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"La libertad es uno de los mejores productos de Nueva York"
Warhol revolucionó la cultura visual en los sesenta y convirtió en filósofo del arte a Arthur C. Danto. Con esta afirmación en las primeras páginas de su nuevo ensayo dedicado al mito del arte pop, el gran crítico del arte occidental se entrega en cuerpo y alma a su propia biografía, mientras repasa su fascinación por el artista que tomó como materia artística "todo lo que provenía de la vida cotidiana de los estadounidenses". Warhol sembró las semillas de una transformación cultural, como dice el profesor, pero lo que no reconoce es que él mismo llegó cinco años tarde al primer estallido de rebeldía. "Su segunda exposición en la galería Stable, en abril de 1964, fue para mí una experiencia transformadora", cuando lo pop cuestionaba los valores del expresionismo abstracto desde hacía un lustro.
Aún así, se convirtió inmediatamente a la causa: "Lo que lo erigió en icono americano es que el tema elegido siempre era algo fácilmente comprensible para el estadounidense común", al contrario del expresionismo abstracto, que representó un mundo "de quienes pintaban los cuadros". Y para demostrarlo Danto recupera, en el libro que publica Paidós, que fue un diseñador de interiores llamado Muriel Latow quien, a petición del propio Warhol, le sugirió que pintase algo que "todo el mundo vea a diario, que todo el mundo reconozca (), como una lata de sopa". El resultado fue la famosa cuadrícula de ocho por cuatro, formada por las 32 variedades de sopas Campbell's, "como si se tratase de una galería de retratos de personajes importantes".
Sin valor pictórico
Danto escribe: "Los cuadros no tenían ningún valor pictórico, sino que parecían reproducidos mecánicamente, como de hecho era el caso, puesto que recurrió a la serigrafía para lograr una apariencia de perfecta uniformidad". Pero si sus obras carecían de ese valor y marcaron el inicio del gobierno del gusto popular, del arte previsible, ¿qué es lo que entendemos comúnmente por arte? "Pero, ¿quién ha dicho que sus pinturas no tuvieran valor pictórico?", contesta a este periódico Arthur C. Danto, contradiciéndose entre sus palabras y sus escritos. "En cualquier caso, Warhol dio exactamente a la gente lo que ellos consideraban arte", cuenta.
El filósofo señala cómo Warhol trató de hacerse un hueco como fuera "para llegar a ser uno de los artistas de Castelli". Incluso decantarse por el tipo de temas que le interesaban al galerista más vanguardista de Nueva York en aquellos momentos. No es su intención, pero Danto dibuja a Warhol como el prototipo de la personalidad a la carta, que también se disfrazó de mujer en un juego ante la cámara de Christopher Makos (y que la editorial La Fábrica recoge en un gran volumen). ¿Fue un producto de sí mismo o de lo que querían ver otros en él? "No creo que quisiera ser mujer. Idealmente decidió ser bonita, pero sobre todo en las fotografías, porque Warhol inventó un traje que era muy masculino", responde.
Si como dijo Gerard Ma-langa, uno de sus ayudantes más próximos, Warhol quería "mecanizar por completo su obra, a semejanza de las fábricas de envasado que serigrafían la información en las cajas de cartón", el talento del artista quedaba en segundo plano por primera vez en la historia del arte. "Él pintó objetos con total sinceridad, que todo el mundo de la cultura comprendió de inmediato. Warhol fue como Hemingway. Utilizó libremente las tiras de los cómics y de los anuncios.
Danto cae en una nueva contradicción, esta vez en el propio ensayo, cuando asegura que obtenía ideas de los demás (como las del citado Latow), para rematar más adelante con la sentencia de que el artista es el que tiene las ideas. Entonces, ¿qué clase de artista fue Warhol, alguien que no se preocupaba por sus ideas ni por el tratamiento pictórico? "Él usó las ideas de los demás, pero también hubo otro montón de ideas que no usó. Y eligió su tratamiento pictórico con cuidado. Nadie más pintó latas de sopa a tamaño natural, por ejemplo. O 200 botellas de Coca-Cola", cuenta a Público.
En la copia está el autor
Fue un revolucionario porque superó la distinción entre lo vulgar y la élite. Lo hizo fulminando la expresión en el gesto artístico. "Tal vez la expresión sea propia del gran arte, pero no siempre aparece. Piense en el cuadro de David sobre el asesinato de Marat por Charlotte Corday. Uno tiene que conocer la historia para captar su mensaje".
Así que, al hilo de las reflexiones de Danto, Warhol aparece como el artista que cuestionó la idea de autoría y ensalzó la copia: "Sí, así es. Piensa en las cajas Brillo". Pero lo que no puede imaginar es cómo habría madurado Warhol en la sociedad de la era digital. "No sé. De alguna manera era conservador, pero en otras ocasiones iba por delante de su tiempo. Piensa sobre todo en cómo levantó la serigrafía para definir el arte", explica Danto.
El mundo de las galerías, las relaciones, las amistades, las conversaciones tenían un fondo inmortal: la ciudad de Nueva York, donde Warhol pudo hacerse a sí mismo. Danto reconoce que le gusta pensar que el rey del arte pop sólo podía nacer en una ciudad como esta: "Es una ciudad de creatividad. Los sesenta comenzaron con una revolución artística y el arte pop fue adoptado allí donde las libertades eran aclamadas. La libertad es uno de los mejores productos de Nueva York".
Por PEIO H. RIAÑO – MADRID – from publico.es 31/05/2011
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