Imagen de archivo de Jane Goodall. (EPA)
Charlamos con la etóloga británica sobre cómo puede afectar la naturaleza a nuestra salud, los riesgos de las estabulaciones intensivas y otras cuestiones de preservación ambiental
En 1960, Jane Goodall (Londres, 1934) pisó por primera vez el parque nacional Gombe Stream. En Tanzania, la etóloga inglesa y mensajera de la paz de la ONU empezó su pionera investigación sobre el comportamiento de los chimpancés, que duraría más de 60 años y cuyos descubrimientos sobre la similitud de los primates con los humanos supusieron un hito científico.
Esta veterana activista, icono de la protección de los animales y la lucha feminista, fundó su propia organización para la conservación de la vida silvestre, el Instituto Jane Goodall. Desde este último creó el programa global Roots and Shoots (Raíces y Brotes), que quiere motivar a las nuevas generaciones a implicarse en proyectos que ayuden a sus comunidades y contribuyan a frenar la pérdida de biodiversidad que amenaza el planeta.
La Dra. Goodall ha participado este jueves en Madrid en la presentación del primer informe One Health, que está realizando la Cátedra Sanitas Salud y Medioambiente de la Universidad de Navarra. Durante su conferencia, la etóloga se ha mostrado clara en la relación entre nuestro entorno y el bienestar: "Nuestra salud depende de la salud de nuestro planeta". Tras su participación en el evento, charlamos con la doctora sobre el desconocimiento de cuánto puede afectar la naturaleza a la salud de la población, los riesgos de las macrogranjas y más cuestiones de preservación ambiental.
P. Decía en su conferencia que el ser humano está muy desconectado del medioambiente, ¿pero también lo está sobre cómo puede afectar a su salud? Especialmente teniendo en cuenta que acabamos de vivir una pandemia que todo indica que tiene origen en la propia naturaleza, en un animal.
R. Creo que hay muchísima desconexión y muchísima falta de información en general; y en particular sobre que los seres humanos podemos coger enfermedades de los animales.
Está claro que el ser humano debería ser mucho más consciente de que los animales nos pueden pasar muchas enfermedades, especialmente después de la última pandemia del covid-19, ya que salió de un animal en un mercado chino que saltó al ser humano y ahí se hizo un vínculo con las células y se creó la enfermedad.
"Deberíamos ser mucho más consciente de que los animales pueden pasarnos muchas enfermedades"
P. ¿Y por qué, a pesar del covid, no somos conscientes de la importancia que tiene la naturaleza para nuestra salud?
R. La razón principal es que los seres humanos no queremos creer que nos puede afectar, ni que la relación con los animales puede generarnos enfermedades. Pasa algo similar a la época en que había muchos negacionistas del cambio climático, cuando mucha gente no quería creer la incidencia que podía tener.
Posiblemente pienses que en España sí que se sabe de dónde vino la pandemia, qué es lo que la causó. Pero en la humanidad en general hay muchísima ignorancia y la gente no sabe qué es lo que provocó la pandemia del covid-19.
P. En España llevamos mucho tiempo debatiendo sobre las macrogranjas por cuestiones de salud, medioambientales y bienestar animal, ¿usted cree que se deberían cerrar?
R. Hay tres razones fundamentales por las que habría que cerrar las macrogranjas.
Una es el riesgo de contaminación y de contagio de enfermedades que pasen de los animales a los seres humanos. Y hay muchos ejemplos.
La segunda razón es la crueldad. Hay un maltrato al animal y una crueldad tremendos. Cualquiera que visite una de esas granjas se quedará impresionado de ver cómo se puede tratar así a un animal. Sobre todo, ahora que ya sabemos perfectamente que los animales sí que tienen sentimientos, que pueden sentir miedo, agobio, estrés… Antes sabíamos que los perros tienen sentimientos, pero se ha demostrado que los cerdos también…
P. Y la tercera razón…
R. La tercera razón está relacionada con el agua y los combustibles fósiles. Por un lado, se necesita mucha agua para convertir la proteína vegetal en proteína animal. Por el otro, los combustibles que se emplean para que los granos lleguen a las granjas para alimentar a los animales, posteriormente para producir la carne y finalmente para que esta llegue a la mesa.
A todo esto hay que sumarle que todas estas granjas, con la cantidad enorme de animales que tienen, producen muchísimo metano, que genera un efecto invernadero horrible.
P. En cuanto a los sentimientos que pueden tener los cerdos, en su conferencia nos ponía un ejemplo perfecto con Pigcasso…
R. Así es. Una mujer, que tiene un santuario de animales, salvó a un cerdo que estaba destinado a convertirse en beicon. Ella es pintora de cuadros y se dio cuenta de que el cerdo, al que había salvado y tenía a su cargo, la miraba mientras pintaba. Entonces le puso un pincel en la boca delante de un lienzo y el cerdo empezó a pintar.
El cerdo, que se llama Pigcasso, ya ha hecho dos exposiciones y sus cuadros se están vendiendo por 5.000 euros. Yo tengo un cuadro original suyo.
P. ¿Cuál es el mayor riesgo al que se enfrenta el mundo actual?
R. Es difícil la pregunta, pero yo diría que el mayor peligro es que no tomemos ninguna medida ante la situación actual.
Hay varias cuestiones interrelacionadas: hay problemas con el cambio climático, la falta de biodiversidad, la pobreza, un estilo de vida insostenible por parte de los más ricos, cada vez hay más gente y más ganado en el planeta…
Además, debemos tener en cuenta que los recursos naturales son finitos, y a pesar de ello los estamos utilizando como si estuvieran para siempre.
P. ¿Qué mensaje le mandaría a la sociedad para tener un mejor mundo?
R. Les diría que cada día que pasa ejercemos un impacto en el planeta y somos nosotros los que tenemos que decidir cómo debe ser ese impacto.
Posiblemente, pienses: “¿Para qué voy a apagar la luz si en el fondo tampoco tiene tantísimo impacto?”. Pero no solamente eres tú el que apagas la luz al salir de una habitación, sino que hay millones y millones de personas que la están apagando también, y eso sí que crea el impacto.
P. ¿Y a la hora de hacer una compra?
R. Es muy importante que la gente sea consciente en el momento de comprar un producto de varias cuestiones. Primero si lo que están comprando daña el entorno. Segundo, tienen que ver si para su producción han sido crueles con los animales. Y en tercer lugar, también ver si han utilizado mano de obra barata.
Entonces cada persona debe decidir si verdaderamente lo compra pagando X o si va a comprar otra cosa con mejores condiciones pagando X más uno.
A todos ellos, debemos recordar que uno de los problemas más grandes que tenemos son los residuos, el desperdicio, la basura...
P. Más allá del impacto individual que comenta, en realidad las grandes compañías son las que generan la mayor parte de la contaminación…
R. Indudablemente son las grandes compañías las que tienen un impacto mayor. Pero las empresas a su vez están formadas por muchas personas individuales. Hay que formar a estas personas para que vayan actuando de una forma concienciada. Eso es lo que va a hacer a la larga que sean las empresas y sus individuos los que reduzcan el impacto.
P. ¿Cómo le gustaría que la recordasen?
R. En primer lugar, me gustaría que me recordasen por haber ayudado desde la ciencia a trasmitir el mensaje a todo el mundo de que los animales, igual que nosotros, tienen sentimientos… Que pasan pena, alegría, miedo… y que debemos dejar de tratarlos mal.
La segunda cosa de la que estoy muy orgullosa es de haber comenzado el programa Roots and Shoots y que este siga adelante.
Y, sobre todo, me gustaría que me recordasen por trasmitir esperanza a la gente.
www.alimente.elconfidencial.com/bienestar/2023-11-23/entrevista-jane-goodall_3780360/