La celebración de un 30 cumpleaños (iStock)
No todo el mundo celebra el paso del tiempo. Muchas personas sufren cronofobia y es posible hacerle frente, pero para ello hay que hablar de la muerte
Cumplir años es algo que la gran mayoría de la gente celebra, significa que sigues vivo, un año más. No obstante, hay edades que son más bonitas que otras; incluso las hay que dan miedo. Pasar a ser 'un cuarentón' es algo que asusta, y mucho, pero, ¿por qué? ¿Por qué nos da tanto miedo cambiar de década?
Cuando tenemos veintipico nos aterra llegar a los 30 años, cuando somos treintañeros nos da pánico cumplir 40, y así sucesivamente. Son muchos los elementos de nuestra identidad que están ligados a la década en la que nos encontramos y, cuando cruzamos esa línea, se tambalean: "Conformamos nuestra identidad por el contexto, nuestro contexto", explica Raquel García, psicóloga, experta en Psicoterapia Integradora, Trauma y Apego, a El Confidencial.
Dolly Alderton, en su libro Todo lo que sé sobre el amor, habla también del miedo que experimenta al cumplir 30 años y de cómo llegar a esa cifra hace que todo a su alrededor cambie: "Siempre lloraré la pérdida de la sensación de ser adolescente y veinteañera y tener a mi disposición infinitos minutos vacíos, días ilimitados por delante", explica en la novela. Su identidad se desestabiliza hasta el punto de no ser capaz de comprarse ropa porque siente que nada se adecúa a su "nuevo estilo de treintañera".
No obstante, la protagonista se da cuenta de que no es ella la única a la que le aterra el paso del tiempo, que esto es algo que han experimentado también Sylvia Plath o David Foster Wallace, que a los 33 años escribió en Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer: "A medida que el tiempo se acelera, mis opciones disminuyen y las descartadas se multiplican exponencialmente hasta que llego a un punto en la enorme complejidad de ramificaciones de la vida en que me veo finalmente encerrado y atrapado en un camino y el tiempo me empuja a toda velocidad por fases de pasividad, atrofia y decadencia hasta que me hundo por tercera vez, sin que la lucha haya servido para nada, ahogado por el tiempo".
Sylvia Plath, en La campana de cristal, a los 29 años, también relata una sensación parecida: "Vi mi vida extendiendo sus ramas frente a mí, como la higuera verde del cuento. De la punta de cada rama, como si de un grueso higo morado se tratara, pendía un maravilloso futuro, señalado y rutilante. Un higo era un marido y un hogar feliz e hijos, y otro higo era un famoso poeta, y otro higo era un brillante profesor, y otro higo era Europa y África y Sudamérica, y otro higo era Constantino y Sócrates y Atila y un montón de otros amantes con nombres raros y profesionales poco usuales, y otro higo era una campeona de equipo olímpico de atletismo, y más allá y por encima de aquellos higos había muchos más higos que no podía identificar claramente".
Y continúa: "Me vi a mí misma sentada en la bifurcación de ese árbol de higos, muriéndome de hambre solo porque no podía decidir cuál de los higos escoger. Quería todos y cada uno de ellos, pero elegir uno significaba perder el resto, y, mientras yo estaba allí sentada, incapaz de decidirme, los higos empezaron a arrugarse y a tornarse negros y, uno por uno, cayeron al suelo, a mis pies".
"Nos da miedo lo incierto y el paso del tiempo nos expone ante una de las mayores incertidumbres que tenemos"
El paso del tiempo lleva años atormentando a generaciones y generaciones y Raquel García asegura que se debe a que "nos da miedo lo incierto y el paso del tiempo nos expone ante una de las mayores incertidumbres que tenemos, no sabemos qué acontece detrás y nos da miedo el cambio y ante eso, por pura supervivencia, generamos resistencia".
Lo que supone cumplir años
No es cumplir años, de manera aislada, lo que nos asusta, sino el ir acumulando experiencias: "No me atrevería a poner el paso del tiempo como uno de los principales factores de que pueda haber más depresiones a ciertas edades avanzadas, sino que al haber vivido más años, son más las experiencias a las que la persona ha estado expuesta y muchas de ellas han podido sobrepasar sus recursos", asegura Raquel García.
En esto coincide con ella Dolly Alderton en su libro ya citado: "Cuanto más mayor te haces, más bagaje emocional llevas contigo. Cuando sales con alguien a los 25, todo el mundo llega con una maleta de mano ligera. En ella puede que encuentres un par de exnovias, un leve complejo de Edipo y, quizás, hasta un ligero miedo al compromiso. Cuando sales con alguien a partir de los 30, prepárate para encontrarse con una mochila de 250 kilos rebosante de historias, complicaciones y exigencias".
Cuando cambiamos de década, nos paramos y reflexionamos más sobre el paso del tiempo. Dejamos de pertenecer a una década para formar parte de la siguiente y, socialmente, este cambio viene acompañado de unas determinadas exigencias. Por ejemplo, en la década de los 30 "tienes que" casarte y tener hijos, es lo que socialmente te toca y desafiarlo cuesta: "Cuando cambiamos de década, de alguna forma es como si cerráramos un círculo, lo completamos y lo podemos guardar, lo podemos clasificar", empieza explicando García.
"Lo nuevo nos aterra por todo lo que requiere de nosotros para adaptarnos a eso"
Prosigue: "Al cerrarlo, hay una muerte, es una muerte simbólica que en principio deja paso a que venga otra cosa, pero de nuevo esto nos expone a tener que integrar algo diferente, algo nuevo y lo nuevo muchas veces nos aterra por todo lo que requiere de nosotros para adaptarnos a eso. Entonces sí, somos un poco más conscientes del paso del tiempo al cambiar de década porque, de alguna manera, el cerrar una década es como si nos recolocara, nos permite cerrar ese episodio, se termina el episodio y comienza uno diferente".
Superar la cronofobia
La cronofobia es un tipo de fobia específica en la que el paso del tiempo es el estímulo que causa temor extremo. Las personas con esta alteración presentan un temor irracional, excesivo e incontrolable hacia el paso del tiempo. Las personas que experimentan este miedo, según García, también sufren por la muerte, por lo incierto: "En nuestro contexto, en nuestras sociedades occidentales, vivimos la muerte como algo alejado totalmente de nosotros. Vivir tan separados de esto, nos hace, por un lado, negarlo, la muerte es un tabú, y, por otro lado, se le teme".
Para superar la cronofobia es fundamental integrar la muerte en la vida y darle espacio en nuestras conversaciones
"Algo que puede integrar muy bien el paso del tiempo a la propia existencia son los rituales, los ritos de paso, que en tantas otras culturas sí que están muy presentes. Estos nos pueden llegar a permitir integrar lo viejo y lo nuevo para posicionarnos en el punto en el que estamos ahora y poder seguir caminando hacia delante. Entender que eso ya ha pasado, pero forma parte de mí", recomienda Raquel García, que insiste en que para superar la cronofobia es fundamental hablar de la muerte, integrar la muerte en la vida y darle espacio en nuestras conversaciones.
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