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La protesta se afirma en España, a pesar de que los "indignados" no podrá celebrar manifestaciones el próximo fin de semana. En los prolegómenos de las elecciones comunales del domingo exigen más democracia.
El "movimiento de los indignados" no podrá celebrar manifestaciones el próximo fin de semana en España, coincidiendo con la jornada de reflexión del sábado y los comicios municipales y autonómicos del domingo.
La Junta Electoral Central (JEC) declaró esta noche ilegales las manifestaciones que puedan convocarse para esos días.
Las acampadas que tienen lugar en la madrileña Puerta del Sol y en otras ciudades de España que reivindican un cambio del modelo político y social en el país quedan así prohibidas el sábado y el domingo.
Pocas horas antes de la decisión de JEC, el movimiento ciudadano manifestó su intención de seguir concentrándose en la Puerta del Sol de Madrid aunque lo prohibiera el organismo electoral. No obstante, algunos portavoces declararon después que aún no se había convocado oficialmente ninguna movilización.
¿Cambios en el sistema español?
“Tengo la sensación de que España se encuentra ahora donde estaba Alemania a mediados de los años 70: enfrentada a la primera gran crisis económica, aquejada de enormes dudas y empezando a gestar nuevas formas de organización política”, compara Lothar Witte, representante de la germana Fundación Friedrich Ebert (FES) en Madrid. “Puede que estemos viviendo el principio de un cambio en el sistema español, que lleve a un distanciamiento paulatino del bipartidismo y al surgimiento de nuevos movimientos sociales que obliguen a las formaciones políticas a tratar de otro modo a los votantes”, añade.
De momento, el nuevo movimiento social español se llama 15-M, porque se inició con una serie de manifestaciones el 15 de mayo, y en su nombre han salido miles de personas a las calles del país. En ellas pretenden quedarse al menos hasta las elecciones municipales de este próximo domingo, y si es necesario más tiempo. Tiendas de campaña y sacos de dormir ocupan las plazas de España. La Puerta del Sol de Madrid pasó la noche abarrotada no sólo de jóvenes, que soportaron la lluvia y desafiaron la prohibición impuesta por la Junta Electoral hispana a la protesta. “¡No nos vamos!”, dicen, y también “¡no les votes!” y “¡democracia real ya!”.
Un bipartidismo caduco
Mi presente es negro y mi futuro es incierto, describía una manifestante española, y la situación casi podría hacerse extensiva al conjunto del país. “Detrás de lo que está sucediendo en España se esconde una profunda frustración por el fin del boom económico y las consecuencias que de ello se derivan”, opina Witte. El descontento con la clase política lo coloca el alemán en segunda posición con respecto a la precariedad laboral y a unas tasas de desempleo que superan el 20 % y rozan el 45 % entre los jóvenes. Pero, aún así, Witte reconoce que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, políticamente cercano a las posiciones de su fundación, no ha hecho del todo bien las cosas.
“Yo llegué a España hace dos años y medio. Entonces, la bonanza acababa de terminar, pero la sensación era que la fiesta seguía. Zapatero negó durante demasiado tiempo la existencia de la crisis y después se dedicó a repetir una y otra vez que estaba a punto de acabar, cuando no era así. Si a eso se le suma que el presidente prometió que las medidas para enfrentar los problemas no iban a correr a cargo de los más débiles y lo que ha implantado después sí que afecta principalmente a los grupos desfavorecidos, la pérdida de credibilidad es evidentemente alta”, analiza el representante de la FES.
Son los socialistas quienes más van a sufrir en las urnas, cree Witte. El Partido Popular, la otra gran agrupación, logrará movilizar a su clientela habitual. El “no les votes”, ya sea en forma de abstención o papeleta en blanco, que se dirige contra todos los colores políticos no va a tener amplio seguimiento, considera el alemán. Y aún así, en las calles de España se escucha mucha indignación con los banqueros, pero a nivel similar con el Ejecutivo y la oposición. Quizás un síntoma de que el sistema de dos formaciones está caduco: el bipartidismo que también la FES contribuyó a implantar al final de la dictadura hispana.
“No creo que ésa fuera la intención inicial, pero con el paso de las décadas España ha ido mutando hacia un curioso sistema en el que dos partidos se alternan en el poder y algunos grupos nacionalistas aportan las mayorías necesarias, sin que lleguen a convertirse, como sería normal, en verdaderas terceras o cuartas fuerzas. Esto hace que formaciones como los ecologistas apenas se hayan podido desarrollar y que los políticos construyan enemigos para movilizar a los votantes. El antagonismo entre conservadores y socialistas no le hace, en mi opinión, ningún bien al país”, indica Witte.
Tras la muerte de Francisco Franco, se le temía en el continente sobre todo al poder del Partido Comunista Español, uno de los más importantes de Europa en la clandestinidad. Mucha influencia y dinero invirtieron los socialdemócratas germanos y organismos como la FES en estructurar el socialismo en la Península Ibérica. Al final, entre la derecha y el PSOE dejó de quedar espacio para mucho más.
“La transición española a la democracia es la historia de un éxito, de eso no cabe ninguna duda. Así que no quiero entrar en especulaciones sobre si hace más de 30 años los socialdemócratas alemanes tendrían que haber hecho las cosas de otro modo. Pero si me pregunta, sí, creo que abrir el espectro de partidos en España sería bueno, creo que habría que modificar la ley electoral para que un voto valga lo mismo para todas las formaciones y creo que las coaliciones son mejores que los gobiernos en minoría que han de buscar aliados para sacar adelante cada proyecto”, sentencia Witte.
Internet, para debatir y organizar
Cambios exigen también los manifestantes. Pero pocos augura Witte en el futuro directo español. Durante los próximos meses, pronostica, el lanzamiento de acusaciones entre los grandes partidos continuará opacando la discusión sobre las modificaciones profundas en el ejercicio la democracia que demandan los acampados.
Pero, pese a la necesaria dosis de escepticismo, cabe no subestimar la determinación de los manifestantes. En la Islandia también gravemente afectada por la crisis lograron hacer caer al Gobierno. En Alemania, el descontento popular con la remodelación de la estación de tren de Stuttgart ha puesto en entredicho, al menos temporalmente, el proyecto y ha colocado a la cabeza de un Estado tradicionalmente conservador, Baden-Wurtemberg, a un verde. La insistencia de los cibernautas en encontrar y denunciar en Internet pasajes plagiados en la tesis doctoral del que fuera ministro de Defensa alemán, Karl-Theodor zu Guttenberg, lo obligó finalmente a la renuncia.
Igualmente del movimiento 15-M es la Red un pilar fundamental. En Twitter y Facebook la protesta está tan viva como en la calle: se comenta, se informa y se convocan manifestaciones, entretanto en todo el mundo. “No hay que sobrevalorar la influencia de Internet en la toma de decisiones concretas. Pero como lugar en el que expresar opiniones al margen de las instituciones y las jerarquías habituales, así como a la hora de coordinar campañas, su impacto es muy destacado”, dice Lars Holtkamp, profesor de Política y Administración de la Universidad a Distancia de Hagen, en el noroeste de Alemania.
La democracia directa y la participación ciudadana es un tema recurrente estos días en tierras germanas. Al nivel español no han llegado aquí las cosas, porque hay que salvar las diferencias económicas. “Yo no diría que estemos ante una nueva ola al estilo del mayo del 68, pero sí es cierto que existen conflictos locales que indignan a la gente, y lo que ha sucedido en Stuttgart es algo único”, indica Holtkamp.
#cams34 – spnishrevolution.eu es una de las páginas que han surgido paralelas a las protestas hispanas. El sitio recopila y propaga vídeos sobre los sucesos en España, y se gestiona desde Stuttgart.
Por Luna Bolívar Manaut, dpa from Deutsche Welle 20/05/2011
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