Foto por EFE from elpais.com
El primer ministro italiano, que convirtió las municipales en un plebiscito sobre su persona, no asume la culpa de la victoria de la "extrema izquierda".
El plebiscito que Silvio Berlusconi planteó a los electores en Milán, centro de su imperio mediático y financiero y feudo del poder de la derecha italiana desde hace 20 años, se selló anoche con un fracaso sin precedentes para el primer ministro y para la alianza de hierro entre el Pueblo de la Libertad y la Liga Norte que ha gobernado durante la última década el país. Umberto Bossi y Berlusconi, hundidos y escondidos, ni siquiera comparecieron en televisión para comentar la inesperada victoria parcial del candidato del centro-izquierda a la alcaldía milanesa, Giuliano Pisapia, con el 48% de los votos, sobre la alcaldesa saliente Letizia Moratti, que no pasó del 41% y que perdió 11 puntos respecto a la última elección.
Las crónicas del primer sorpasso del centro-izquierda en la capital del norte en 18 años (desde 1993 no lograba forzar la segunda vuelta) refieren hoy los comentarios crudos del entorno de Berlusconi ("un baño de sangre, un desastre"), y anotan una conversación telefónica entre ambos líderes definida con una palabra: hielo. Bossi acusa a Berlusconi de haber convertido las municipales de Milán en un referéndum en el momento más bajo de su popularidad. Dos datos refrendan esa idea: solo 28.000 milaneses dieron su voto al cabeza de lista, 24.000 menos que hace cinco años. Y en el municipio de Arcore, escenario de las sonadas fiestas, el PDL entregó también la cuchara ante el centro-izquierda.
Los colaboradores del desaparecido primer ministro dejaron saber que el líder está "estupefacto y desmoralizado" por la victoria de la "extrema izquierda", aunque piensa que los errores son de los otros: culpa del partido que le obliga siempre a hacer todo solo, culpa de Moratti que no sabe comunicar, culpa de la Liga que no se ha esforzado y ha recibido menos votos de los esperados. "Una tragedia de proporciones bíblicas", resumieron en la sede romana del PDL, según Il Corriere della Sera.
El inesperado triunfo del Partido Democrático (PD) en Milán, que le coloca en una situación de clara ventaja para la segunda vuelta que se celebrará dentro de dos semanas, es además irónico para el centro-izquierda, porque Pisapia, el abogado de 62 años al que todos consideraban un outsider, procede del entorno de Nichi Vendola, el gobernador de Puglia. No es la extrema izquierda, pero es la izquierda. La izquierda que se opone a la división de los sindicatos y que esgrime ideas laicas y concretas. Su victoria en las primarias del PD y, ahora en la primera vuelta de Milán, unida al hundimiento del candidato oficial del PD en Nápoles, donde pasa a ser la tercera fuerza política, ante el candidato de Italia de los Valores, envía un mensaje claro al aparato de centro-izquierda donde batallan desde hace décadas Massimo D'Alema y Walter Veltroni: muchos italianos esperan una oposición real desde la izquierda real al populismo berlusconista y al populismo de la Liga, y rechazan las componendas de sus dirigentes con el teórico enemigo. En ese sentido, quizá Milán y Nápoles, tan lejanas, supone el principio de un cambio histórico.
Por MIGUEL MORA | Roma – from elpais.com 17/05/2011
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