martes, 7 de mayo de 2019

Edificios de cristal: nuevos focos de cambio climático

Edificios de cristal: nuevos focos de cambio climático


Los arquitectos cuestionan las torres de oficinas convertidas en ‘cajas de vidrio’ por el malgasto energético que comportan


¿Son eficientes los edificios de cristal y acero?, ¿están justificadas estas construcciones sinónimo a veces de rascacielos de oficinas? El plan del consejo municipal de Nueva York para prohibir las edificaciones de cristal y acero, a no ser que se adopten medidas compensatorias, ha abierto un debate social que ya estaba presente en el mundo de la arquitectura.
Media docena de expertos consultados ven acertada la idea de limitar o acotr el uso de cristal en los edificios. Muchas veces estas cajas de cristal se convierten en invernaderos ineficientes por su derroche energético: no sólo no se adecúan al clima mediterráneo sino que constituyen un potente foco de cambio climático.
El arquitecto Felipe Pich-Aguilera se muestra a favor de introducir “restricciones” en el uso cristal en la edificación, y atribuye la decisión del alcalde Nueva York a la “mayor sensibilidad ambiental y a la necesidad de reducir el consumo en los edificios”.
Una de las nuevas torres de Manhattan
Una de las nuevas torres de Manhattan (Getty)
El debate nace en Nueva York
La idea del alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, surge tras constatarse que los rascacielos de la Zona Cero de Nueva York –donde se encontraban las antiguas Torres Gemelas- son “mucho menos eficientes que las edificaciones anteriores”. Los bloques levantados son muros-cortina de vidrio expuestos completamente a la radiación solar, mientras que las Torres Gemelas tenían vidrio y aluminio y, en general, su fachada era opaca.

Ordenanza en Nueva York


Los nuevos rascacielos de la Zona Cero de Nueva York son mucho menos eficientes que las antiguas Torres Gemelas

“Me parece muy adecuada esta medida. Muchos estudios señalan que los edificios construidos con cristal y estructuras de acero consumen muchísima más energía que otras tipologías de edificios”, resalta Jordi Cipriano, experto del Centre Internacional de Mètodes Numérics en Enginyeria. (CIMNE).
España ha sido uno de los países donde han proliferado los últimos años las edificaciones de cristal, “sin tener en cuenta que estos edificios consumen muchísima más energía que otras tipologías”, señala Cipriano.

‘Invernaderos’ en verano


Los edificios a base de cristaleras consumen más energía, básicamente por la enorme demanda de climatización interior

Los edificios de cristal consumen más energía que los otros, básicamente porque en verano se da en ellos una enorme demanda de climatización, mientras que en invierno (tanto en las zonas mediterráneas como en las interiores o continentales), en los días mas fríos, se produce una gran pérdida de calor que tiene que ser compensada. Todo ello conduce a que “desde un punto de vista ambiental, ésta es la peor construcción posible”, añade Jordi Cipriano.
Inadecuados para el clima mediterráneo
Pich-Aguilera ve justificables este tipo de edificios en zonas nórdicas, donde se requiere captar calor y luz, pues en ellas abundan los inviernos muy fríos y los días nublados. En cambio “para nuestro clima mediterráneo, estas edificaciones son un desastre y un contrasentido, porque en zonas con este clima, se necesita siempre frío, ya que la carga térmica de las personas, de los aparatos y de los equipos hace necesario evacuar el calor producido, muchas veces incluso en invierno”, explica.

Felipe Pich-Aguilera


“Para nuestro clima mediterráneo, estas edificaciones son un desastre y un contrasentido”

“Los edificios de cristal no necesariamente son más ineficientes, pero sí tienen más probabilidades de funcionar peor energéticamente”, expone Eulàlia Figuerola, delegada de Catalunya del Green Building Council (GBC).
Muchos expertos opinan que el cristal no debe ser estigmatizado, pero cuestionan su uso para cubrir amplias superficies en fachadas soleadas, con lo que, al ser transparente, producen muy poco aislamiento.
Evacuar el calor
En los edificios de oficinas (con grandes ventanales de iluminación) “el problema mayor es la necesidad de refrigeración, como consecuencia del calor generado por las personas, la luz artificial, los ordenadores y otras maquinarias”, recuerda Margarita de Luxán, catedrática emérita de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura (UPM). En cambio , tradicionalmente el cristal han sido una buena solución si su suso se acota a las ventanas
También hay cristales con buenas prestaciones aislantes, pero éstas son, en general, inferiores a las de las paredes opacas.

Eulàlia Figuerola (GBC)


Estos edificios no necesariamente son más ineficientes, pero sí tienen más probabilidades de funcionar peor energéticamente”

El cristal tiene buena imagen porque permite ver el exterior, genera sensación de amplitud espacial y (en teoría) permite reducir el consumo de electricidad. Son algunas de sus grandes bazas. Sin embargo, el inconveniente es que tanta transparencia provoca reflejos y molestias a los empleados, con lo cual se colocan persianas y, de resultas de ello, se producen consumos energéticos que pueden superar a los de los edificios opacos con menos iluminación interior.
La luz natural y sus efectos
Pich-Aguilera resalta que, en cualquier caso, es necesario graduar la luz y modular la transparencia (de dentro afuera y de fuera adentro), también con el fin de que el edificio no sea una pecera insolente, donde se ve todo el interior y donde los empleados quedan desprovistas de privacidad.
“En un clima como el de España, o el del Mediterráneo en general, hay mucha luz natural, de manera que no es necesario tener tanta cantidad de cristal en la fachada. Una buena combinación de ladrillo y cristal puede ser una buena solución”, sostiene Núria Pedrals, presidenta de AuS (Agrupación de Arquitectura y Sostenibilidad del Colegio de Arquitectos de Catalunya).

Jordi Cipriano (CIMNE)


“Muchos estudios señalan que los edificios construidos con cristal y acero consumen muchísima más energía que otras tipologías. La clave es que se diseñe teniendo en cuenta el ambiente exterior”

“La clave es que el edificio se diseñe teniendo en cuenta el ambiente exterior, y no confiando en un sistema de climatización que consume electricidad”, dice Jordi Cipriano, quien subraya la gran huella ecológica que comporta el conjunto del ciclo de vida tanto del acero como del vidrio.
Lo primero, reducir la demanda
En una línea similar se expresa, Eulàlia Figuerola, para quien la primera premisa para levantar un edificio eficiente energéticamente es tener en cuenta cómo se va a reducir la demanda de energía. En este sentido, apunta que cuanto más se integre la construcción en su entorno, o más se conozca el clima que envolverá el edificio, mejor será su comportamiento energético.
“Es evidente que un edificio de cristal que tenga vistas al norte, a sur, al este y al oeste no reconoce la climatología de su entorno”, porque la radiación del sol es distinta en cada orientación, recalca.
Comportamientos diferentes
Margarita de Luxán -catedrática emérita de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura (UPM)- resalta que las fachadas de vidrio y acero “pueden comportarse de manera muy diferente según su situación geográfica, climática, la orientación o la hora solar”.
Así, en un clima caliente, una fachada de vidrio orientada al sur (sin sombreamientos) puede capturar durante el día radiación, sobrecalentar el edificio y necesitar gastar energía para refrigeración”.

Núria Pedrals (AuS)


“Una combinación de ladrillo y cristal puede ser una buena solución”

Pero en un clima frío, la fachada de vidrio que mira al sur (sin sombreamientos) puede durante el día captar radiación y ahorrar energía para la calefacción.
De Luxan sostiene que acero y vidrio “no son materiales especialmente insostenibles, pues ambos son reciclables”. En el mercado hay soluciones de todo tipo (aislante, reflectantes, con células fotovoltaicas).
“El tema es saber cómo, cuáles, y en qué extensión de superficie se usan”, matiza
Cuestión de confort
Por otra parte en los bloques acristalados no siempre se consigue homogeneizar las temperaturas en su interior a lo largo del día.
El vidrio es un radiador transmisor de calor hacia el interior de la edificación, de manera que se puede estar produciendo una temperatura de confort en su interior (por ejemplo 21 ºC) mientras el cuerpo humano recibe la radiación de la lámina de calor más cercana, hasta hacer que el empleado o el usuario del edificio se sienta mal.
Sinónimo de solvencia económica
La pujanza de los edificios de oficinas de cristal obedece sobre todo a razones estéticas. Estos rascacielos nacieron en Chicago en los años 40 y 50 porque la industria armamentista necesita dar salida a las grandes cantidades de acero, pero “no hay razones ambientales” que los justifiquen dice Jordi Cipriano.
El arquitecto Felipe Pich-Aguilera sostiene que estos bloques de cristal y acero no conforman una tendencia arquitectónica, sino que son fruto de “la repetición de un modelo de imagen que viaja por el mundo y se difunde a través de la revistas de arquitectura”. Se expande así una ideología que choca con los postulados de preocupación por el ahorro de energía y el cambio climático.

Una ideología


No son una tendencia sino la repetición de un modelo que viaja por todo el mundo en revistas de arquitectura que los convierte en emblemas de solvencia económica y corporativa

Nuria Pedrals sostiene que “quizá” su número se ha frenado, ya que ahora predomina la idea de “adaptar la arquitectura a la situación” geográfica y climática y a la disponibilidad de materiales en cada lugar. Aún así, una cierta moda garantiza su supervivencia, por es “apariencia de solvencia económica” que los acompaña, rayana en el lujo que los refuerza como emblemas corporativos.
La opinión de Miguel Ángel Díaz Camacho
“¿Debemos limitar la construcción de edificios de cristal?, le preguntamos también a Miguel Ángel Díaz Camacho, doctor en arquitectura y presidente de la Asociación Sostenibilidad y Arquitectura (ASA).
“Depende de en qué lugar del mundo o de la orientación de la fachada. No olvidemos que los invernaderos permiten calentar los edificios en invierno y que el cristal se puede sombrear en verano para que no dé el sol”, señala.

Miguel Angel Díaz Camacho (ASA)


“El problema no es el cristal, sino la solución integral que se adopte

“No podemos demonizar el cristal, sino la forma en que se utiliza”, señala este experto. “El problema no es el cristal, sino la solución integral que se adopte sobre dónde se pone el cristal”, insiste.
“Si las cuatro fachadas son de cristal vamos mal; pero el problema no es el cristal, sino un diseño que trata igual las fachadas norte, sur, este y oeste. Los arquitectos estamos para solucionar todo esto”, dice Díaz Camacho, que recuerda cómo la arquitectura tradicional (la masía del Pirineo o la casa ibicenca) ya da soluciones (que debe recoger la arquitectura bioclimática).
“Si no hay una diferenciación en la orientación de la fachada, es que estamos ante un error de diseño”, destaca. Díaz Camacho cita ejemplos de cristaleras protegidas en edificaciones y destaca el diseño el edificio de BBVA, en el Paseo de la Castellana de Madrid (de Francisco Javier Sáenz de Oriza), declarado bien de interés cultural, cuyas cuatro fachada de cristal están protegidas por pasarelas exteriores que, además, sirven de mantenimiento.
“Un edificio de cristal en la cuatro fachada sin protección está sencillamente mal diseñado”, resume.
Un uso “razonable”
“Hay que utilizar el vidrio de manera razonable porque si no, hacemos un sobreesfuerzo económico injustificado” señala Felipe Pich-Aguilera.
“En las áreas mediterráneas, el vidrio debe tener filtros delante del edificio o buscar otras soluciones, para que el telón no sea la única envolvente”, sentencia esta experto.Pich-Aguilera. Este arquitecto también ha utilizado el cristal en un edificio levantado en el distrito del 22@ de Barcelona, aunque señala que en su caso se trata de un muro-cortina adaptado al clima mediterráneo, en donde utilizó policarbonatos y otros elementos que reflejaban la luz, y dotado de autoventilación desde el interior.
Evitar excesos
Pich-Aguilera alerta de que se puede caer en la tentación de hacer un uso exagerado o antiecológico del vidrio. Recurrir siempre a él sería como querer hacer un avión con un fuselaje de arcilla o un submarino de madera”, destaca.

Margarita de Luxán


“Las fachadas de vidrio y acero pueden comportarse de manera muy diferente según su situación geográfica, climática, la orientación o la hora solar”

Los avances tecnológicos en este material permiten dotarles de propiedades sorprendentes (pueden ser menos transparente, o capaces de reducir la absorción de calor hacia el interior o aumentar su dimensión), pero al final no siempre resulta justificado ese esfuerzo tremendo de innovación, “porque estamos asignando a un material una prestaciones que no les corresponde, y eso es lo que estamos haciendo con el vidrio”.

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