sábado, 25 de noviembre de 2023

LA SOLEDAD INEVITABLE: Por qué a veces nos sentimos solos aunque vivamos rodeados de seres queridos



Foto: iStock.



La sensación de desconexión incluso con la gente que te conoce bien puede pasar factura al bienestar personal. Pero nada comparado a perder a la gente que te vio crecer y el lugar en el que os conocisteis




Estar solo no es lo mismo que sentirse solo. La soledad es un sentimiento muy amplio que depende de nuestra circunstancia vital concreta, y que también alude a un conjunto de sensaciones que no tienen por qué ser negativas. Sin embargo, generalmente se muestra como una emoción humana muy intensa que acaba siendo la causa o consecuencia de diversos trastornos mentales, sobre todo de la depresión. Cuando pensamos en la soledad, nos pueden venir a la cabeza distintas imágenes para ilustrarla: una anciana que pasa sus días frente al televisor sin nada que hacer, un adolescente que mira por la ventana cómo otros de su misma edad se divierten con amigos mientras se hace a la idea de que pasará un verano solitario o un hombre de mediana edad al que el trabajo le come la mayor parte de su jornada y ha empezado a perder la esperanza de encontrar conexión genuina con alguien especial.

Todo esto son imágenes prototípicas de las que se nutre el imaginario de la soledad. A estas habría que añadirles otras más acordes a los tiempos que nos ha tocado vivir, como por ejemplo un scroll de Instagram infinito que sustituye al plano del adolescente mirando por la ventana y que simboliza el FOMO. Pero también otras escenas más paradójicas de ese espíritu solitario, como el hecho de estar en una fiesta repleta de gente, amigos y conocidos, y estar en una esquina triste y aburrido. De hecho, hay un meme que simboliza un momento similar. La soledad es un sentimiento en ocasiones inevitable, que aparece sin pretexto, sin avisar y sin ninguna razón objetiva. De ahí que tenga una dimensión tan amplia con múltiples significados.

¿Por qué podemos sentirnos solos y desatendidos incluso cuando tenemos gente alrededor que se preocupa por nosotros y nos quiere? Esta es una de las preguntas que se hace Kaitlyn Creasy, profesora de filosofía en la State University de California, en un reciente artículo de la revista Aeon en el que analiza y disecciona este sentido inevitable de la soledad en primera persona. "Cuando volví a casa después de mi semestre de estudios en el extranjero, volví a tener una red sólida de amistades", relata. "Estaba rodeada por un grupo firme de personas que me reconocían y afirmaban mi valor incondicional como ser humano. Sin embargo, sufría de soledad. Estaba muy cerca de mis amigos y familiares, pero me sentía más sola que nunca".


Una desconexión extraña

Creasy cita al también filósofo (en este caso del prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts) Kieran Setiya para ahondar en lo que significa sentirse solo incluso cuando hay gente alrededor con las que nos une cierto afecto. Podemos sentirnos aislados físicamente del mundo (por ejemplo, alguien que se marcha a trabajar o estudiar fuera de su ciudad de origen y no dispone de relaciones sociales sólidas), pero no emocionalmente (ya que ese alguien puede mantener el contacto con los seres queridos a través de teléfono o videollamadas). Entonces, sentirá dolor al sentirles lejos. Pero... ¿Qué sucede en el caso contrario?


La soledad puede ser más latente cuando la gente gira alrededor de nosotros, pero nos sentimos desvinculados sin saber por qué


Esto es lo que le ocurrió personalmente a Creasy, que es esa sensación de soledad típica que aparece cuando te reencuentras con tus familiares y amigos después de una experiencia en la que has puesto a prueba tus habilidades de adaptación o has conseguido explorar más a fondo tu identidad. Es decir, la soledad que puede sentir un estudiante que vuelve de un Erasmus; a pesar de reencontrarse con la gente que le conoce y que siempre ha estado ahí, se siente solo o desgajado de ellos al haber vivido una transformación personal tan grande como para no ser el mismo que el que partió. Y que, por tanto, sus amigos ya no le pueden satisfacer intelectual o emocionalmente tanto como lo hacían antes.

Esta sensación de soledad paradójica nos demuestra que este sentimiento se puede justificar de muchas formas, incluso cuando no hay una razón objetiva de peso, lo que afirma su verdadera razón de ser: "una experiencia subjetiva de estar solo o desconectado de los demás", como afirma Setiya. Nos duele no recibir la aceptación de los demás, vivir recluidos, que nos nieguen la compañía... todo esto tiene que ver con el grado más simple de desconexión social indeseada. Pero también la soledad aparece, y puede ser más latente, cuando estamos bien reconocidos y acompañados, cuando la gente gira alrededor de nosotros, pero nosotros nos sentimos desvinculados sin que sepamos muy bien por qué.


Solastálgicos perdidos

Sucede algo parecido con la nostalgia. El filósofo Grafton Tanner, en su libro Las horas han perdido su reloj (Alpha Decay, 2022), habla de este sentimiento como algo perenne de nuestra época, exponiendo distintas situaciones históricas, sociales y políticas, para comprender por qué, aunque recuperemos ese paraíso perdido que echamos de menos, seguiremos sintiéndonos nostálgicos. Precisamente, en ese mismo título dedica un episodio a hablar de la solastalgia, un término acuñado por Glenn Albrecht que fusiona ambos sentimientos (soledad y nostalgia) para describir la angustia que supone la degradación ambiental del entorno en el que hemos crecido.

En palabras de Albrecht, la solastalgia es "la añoranza por el hogar que se siente en el hogar". Y, según Tanner, "una pena profunda que se relaciona con el hecho de ver cómo tu hogar te resulta cada vez más ajeno con el paso del tiempo". El término se refiere específicamente a las personas más afectadas por los desastres ecológicos en sus zonas de origen, pero también a los vecinos que sufren la gentrificación o los civiles inocentes que tienen que mudarse de su ciudad natal por culpa de la guerra. Ambos autores coinciden en señalar que la solastalgia la sufren aquellos que no pueden marcharse de un lugar en el que nacieron, y la angustia que sienten al ver cómo ha cambiado tanto. "Se marchan vecinos y amigos, aparecen extraños rostros de ejecutivos en el barrio, suben los precios y el paisaje queda asolado; no es de extrañar que quienes no pueden abandonar sus casas se sientan solastálgicos", sostiene Tanner.


Siempre puedes deshacer viejos vínculos hablando de forma directa sobre el cambio de tu personalidad


Por tanto, la soledad que expone Creasy tiende a experimentarse cuando sentimos que esos amigos que nos conocen bien y nos quieren de pronto ya no cubren con nuestras expectativas intelectuales o emocionales, mientras que la solastalgia de Albrecht es todo lo contrario: echamos de menos esas personas que formaron parte de nuestro crecimiento personal pero ya no están y, sobre todo, los lugares que nos vinculaban a ellas.


Personas solitarias en lugares abarrotados

"Cuando regresé de Italia, había desarrollado nuevas necesidades que no quedaban satisfechas cuando llegué a casa", expresa Creasy en su artículo. "Mis amigos no poseían los marcos conceptuales para hablar del absurdismo o de los sonetos de amor italianos del siglo XIII, simplemente no eran cosas en las que habían estado pensando. No les culpé; esperar que se preocuparan por lo que me interesaba era ridículo. Aun así, sin ese marco compartido, me sentía incapaz de satisfacer mi necesidad de compromiso intelectual y comunicar a mis amigos la plenitud de mi vida interior, que fue superada por valores que moldearon mi forma de ver el mundo. Me sentí sola".

Lógicamente, en comparación con la solastalgia, que a menudo se desata por cuestiones trágicas desde el punto de vista humanitario, la soledad a la que se refiere Creasy puede parecer un tanto superficial o menos intensa. Sería un error juzgarla de ese modo, ya que no hay forma de medir la intensidad de las emociones. Lo que sí es cierto es que puede revertirse, es decir, tiene solución, mientras que la solastalgia no. Siempre puedes deshacer viejos vínculos comportándote de manera pasiva o hablando de forma directa sobre el cambio de tu manera de ser e intereses. La solastalgia, en cambio, apela más al sentir nostálgico y, por ende, el único remedio a simple vista es intentar seguir adelante como se pueda.



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