Foto from kaosenlared.net
En una cena reciente entre varias buenas amigas, comenzamos a compartir nuestras historias de amor, al estilo de “Sexo en la ciudad.”
Una de nosotras había estado relacionándose con un occidental por algún tiempo y al fin decidió mudarse junto a él.
“Bien por ti,” exclamamos a una voz, tras lo cual una le preguntó, “¿y cómo harán con el alquiler cuando te mudes?” “Iremos a medias,” contestó la interpelada.
Una de nosotras había estado relacionándose con un occidental por algún tiempo y al fin decidió mudarse junto a él.
“Bien por ti,” exclamamos a una voz, tras lo cual una le preguntó, “¿y cómo harán con el alquiler cuando te mudes?” “Iremos a medias,” contestó la interpelada.
Enseguida noté un gesto de ligera sorpresa en las demás chicas.
Las sorprendidas por aquella división de pago entre novio y novia fueron las que nunca se habían relacionado con extranjeros.
Comparados con los occidentales, los hombres chinos parecen más dispuestos a asumir el papel de provedores financieros. No es mi propósito apegarme a estereotipos, y estoy segura de que hay excepciones, pero la generalidad de las muchachas chinas son menos tímidas al admitir que juzgan a los hombres por sus cuentas bancarias, mientras que éstos parecen aceptarlo como lo más natural del mundo.
Si usted ve la TV o va a esos parques públicos de Beijing donde se concertan citas amorosas, verá a numerosos solteros anunciándose con etiquetas al estilo de “gano 200.000 yuanes ($30.462) al año” o “tengo apartamento de dos dormitorios en el distrito de Haidian.” El mercado de las citas sentimentales en China tiene etiquetas de precios bien claras.
Mis padres han estado casados por más de 30 años, durante los cuales mi padre nunca ha tenido su propia cuenta bancaria. Mi madre se ocupa de todos los ingresos y gastos, al igual que sucede con otros millones de familias chinas. Mi padre apenas se queja, pues considera esta situación como muestra de amor a su esposa y el resto de la familia, según lo veo.
En las grandes ciudades lo más común es ver a más muchachas solteras buscando hombres disponibles que a la inversa. La razón es simple: Es que no hay suficientes buenos partidos, es decir, hombres lo bastante ricos para ellas. La mayoría de estas muchachas prefieren la soledad a salir con un joven cuya billetera sea en extremo delgada.
No estoy juzgando aquí que sean mejores o peores los hombres que disfruten manteniendo a su apreja, o aquellos que se decantan por compartir gastos por partes iguales. Pero sí creo que las mujeres que esperan un trato en pie de igualdad, deberían pensarlo dos veces antes de permitir que las mantengan como niñas inútiles.
Por Gu Bo From Pueblo en Línea 1/04/2011
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