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Mientras la atención se centra en la candidatura de Christine Lagarde, ministra francesa de Economía, para relevar al acusado de violación Dominique Strauss-Kahn como directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), China y Estados Unidos se enzarzan para colocar a uno de los suyos como número dos de esta institución multilateral con sede en Washington.
Según fuentes comunitarias consultadas por elEconomista, Pekín descarta que los emergentes formen, a estas alturas, un frente común capaz de defender un candidato a número uno del FMI, y romper con la tradición según la cual el puesto siempre lo ha ocupado un europeo. Así que Lagarde estaría casi entronizada, como la semana pasada se aseguraba en París, máxime al sumar desde este fin de semana el respaldo de Reino Unido a los anteriormente declarados de Alemania e Italia.
El número dos
Así, el Gobierno chino concentra ahora sus esfuerzos en situar a un hombre de confianza como número dos, puesto que se dispone a abandonar el estadounidense John Lipsky. El nombre que más se baraja en las quinielas es Zhu Min, consejero especial de Dominique Strauss-Kahn en el FMI, exvicegobernador del Banco Central Chino y antiguo empleado del Banco Mundial.
Pero Pekín choca de nuevo con la tradición, según la cual igual que el director gerente siempre es europeo, su adjunto siempre ha sido norteamericano. La Administración Obama defiende que el sucesor de Lipsky -nombrado por la anterior Administración Bush- sea David Lipton, uno de los responsables de la política económica internacional de la Casa Blanca, y exsubsecretario de Asuntos Internacionales del Tesoro.
Durante el reinado de Bill Clinton, Lipton tuvo a sus órdenes al actual secretario del Tesoro, Tim Geithner. Se asegura que Lipsky anunció recientemente su marcha del FMI cuando le quedó claro que la Casa Blanca no apoyaría su pretensión de repetir en el cargo y designó a su sucesor.
Maniatar al FMI
Lipton es un personaje muy duro. Su misión sería garantizar que, como hasta ahora, el FMI se mantiene alejado de toda posición crítica que alarme a los mercados sobre el atribulado estado de las cuentas del grueso de las administraciones públicas norteamericanas, ya sean locales, estatales o federales.
Por si acaso la jurista Lagarde no cuaja en la carrera al FMI, Bélgica ya tiene un candidato en la recámara que públicamente confesó este fin de semana su interés por el puesto, sin importarle que los europeos se supone que deben defender a un aspirante único y común. Es el liberal Didier Reynders, viceprimer ministro del Gobierno saliente, y titular de Finanzas desde hace una década.
Reynders podría ser el recambio si Lagarde se ve lastrada por un presunto caso de abuso de poder, en un arbitraje en el que terció para que el Estado indemnizara al polémico empresario Bernard Tapie.
Esta semana
Reynders podría estar también tomando posición para el reparto de la presidencia del Banco Europeo de Inversiones (BEI) y del Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo (BERD). La táctica que siempre se repite en estos casos para contentar a cuantos más países mejor es agrupar muchos cargos, dejar atado a la vez el reparto de todos ellos, y ejecutarlo según llegan las fechas de sucesión en cada institución implicada.
Hace una década, por ejemplo, Alemania aupó a Horst Köhler como director gerente del FMI; Reino Unido, a Lord Robertson como secretario general de la OTAN; Italia, a Romano Prodi como presidente de la Comisión Europea; y Francia a Jean-Claude Trichet como presidente del Banco Central Europeo (BCE).
El reparto de sillas, al menos en el FMI, debería quedar hilvanado esta semana en Francia. Hoy y mañana se negociará en París en los márgenes del cincuenta aniversario de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Y el jueves y el viernes, en la cumbre que los líderes del G-8 celebran en Deauville.
Por Antonio León from elEconomista.es 24/05/2011
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