lunes, 18 de abril de 2011

El día que los EE UU abandonaron a Cuba

Foto ppor Efe  from larazon.es

Fidel Castro da órdenes a sus soldados en el último día de las batallas

Estados Unidos planeó derrocar a Castro con una invasión encabezada por cubanos. Uno de los participantes cuenta el fracaso más sonado de Kennedy.
Cuando Félix Rodríguez Medigutia, de 70 años, tiene que deletrear, utiliza el lenguaje de desambiguación alfabética internacional de transmisión de voz para marina, aviación y servicios civiles y militares. No importa que, como en este caso, sea simplemente para dar su correo electrónico: «Alfa, Tango, Tango, Noviembre, Echo», indica este cubano de origen vasco.

A sus espaldas, tiene décadas de misiones con la CIA. Destaca su participación en la operación de Bahía de Cochinos organizada por Washington, la crisis de los misiles, Bolivia, Vietnam, Ecuador o El Salvador. Pero, sobre todo, la que le hizo famoso: la captura del Che Guevara. Rodríguez fue quien interrogó al argentino antes de que lo ejecutara el suboficial boliviano Mario Terán. Fue Rodríguez quien comunicó al Che la orden de su fusilamiento, que venía del presidente de Bolivia, y también a su ejecutor, Terán, que él era quien tenía que aplicar el castigo. «Cuando llegué el 9 de octubre (a la escuela de la aldea de La Higuera en Bolivia, donde estaba el Che) tenía ideas mixtas. Era el señor que había hecho tanto daño a mi padre y ejecutado a tanta gente. Pero cuando entré en la habitación vi a un pordiosero, no tenía ni siquiera botas. Tenía unos pedazos de cuero amarrados a los pies. Sentí lástima por él. Yo recordaba la imagen de una persona arrogante en aquellos grandes abrigos en Moscú y en la China comunista. Y me dio pena», relata el cubano, que fue policía secreto de Fulgencio Batista entre 1958 y 1959.

Ya retirado, ahora preside la Asociación de Miami de Veteranos de Bahía de Cochinos, cuya invasión cumple estos días su cincuenta aniversario. También conocida como la de Playa Girón, esta operación con tropas financiadas, entrenadas y dirigidas por la CIA fue firmada en un principio por Dwight D. Eisenhower en 1960, aunque se lanzó cuando John F. Kennedy estaba en la Casa Blanca, el 17 de abril de 1961. Su objetivo era invadir Cuba para formar posteriormente un gobierno provisional y buscar el apoyo de la OEA y el reconocimiento de la comunidad internacional. Nada de esto tuvo lugar. Y después se levantaron monumentos a lo que Fidel Castro consideró «la primera gran victoria de América Latina contra los yanquis».

Las tropas de Fidel Castro pudieron con estos mercenarios en tres días. Cuando el presidente John F. Kennedy, preocupado por la imposibilidad de negar la participación norteamericana en este asalto, bloqueó el apoyo acordado en un principio, los anticastristas supieron que era el fin de su misión. La negativa de Kennedy fue la simiente de un resentimiento que ha crecido con los años y profesan la gran mayoría de los cubanos de Miami a los demócratas. Este odio ha marcado el destino de la política en Florida y, a veces, de la de Estados Unidos. Los cubanos de Miami culpan a los del partido de Kennedy y al comunismo de casi todos los males que asolan la isla, como se refieren a Cuba.


Liberar Cuba

Félix Rodríguez espera volver a su país, tierra que  ha marcado su estilo de vida. De familia adinerada, estudió en Pensilvania (Estados Unidos). «En el 59 dejé mis estudios y me incorporé en la primera operación en contra de Castro en la Legión Anticomunista en República Dominicana. Después de que aquello fracasara, regresé y me gradué de High School (Bachillerato, en español)», recuerda. Luego, presentó una solicitud para estudiar ingeniería en Miami. Pero el afán de liberar Cuba de la familia Castro se volvió a interponer en su vida. «Al llegar a Miami, los jóvenes nos percatamos de que existía un lugar de cubanos para reclutar gente que iba a ir a algún lugar de América del Sur para preparar una operación en contra de Cuba. Y entonces, en vez de ir a la Universidad decidí que eso era más importante. La liberación de mi patria. Resultó ser en los campamentos de Guatemala y después nos enteramos de que era cien por cien apoyada por el gobierno norteamericano», explica sobre la operación en la que se presentó como voluntario para matar a Fidel Castro con la Brigada 2506.

Entonces no lo sabía, pero Félix Rodríguez había sido preparado por la CIA para que se infiltrase en Cuba semanas antes de la operación de Bahía de Cochinos. Fue enviado para organizar el movimiento terrorista anticastrista y respaldar la invasión que diese paso a una intervención abierta de Estados Unidos. Supo de la gran incursión cuando estuvo en La Habana. La CIA tenía miedo de cualquier filtración de la operación. Y no explicó nada.
Tras el fracaso, en noviembre de 1961, el inspector general de la CIA Lyman B. Kirkpatrick elaboró un informe, que permaneció clasificado hasta 1996: «Estudio de la Operación Cubana». Sus conclusiones del fallo se explicaron por la falta de implicación de los líderes sobre el terreno, la mala comunicación interna, el insuficiente personal cualificado, las pocas personas que hablasen español, la falta de planes de contingencia y los fallos en la organización de la resistencia de Cuba.

De forma menos elaborada, pero con la experiencia de haber estado sobre el terreno, Rodríguez recuerda que «uno de los errores grandes fue que ellos (por los estadounidenses) no permitieron que ningún cubano participara en el planeamiento de la invasión. Ellos tenían el concepto de que John Wayne nunca pierde. El planeamiento fue un desastre porque muchos no tenían un conocimiento real de Cuba. Por ejemplo, nuestra gente les señaló en las fotografías aéreas donde estaban los corales porque habían pescado allí. Y el coral raja la parte de debajo de las lanchas. Ellos dijeron que no, que era el reflejo de las nubes. Nuestra  gente les insistió y cuando hubo el desembarco el coral cortó por abajo las lanchas. Se suponía que los aviones del portaaviones que estaba enfrente nos iba a dar cierta cobertura y hubo un error en el cambio de hora GMT y nosotros llegamos una hora antes y no tuvimos apoyo. Fue cuando (las tropas de Castro) nos tumbaron el primer avión en Bahía de Cochinos», recuerda ahora.

Este ex espía admite que estaba ilusionado, convencido de que iban a ganar a Fidel. Pero se equivocó y tuvo que esconderse hasta el 26 de abril. Fue cuando se trasladó en el coche del embajador español a la embajada de Venezuela. Y de allí se marchó a Caracas en septiembre. «Cuando terminó esa operación, en 1962, me casé con mi señora y me puse a trabajar en una posición normal. Sin embargo, con la crisis de octubre (por la de los misiles), me llamaron de emergencia. Querían que me tirara en paracaídas cerca de una base soviética en Santa Clara para que pusiera una radio y que los norteamericanos pudieran atacar la base con precisión. Y, bueno,  dejé el trabajo, me metí en un hotel con dos compañeros más para prepararlo todo. Y cuando estábamos listos, vino la cancelación porque Krhurshchev había dado marcha atrás a los barcos que llevaban los cohetes para Cuba. Y entonces ya me quedé con ellos (por la CIA), –relata Félix Rodríguez de sus misiones– trabajé en Bolivia, Venezuela…», Muchas veces por el amor que profesa a Cuba, pero siempre por su odio al comunismo y lo que representa Fidel Castro.

Washington-La Habana, relaciones imposibles
En plena Guerra Fría, Estados Unidos nunca pudo evitar mirar de reojo el triunfo de la Revolución Cubana. Sobre todo después de que esta isla del Caribe estuviese bajo su influencia tras lograr independizarse de España con su ayuda. Washington desconfió desde el principio del nuevo gobierno castrista, no sólo por su afinidad a la Unión Soviética, sino por su interés en prestar ayuda a otras revoluciones que extendiesen el comunismo en el resto de Latinoamérica. El presidente Dwight Eisenhower ordenó el apoyo de organizaciones anticastristas cuya misión fuese derrocar al gobierno cubano, la CIA intentó asesinar a Fidel Castro en diferentes ocasiones y se decretó un embargo económico. Todo esto llevó a la ruptura de relaciones entre los dos países. Pero a Washington no le parecía suficiente. Por eso, Eisenhower ordenó a la CIA la organización de una unidad paramilitar compuesta por exiliados cubanos que luego, con John F. Kennedy, daría lugar a la fracasada Invasión de Bahía de Cochinos.
Por Marta Torres New York from larazon.es 16/04/2011

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