo a las personas que viven con la infección. ¿Quién hubiera pensado que esta cinta sería tan importante y cómo pasó a ser tan conocida?
En los alrededores de lo que un día fue un aula de clases en la primavera de 1991 -una década después del surgimiento del Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA)- un grupo de 12 artistas se reunieron para discutir sobre un nuevo proyecto.
Eran fotógrafos, pintores, cineastas y diseñadores de moda. Se sentaron juntos en el espacio conocido como PS122 en el East Village de Nueva York.
Tras una hora de una "lluvia de ideas", había surgido una muy simple que más tarde se convirtió en uno de los símbolos más reconocidos de la década: la cinta o lazo rojo, usado como símbolo del apoyo a las personas con VIH/SIDA.
"Queríamos hacer algo que fuera replicado", dice Patrick O'Connell, quien presidió la reunión.
"Es muy simple, como Bauhaus, pero medio siglo después. Uno corta una cinta de entre 16 y 18 centímetros, hace una lazada alrededor de su dedo y coloca un alfiler sobre éste. Puede hacerlo usted mismo", agrega.
La cinta era el proyecto más reciente de Visual Aids, una organización de arte con sede en Nueva York fundada por O'Connell y que busca crear conciencia sobre el VIH/SIDA.
Cuando se sentaron en el espacio compartido del PS122 en mayo de 1991, querían que la gente hablara sobre la enfermedad que estaba diezmando su red profesional y social, ante la indiferencia pública y la vergüenza en privado.
Compasión
La gente moría sin siquiera decirle a sus amigos de qué estaban enfermos y los artistas buscaban una expresión visual de compasión para las personas que viven con el SIDA, así como para sus familiares.
"Incluso en Nueva York, estábamos muy conscientes sobre cuánta gente no podía hablar de ello, o era ignorante del tema, o estaban pasando por la misma situación pero le daba vergüenza hablar de ello", señala el fotógrafo Allen Frame, quien también era uno del grupo de doce.
"Queríamos que la gente que se sentía aislada tuviera más apoyo y comprensión", añade.
La inspiración del grupo surgió a partir de las cintas amarillas atadas a los árboles para indicar el apoyo a los militares de EE.UU. que luchaban en la Guerra del Golfo, dice.
El color rosado y los colores del arco iris fueron rechazaron por estar estrechamente asociados con la comunidad gay, ya que se trataba de una enfermedad que iba mucho más allá.
"El rojo era algo valiente y visible. Simbolizaba la pasión, el corazón y el amor", indica.
La forma no tenía importancia, pero era fácil de hacer.
Se necesitaron dos reuniones más para perfeccionar el diseño y luego se pusieron a trabajar en la fabricación de las cintas. Las distribuyeron ellos mismos en el ámbito artístico de Nueva York y las dejaron en los teatros.
Inicialmente había un texto que acompañaba las cintas rojas que explicaba por qué llevarlas, aunque esto se abandonó más tarde porque se convirtió en algo superfluo.
Premios Tony
Unas semanas después de esa primera reunión, el grupo envió una caja de 3.000 cintas al Teatro Minskoff en Broadway, poco antes de la entrega de los Premios Tony de la industria del teatro.
Algunos de ellos estaban haciendo cintas y viendo el evento por televisión cuando el actor Jeremy Irons, uno de los presentadores, apareció en el escenario con una de ellas en su traje.
"En sólo tres días, los medios de comunicación finalmente descubrieron de qué se trataba y hubo un efecto dominó sobre las cintas. Empecé a ser contactado por gente en Hollywood", expresa O'Connell.
La demanda aumentó a tal grado que la oferta debió ser subcontratada y Visual Aids utilizó una organización benéfica que trabaja con mujeres sin hogar para hacer las cintas.
Unas 10.000 cintas fueron enviadas para una ceremonia de los premios Oscar de la industria cinematográfica, y en los años siguientes se hicieron cerca de 1,5 millones.
Estrellas como Bette Midler y Richard Gere no sólo las llevaban puestas, sino que discutían abiertamente por qué era importante. Empezó una cultura de llevar la cinta roja dentro del ambiente de la actuación.
"Se convirtió en moda y a veces pienso que algunas celebridades se sentían chantajeadas y pensaban que tenían que aparecer llevando una cinta, lo cual no era el caso", asegura O'Connell.
"No estábamos llevando la cuenta de esa manera", agrega.
Las cintas cruzaron por primera vez el Atlántico en gran número el lunes de Pascua de 1992, cuando más de 100.000 cintas fueron distribuidas en un concierto en honor al cantante de Queen, Freddy Mercury, y a beneficio de la toma de conciencia sobre el SIDA, llevado a cabo en el estadio de Wembley, en Londres.
Las cintas rojas también comenzaron a proliferar en la vida de los estadounidenses.
Las escuelas y las iglesias en Estados Unidos tocadas por la enfermedad comenzaron a contactar a Visual Aids en busca de consejo sobre la forma en que le podrían explicar la enfermedad a los niños y a los feligreses, la respuesta fue la realización de un evento en donde se hacían cintas rojas.
"Esta era una manera de educar a la gente de una forma no-combativa", afirma O'Connell, quien lleva una cinta en cada pieza de vestir.
La acción directa seguía siendo importante, indica.
Los activistas ocuparon la Bolsa de Valores y trataron de recrear un funeral en el césped de la Casa Blanca, pero la cinta roja era una forma de ampliar la conversación.
Cintas de sensibilización
Una consecuencia imprevista de este fenómeno fue el número de cintas de sensibilización que desde entonces, se han adoptado: la de color rosado para el cáncer de mama es la más conocida.
A propósito, los artistas nunca hicieron de la cinta una marca registrada pues, el objetivo del proyecto era invitar a más gente, dice O'Connell, lo que significaba que podía aparecer en cualquier lugar sin la autorización de Visual Aids. Incluso apareció en un sello de la oficina de correos de EE.UU.
Pero él y algunos de los artistas detrás del concepto creen que la proliferación y presencia de la cinta en establecimientos comerciales -cintas ornamentales a la venta en tiendas por departamento por US$19.95 y tazas con la cinta roja- han trivializado y comercializado sus ideas.
En un espíritu más acorde con Visual Aids, la cinta es replicada de muchas formas diferentes en las ceremonias del Día Mundial del SIDA y su simbolismo ya no necesita ninguna explicación.
En las partes más pobres del mundo, la producción de la cinta ha sido central en los esfuerzos para recaudar fondos y cambiar actitudes, dice Nick Partridge, director ejecutivo de la Fundación Terrence Higgins en el Reino Unido.
Colectivos de mujeres hacen las cintas y las adornan antes de venderlas en su comunidad.
"Un número de personas que viven con el VIH realmente aprecian ver a otras personas usando la cinta roja. Se dan cuenta de que no están solos y reconocen que la mayoría de las personas que la usan probablemente no tienen VIH, y ese sentido, el apoyo y la solidaridad son muy, muy importantes", señala.
"Se han producido algunas críticas, de que es sólo un símbolo. Pero los símbolos son importantes, y la forma en que la cinta roja fue adoptada por activistas de la comunidad, médicos e investigadores es un emblema de la unificación en lo que es una epidemia muy dispar", afirma.
"La genialidad de los artistas estuvo en no registrar derechos de autor sobre la cinta. Ponerla a libre disposición fue un regalo a la comunidad vinculada al SIDA en todo el mundo", concluye.
Los 12 artistas nunca volvieron a trabajar juntos como un grupo pero continúan su activismo.

Por Tom Geoghegan  from BBC Mundo   3 de junio de 2011

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