jueves, 16 de mayo de 2019

Los mitos de la Calzada del Gigante en Irlanda del Norte

Los mitos de la Calzada del Gigante en Irlanda del Norte
Calzada del Gigante, en North Antrim, Irlanda del Norte (Aitormmfoto / Getty Images/iStockphoto)


Las perfectas columnas hexagonales de basalto son la gran joya del patrimonio natural del país


Irlanda es tierra de leyendas. Quizás sea por sus habituales brumas que parecen ocultar misterios en cualquier recodo del paisaje. O tal vez sea por su carácter isleño esculpido con la fuerza de un mar bravo capaz de levantar acantilados tan bellos como estremecedores. O quién sabe si la inspiración venga de una historia plagada de acontecimientos dramáticos.
El caso es que sea cual sea el rincón irlandés que se visite siempre habrá algún episodio legendario que rememorar. Y por supuesto, eso ocurre en uno de los lugares más carismáticos y singulares de toda la isla: la Calzada de los Gigantes. La gran joya del patrimonio natural de Irlanda del Norte.
La Calzada avanzando hacia Irlanda
La Calzada avanzando hacia Irlanda (A.Cerra)

Lucha de gigantes


Como buena leyenda que es, nadie conoce la época precisa en la que el gigante Finn vivía en esta zona del condado norirlandés de Antrim. Lo que sí se sabe es que tenía como enemigo a Benandonner, otro gigante que habitaba en la isla escocesa de Staffa. Ni más ni menos que les separaban unos 150 kilómetros de gélido mar, pero su rivalidad era tal que no paraban de lanzarse grandes piedras el uno al otro. Hasta que al fin llegaron a tender una larga calzada que unía la costa de Irlanda con el lejano archipiélago escocés de las Hébridas Interiores.
Un buen día, Benandonner decidió dejar las armas arrojadizas y cruzar el mar para llegar a las manos con Finn. Así que tomó rumbo al sur caminando por la calzada. La amenaza llegó a los oídos de la esposa del gigante irlandés. También merece la pena conocer su nombre, Oonagh, ya que como suele ocurrir fue la mujer la que puso un punto de cordura a la barbarie y evitó el desastre gracias a una hábil artimaña: disfrazar a su marido de bebé.
La Calzada de los Gigantes
La Calzada de los Gigantes (A.Cerra)
De esta manera, cuando Benandonner llegó, le presentaron a ese bebé como si fuera el hijo de Finn. Así que toda su cólera se convirtió en terror, ya que si la criatura era de tal tamaño, como debía ser su padre. De modo que no perdió ni un instante y huyó despavorido por donde había venido, pero destruyendo al mismo tiempo la calzada, para que nadie le pudiera perseguir. El único tramo que no pudo hundir quedó en la costa y es la Calzada de los Gigantes.

Lo que opina la ciencia


Toda esa poesía desaparece al intervenir la ciencia para explicar el auténtico origen de esta joya de la naturaleza. Aunque en este caso, hasta los sesudos geólogos mantienen cierto tono épico, ya que nos hablan de un volcán que hace 60 millones de años entró en erupción. De las entrañas de la tierra surgiría una lengua de lava que descendió hacia el mar. Pero de pronto aquella erupción cesó y de una forma muy rápida aquella lava se enfrío.
Hay hasta 40.000 columnas hexagonales de basalto
Hay hasta 40.000 columnas hexagonales de basalto (A.Cerra)
Sería así como se generarían las perfectas columnas hexagonales de basalto que son el peculiar adoquinado de la Calzada de Gigantes. Un adoquinado que se hunde en el mar y que realmente vuelve a aparecer a más de 80 millas náuticas en dirección norte. ¿Dónde? En la isla de Staffa.

La visita a la Calzada


La Calzada de los Gigantes es el lugar más visitado de Irlanda del Norte. Por eso cuenta con una infraestructura turística bastante completa. Comenzando por su interesante oferta de alojamiento en localidades próximas como Bushmills, célebre por acoger la destilería de whisky más antigua del mundo.
Imposible no hacerse fotos
Imposible no hacerse fotos (A.Cerra)
Apenas tres kilómetros separan a Bushmills de la Calzada. Allí, en la parte más alta del acantilado, hay un gran parking y un moderno centro de visitantes, para descubrir todas las claves del lugar, tanto desde el punto de vista científico como legendario. Y desde el mismo espacio expositivo sube y baja constantemente un bus eléctrico hasta la costa.
No obstante, lo más recomendable es hacer ese corto trayecto caminando. Es lo mejor para disfrutar del lugar. Un paseo para ver pequeñas bahías donde rompen las olas o las formas caprichosas que se generan en las siluetas de los cortados. También se descubre el contraste entre el color verde propio de la Isla Esmeralda y el negro del basalto. Todo envuelto por esa atmósfera plomiza que le da personalidad a este espacio único.
La Calzada avanzando hacia el mar
La Calzada avanzando hacia el mar (A.Cerra)
Caminando se siente la singularidad de la Calzada, su belleza, sus misterios, su geometría,… En fin, un lugar propicio para la leyenda, por mucho que los científicos se empeñen en buscar una explicación lógica con su teoría del volcán. Pero hay una última sorpresa: que nadie busque volcanes por la zona, porque no los hay.

La Calzada del Gigante


La Calzada es fruto de un volcán, aunque no los hay por la zona




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