martes, 7 de noviembre de 2023

Tailandia acelera para ser el 'Detroit de Asia' ante la nueva era del coche eléctrico y la desconfianza en China


 

  • El país ha lanzado un ambicioso programa para que las empresas levanten fábricas
  • Toyota, Mercedes, BMW y las gigantes chinas ya tiene proyectos
  • El salario mínimo es de 231 dólares al mes frente a los más de 600 del gigante asiático


Huelgas, un panorama macroeconómico incierto, el despertar chino a medio gasla transición al coche eléctrico... el sector automovilístico atraviesa un momento de grandes desafíos que pueden desatar cambios históricos. En medio de todas estas aguas revueltas, un país quiere aprovechar este nuevo contexto para lanzar una ofensiva por la industria del motor que le consagre como el Detroit de Asia: Tailandia. Desde Bangkok se ha puesto en marcha un ambicioso plan para aprovechar tanto la situación geopolítica como económica de China, para convertirse en el gran referente del continente más grande del mundo en la producción de vehículos.

Tailandia ya es a día de hoy uno de los grandes productores a nivel mundial. El país de Indochina es la décima potencia mundial en el sector con más de 1.883 millones de coches producidos en 2022. La potencia oriental, que disparó la actividad de sus fábricas un 11% el año pasado se queda así a las puertas del noveno en liza, España, que produjo cerca de 2,2 millones de coches. Para Tailandia es su gran apuesta para emerger como uno de los grandes 'tigres' de la región, pues representa cerca del 10% del PIB y es el buque insignia del potente plan de industrialización que, de la mano del turismo, forman la punta de lanza de su desarrollo económico.

Ahora, los expertos en su gobierno se frotan las manos ante lo que ellos mismos definen como "el pez gordo" que la complicada situación geopolítica y económica de China ha hecho que pueda caer en sus manos. La nación ha puesto en marcha desde este mes de octubre un centro de "operaciones especiales" destinado a capturar las grandes inversiones del sector. Según Narit Therdsteerasukdi, secretario general de la Junta de Inversiones, el objetivo fundamental son los fabricantes chinos. Sin embargo, el objetivo final es convertirse en el país más atractivo para que cualquier empresa decida montar una fábrica.

"Los próximos años son una oportunidad de oro para que Tailandia atraiga inversiones aprovechando la reestructuración de la cadena de suministro global y las tendencias de reubicación. Debemos aprovecharlo", dijo Narit tras reunirse este mes con nuevos inversores potenciales en Beijing. "A partir de ahora intensificaremos nuestros esfuerzos".

Este nuevo departamento forma parte de un plan que lleva varios años en marcha y que llegó a su punto álgido este año, con la aprobación de una nueva ley del coche eléctrico que incluía recortes de impuestos y subvenciones para las empresas que decidan levantar sus fábricas en territorio tailandés. Entre estas medidas destacan una reducción masiva de los aranceles a estas compañías que van del 0% al 40% (dependiendo de lo que negocien con el estado). Entre los subsidios se encuentran ayudas de 2.700 euros por coche eléctrico a los compradores.

Con estas medidas el país de momento ha conseguido convertirse en el líder indiscutible de todo el sudeste asiático, logrando que el 50% de las ventas de coches correspondan a vehículos eléctricos. Aunque el objetivo final es mucho más ambicioso y pasa por lograr en 2030 ser el responsable de 2,5 millones de coches eléctricos producidos. En parte, gracias a las industrias china y Occidental que encuentran en esta nación un elemento alejado de la geopolítica y una mano de obra muy barata.

Atraer a la industria china con el modelo 'Made in China'

China es, con diferencia, la mayor máquina de producir coches sobre la faz de la tierra. El gigante asiático es el responsable de 27 millones de coches producidos en 2022, casi el triple que el segundo, Estados Unidos, que produjo este año cerca de 10 millones de automóviles. Los siguientes son Japón (7,8 millones), India (5,45 millones), Corea del Sur (3,68 millones) y Alemania (3,67 millones).

La enorme expansión de la industria china durante los últimos años se basó en dos grandes fenómenos. Una expansión de una industria nacional para cubrir la creciente demanda de una clase media que empezaba a surgir y la gran rentabilidad de unas fábricas que ofrecían una mano de obra mucho más barata. Sin embargo este último punto se está debilitando fuertemente, la mano de obra china ya es mucho más cara que las de los países del sudeste asiático, donde es más rentable formar una factoría.

Este modelo 'made in china' parece estar agotándose. "El planteamiento funciona siempre y cuando los productos estén fabricados en China y se vendan en China, pero el modelo de negocio de producir allí y exportar ya no es viable", señaló el presidente de Kyocera, Hideo Tanimoto, en una entrevista con Financial Times.

El salario mínimo de Tailandia es de unos 231 dólares al mes

Según defiende The Economist Intelligence Unit "las empresas están diversificando sus planes respecto a sus cadenas de suministro frente a la situación actual. "Una economía que se debilita, sanciones comerciales recíprocas, un posible conflicto por Taiwán... Hay muchas razones para que las empresas reduzcan las operaciones en China", dice Derek Scissors, miembro del grupo de expertos del American Enterprise Institute (AEI).

Incluso las propias empresas chinas están abriendo sucursales en países donde la mano de obra es más barata. Fabricantes de teléfonos como Oppo, Vivo o Saic han ido abriendo plantas en la India, mientras que el propio Gobierno de Bangladesh celebraba que solo en los primeros meses de 2023 logró atraer 770 millones de dólares en proyectos de plantas textiles de empresas chinas. Esto es debido a que los salarios del país rondan los 120 dólares frente a los 670 que se pagan en el gigante asiático.

Esto que India, Bangladesh u otros países están logrando con otras industrias es lo que quiere conseguir Tailandia en el motor. Y ve una importante oportunidad actualmente, pues la implantación del coche eléctrico enfrenta a las compañías a la necesidad de levantar nuevas plantas que sean la referencia de una nueva era para toda la industria. En ese sentido, aunque no es tan bajo como el de sus vecinos, el salario mínimo es de unos 231 dólares al mes.

Toyota, Mercedes, BMW y las gigantes china

Todos estos motivos han provocado que gigantes del sector como Toyota, hayan puesto el ojo en este país que, además, cuenta ya con una buena infraestructura al ser un importante productor. A comienzos de año la empresa anunció que, para competir mejor contra sus rivales iba a abandonar su plan de producir solo en Japón y China para abrir plantas en Kentucky, Carolina del Norte, Francia, República Checa y Turquía. Aunque antes de llegar a estos países, avisó que su primera apertura sería en Tailandia, en 2023, el país que quería convertir en el eje neurálgico de sus camionetas eléctricas, un modelo muy demandado en mercados emergentes.

Mercedes-Benz, por su parte, también cerró un acuerdo con el país a comienzos de 2023 para fabricar vehículos eléctricos en este país. En particular, la empresa fabricará en su planta de Samut Prakan todo tipo de sus principales modelos eléctricos. BMW anunció en las últimas dos semanas que terminará su plan para levantar una planta en el país. Se espera que la decisión ya esté aprobada en el próximo mes.

También empresas chinas como Changan Automobile y Great Wall Motors cerraron recientemente la apertura de diversas fábricas en el país del sudeste asiático. La primera, socia en Asia de Ford y Mazda, accedió a en verano a levantar un planta en el país. El segundo levantará una plan de 242 millones de dólares para una factoría de ensamblaje y un centro de investigación de baterías. Por su parte SAIC, la empresa más grande de toda china en la fabricación de coches, ha inaugurado este jueves su primera planta en territorio tailandés.

De momento parece haber logrado con éxito atraer a una gran cantidad de empresas para engrosar su tejido productivo. Los próximos años serán determinantes para ver si el modelo taiwanés puede asentarse como un destino agradable tanto para Occidente como para China y consigue su objetivo de convertirse en un hub mundial de la automoción eléctrica.