lunes, 13 de noviembre de 2023

Emojis, doble ‘check’ y el inquietante “escribiendo...”: cómo WhatsApp se ha introducido en nuestras relaciones

 

Úselo con responsabilidad y moderación: El WhatsApp es el gran método de contacto del siglo XXI y la forma en que hablamos de forma digital nos afecta en lo que vivimos de forma presencial.
BLANCA LÓPEZ



Vivimos en la era del desdoblamiento, tenemos una identidad presencial y otra digital. Y esta última, por ser una novedad, exige unas normas básicas cuando entran en juego de las emociones



Lo llaman “sistema de mensajería”, pero en realidad el WhatsApp hoy es casi una dimensión añadida a nuestras relaciones de pareja, un canal en el que la comunicación es a veces más fluida y cariñosa que en la presencialidad y, otras veces, una mina de advertencias. Es, a veces, el panorama: ha conocido a alguien encantador, pero por WhatsApp es un cretino. ¿Qué pasa cuando una de las partes es realmente nefasta a la hora de comunicarse por escrito y cómo diferenciar entre haber dado con una personalidad conflictiva o simplemente alguien torpe a la hora de comunicarse tecleando?


Inma Brea, coach experta en comportamiento humano y en humanización corporativa, alerta de que la mensajería instantánea, es, como indica su nombre, “una gratificación inmediata. El móvil nos acompaña a todas partes, lo que significa que podemos estar recibiendo estímulos o gratificaciones de manera constante”. Eso lo ha convertido en un elemento imprescindible de las relaciones amorosas y a nuestra era en una era de intimidad digital. El problema, como toda era en sus albores, está en que los códigos y los tiempos aún no son los mismos para todos. Lo que para una parte puede ser un exceso de comunicación, para la otra puede ser lo habitual. Lo que uno teclea creyendo que es sencillo y asertivo (”vale”) puede ser recibido por el otro como frío y distante. Lo que para uno puede ser atento y cariñoso, para el otro puede ser excesivo y agobiante. Hoy el uso (o ausencia) del emoji puede ser una declaración de guerra. “Qué seco, ¿no?”.


La psicóloga Júlia Pascual subraya la importancia de establecer leyes de comunicación y poner, desde el comienzo de una relación, unos límites y normas. Señala, sobre todo, “la necesidad de ser educados”. “Si se lee el mensaje del otro, por ocupado que se esté”, recomienda, “hay que avisar de que no puede responder en ese momento y que lo hará después, porque hay que generar respeto y educación”. La experta señala que, en contra de lo que se pueda pensar, “las reglas con las aventuras y amantes tienen que ser más rígidas que las que se ponen con una pareja, ha de haber una mayor normativa”. ¿Por qué? Al no conocer tanto al otro, al no identificar sus silencios y sus descodificar sus reacciones, como sí que sabemos hacer con una pareja con la que llevamos ya un tiempo establecido, es más fácil echar a volar la imaginación y entrar en episodios de ansiedad. La psicóloga pone un ejemplo: “Si no responde, no hay que pensar de forma automática que no lo hace para tener un poder”.


¿Pueden dos personas con una actitud comunicativa online completamente opuesta tener una relación? La respuesta larga es sí: “Es necesario entender el lenguaje del amor de nuestra pareja”, dice Inma Brea. “Una relación puede sobrevivir a estas diferencias si ambas partes comprenden y respetan cómo el otro manifiesta su amor, comunica sus necesidades y establece compromisos”. O sea: no se trata de exigir al otro que responda al instante, sino de comprender que a veces no lo hace y saber que es parte de su personalidad sin asomarse al abismo del doble check azul (que en muchas redes indica que la otra persona ha recibido y además leído el mensaje), que a menudo pone a prueba los nervios de un amante.


“Tardar en responder un mensaje puede tratarse de un estrategia de control o de poder para sentirse superior al otro”, advierte la psicóloga Judith March. “En la técnica del tira y afloja, o tomarse un tiempo para responder al otro, se emplea el refuerzo intermitente: mostramos mucho interés por la persona en ciertos momentos y en otros momentos, no mostramos interés o nos ausentamos. Esta estrategia, a la larga, genera adicción”.


Antonio H. es un analista de datos de 39 años y lleva siete años con su pareja, que contesta a un porcentaje tan bajo de sus mensajes que a menudo cuando obtiene respuesta ha olvidado cuál era la pregunta. ”Si no estás preparado mentalmente, esto te afecta muchísimo porque piensas que eres el problema. Con el tiempo vas conociendo a la otra persona no te lo tomas como algo tan personal. Le he perdido el miedo a esa ausencia de respuesta e insisto cuando no me contesta una y otra vez hasta que responde. No me quedo de brazos cruzados pensando y dándole vueltas, como hacía al comienzo. Luego, obviamente, cuando ha habido una pelea o un enfado, sé que eso tiene algo que ver en su ausencia de respuesta. En resumen: si no estás bien cuando comienzas una relación con alguien así, te afecta mucho. Hay que ser fuerte para lidiar con eso y para intentar transformarlo”, explica.


En el otro lado de la balanza están quienes escriben constantemente. Tanto que agobian al otro. Cuando la asimetría conversacional es notable es esencial comunicarlo. “El ritmo en una conversación de WhatsApp se establece entre las dos personas, de la misma manera que cuando estamos conversando. Lo ideal sería que existiera una simetría e iniciar posibles temas de conversación que sirvan para conocer mejor a la otra persona. Hablar mucho demuestra interés hacia la otra persona y no es malo si ella también interacciona de manera similar. Cuando existe una cierta asimetría en la comunicación o la otra persona escribe de una manera excesiva, es importante que se lo comuniquemos, pues a la larga esto podría saturarnos y hacer que perdiéramos el interés”, dice Judith Merch. Inma Brea apunta que estos avisos y ruegos pueden, de hecho, ser la clave para una relación satisfactoria. “Las relaciones que funcionan lo hacen porque han atravesado momentos incómodos de ajuste. Si todo fluye con demasiada facilidad, es probable que uno de los dos esté cediendo demasiado”.



El emoji adecuado


Todavía no habíamos hablado de los emojis, esa forma de expresar cientos de sentimientos con un dibujo minimalista. Es importante tener en cuenta que en realidad, los emojis carecen de un significado, gramática o sintaxis establecidos. Sin embargo, vamos otorgándoles una semántica que para algunos se adentra en una suerte de lenguaje secreto e íntimo. En la quinta temporada del programa de telerrealidad de Netflix Love is Blind, uno de los participantes le dijo a su pareja que si al hablar con su ex se sentía incómoda, le enviara por WhatsApp el emoji del bidón de gasolina. “En realidad, ¿Quién lo usa? Por eso le propuse ese en concreto: porque así no levantaría sospechas al enviarlo y sólo nosotros conocemos su significado”, explicó después.


“Los emojis son símbolos que nos permiten dejar de utilizar el lenguaje verbal para comunicarnos y tienen la capacidad de evitar cargas emocionales. Por ejemplo, enviar un corazón en vez de un ‘te quiero’ es un recurso para no implicarse tanto o salir del paso”, explica Merch. Pero también advierte de que “el empleo excesivo de emojis puede impedirnos establecer vínculos más profundos y sólidos, ya que muchas veces solo consiguen acercarse de forma superficial a emociones y sentimientos”.


“La comunicación escrita carece del lenguaje corporal y los emojis tratan de suplir ese lenguaje corporal, por eso se han integrado tan bien en la comunicación escrita”, añade Merch. “Sin embargo, el empleo excesivo de emojis puede impedirnos establecer vínculos más profundos y sólidos”. Enviar un corazón o un rostro enfadado está muy bien, pero el camino a cualquier vínculo sólido pasa por comunicar de forma abierta que uno se siente amado o está cabreado.


Júlia Pascual recuerda que Paul Watzlawick, considerado uno de los padres de la Teoría de la Comunicación Humana y del Constructivismo, señala que la comunicación verbal no puede concebirse sin el contexto en el que se produce. “Aquí radica la complicación: en el momento en el que estamos comunicándonos en un chat, las personas están desdobladas, porque hay dos contextos: el digital y el de la vida real. La comunicación no es igual en el plano presencial que en el digital. Puede ocurrir que en la vida real alguien se comunique de forma cariñosa y afectuosa, pero al conectar en el plano digital, recurra a monosílabos. Lo recomendable es que en el contexto presencial dejes el móvil y te concentres en tu realidad, y cuando te conectes, hagas lo posible para que sea un momento en el que puedas entregarte para no ser irrespetuoso, sin cometer faltas de responsabilidad ni de respeto”, recomienda. En resumen, un “estoy ocupado, hablamos más tarde” puede evitar un abismo.





MARITA ALONSO
06 nov 2023 - 05:30  Actualizado:06 NOV 2023 - 08:21 CET
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