Vista panorámica de la ciudad de Salzburgo nevada, Austria. (bluejayphoto / Getty Images/iStockphoto)
Una ciudad llena de elegantes edificios, buenos restaurantes, excelente cerveza, y sobre todo, mucha música
A Salzburgo, el nombre se lo dio la industria de la sal, que la convirtió en una ciudad próspera y rica ya desde la época romana. De su mano llegaron los príncipes-arzobispos, que unieron durante muchos siglos poder político y religioso, algo que entonces solo ocurría en el Vaticano. Fueron, de este modo, los gobernadores de la ciudad y marcaron su hermosa arquitectura, con elegantes edificios de diferentes épocas, de entre los que sobresalen los barrocos.
Su riqueza, debida a la explotación de las minas de sal y a la extracción de piedras preciosas, se reflejó, por ejemplo, en la imponente Dom, la catedral de San Ruperto y San Virgilio, los protectores de la ciudad. Cada uno representado con sus atributos: San Ruperto, con el cubo de sal, y San Virgilio, con el edificio catedralicio a sus pies, dan la bienvenida a los visitantes.
Pero el reflejo de poder de los príncipes-arzobispos no queda limitado aquí, sino que se expresa a través de numerosas iglesias y abadías, antiguas residencias y cementerios, como el del monasterio de San Pedro, todas ellas obras construidas con la colaboración de arquitectos italianos.
Despuntando al final de la calle Sigmund Haffner Gasse, se alza la torre del Ayuntamiento, otro icono de la Salzburgo más antigua, que invita a pasear por su casco antiguo, es decir, por el entramado de calles donde se abren grandes plazas con numerosos monumentos arquitectónicos e iglesias de aire italiano que le dieron el nombre de la Roma del norte, especialmente en el denominado barrio de la Catedral, el Domquartier.
De hecho, en la Domplatz, la plaza de la Catedral, puede visitarse, además, un conjunto de museos que hablan del poder que tuvo la ciudad durante siglos, como el Museo de la Residencia Nueva, el del Monasterio de San Pedro o el de la Catedral. Vale la pena adentrase enel Museo Panorama, que muestra la gran pintura panorámica que Michael Sattler dedicó a la ciudad y que pintó con gran esmero en 1829.
Ciudad de gran cerveza
El casco antiguo se articula en un desfile de estrechas casas barrocas resaltadas por rótulos que señalan diferentes comerciales, como en la popular Getreidestrasse. Y es que tras los elaborados carteles se esconden numerosas tiendas de artesanía que hablan del gusto que los austríacos tienen por conservar sus tradiciones. Cada una regentada por su maestro, que pone el sello de calidad a oficios manuales que Salzburgo ha sabido preservar a lo largo de los tiempos.
Buenos restaurantes y, ante todo, exquisitas cervecerías imprimen sabor a la ciudad, considerada la capital de la cerveza del país, con diez marcas de cerveza; entre ellas, la más prestigiosa de Austria, la Stiegl, que ofrece interesantes visitas a la fábrica y al museo y degustaciones de sus variadas cervezas.
Todo ello capitaneado desde lo alto la fortaleza de Hohensalzburg, el imponente símbolo de la ciudad. Se trata del mayor castillo medieval del centro de Europa que se conserva en su totalidad, y desde las alturas del peñasco en el que se erigió, allá por el siglo XI, domina toda la ciudad, el caudaloso río que la cruza y las 150.000 almas que la habitan.
Con mucha música
Salzburgo se vanagloria de ser un escenario mundial, quizá por haber sido la ciudad natal y de trabajo de Wolfgang Amadeus Mozart. Se puede visitar su casa natal (Mozart Geburtshaus), donde el compositor vivió hasta los 17 años, en la Getreidegasse, en pleno laberinto de callejuelas en el barrio antiguo.
Y es que el genial compositor dejó su rastro en muchos enclaves de la ciudad, como en los jardines de Mirabell, donde se encuentra el Mozarteum, una institución que preserva la obra y figura del hijo predilecto de Salzburgo y las pone en contacto con las tendencias actuales. O la propia catedral, donde fue bautizado el músico y en cuyo órgano dio un concierto en 1703.
La ciudad fue también el set cinematográfico principal de la películaSonrisas y lágrimas y de las peripecias de la popular familia Von Trapp. Son muchas las rutas organizadas que visitan los enclaves de la película y los eventos culturales que tienen como hilo conductor este popular musical. Este año se ha inaugurado, además, el Sound of Music Museum, donde se puede conocer la historia de la familia Von Trapp.
Amantes de la cultura
Es tanta la vida musical de Salzburgo durante los meses de verano que parece que el aire de la ciudad queda impregnado de melodías de todos los tiempos. Hay que buscar entre los sitios más escondidos de la ciudad para encontrar pequeñas perlas, como la tienda de música Katholnigg.
Es un lugar idóneo para hojear partituras o para asistir a las mesas redondas, con célebres artistas, que suelen tener lugar en la época del Festival de Salzburgo, fundado en 1920 y que da cabida a conciertos, óperas y obras de teatro con reconocimiento mundial.
La música también guía hacia los pies de la colina Mönchsberg. Aquí, el distrito Festspielbezirk, o “de los festivales”, acoge dos interesantes edificios de Clemens Holzmeister, levantados entre 1956 y 1960. Se trata de la Kleines Festspielhaus y la Großes Festspielhaus, la pequeña y la gran casa de los festivales, respectivamente, espacios escénicos de primer orden de la cultural ciudad y sedes del Festival de Salzburgo. Este es, sin duda, el acontecimiento cultural más importante de la ciudad.
Pero no solo la música, sino todo tipo de artes escénicas, se manifiesta en esta Salzburgo cultural. Una de las muestras más especiales de ello se da en el Teatro de Marionetas, con más de cien años de historia. Por su pequeño escenario han desfilado centenares de marionetas, algunas de las cuales se conservan en las vitrinas que dan paso al teatro principal, que muestran la evolución de estos fantásticos títeres. Dejarse seducir por las historias de las óperas de Mozart o la representación en marionetas de Sonrisas y lágrimas es una magnífica manera de conectar con el espíritu cultural de Salzburgo.
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