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El rais y sus hijos han acumulado durante 30 años una riqueza de al menos 40.000 millones de euros.
Comenzó como un héroe de guerra, un militar de carrera que defendía a su país de la amenaza israelí y ayer, tres décadas después, era juzgado por asesinatos y por vender al estado hebreo gas a precios ridículamente bajos a costa de las arcas del Estado. Parafraseando la célebre cita, el poder corrompe, pero treinta años de poder absoluto corrompen absolutamente, y la familia Mubarak está pagando hoy las consecuencias.
«Has corrompido el país cuando le has abierto la puerta a tus amigos empresarios, y este es el resultado. En vez de ayudar a que tu padre sea honrado al final de su vida, has manchado su imagen», dicen que Alaa Mubarak le espetó a su hermano Gamal la noche antes de la renuncia forzada de su padre. Es difícil saber si la cita, que publicaba hace unos meses el diario «El Ajbar» es fiel o no a la verdad, pero refleja bien el pensamiento de gran parte de los egipcios, que ven el fin de una saga en la ambición de una familia por el poder y el dinero.
Desde su atalaya paternalista, Mubarak utilizó la Ley de Emergencia para mantener a los egipcios bien atados, y a base de subsidios consiguió una ilusión de paz social hasta que Egipto no pudo más y estalló. Decidió que tres décadas de Mubarak no eran suficientes, y fue colocando a Gamal, el hijo que tenía más ambiciones políticas —económicas tenían los dos—, hasta alcanzar uno de los puestos más altos dentro del oficialista Partido Nacional Democrático con todas las papeletas para ser su sucesor.
Es posible que el estilo de vida de los Mubarak no llegara a las cumbres de ostentación de los Ben Ali. O más probablemente que, a diferencia de lo que ocurría en Túnez, donde sólo un pequeño círculo de familiares y amigos cercanos del ex presidente Zine el Abidine Ben Ali y su esposa Leila Trabelsi tenía acceso a las corruptelas, en Egipto la red de beneficiados era mucho mayor. Hosni Mubarak permitió que militares, empresarios, funcionarios y una parte importante de la sociedad egipcia consiguieran ventajas a cambio de una fidelidad incorruptible, lo que hace pensar que el «rais» estaba más preocupado por amasar poder que fortuna.
Pero una cosa no quita la otra, y Mubarak acumuló a lo largo de tres décadas de poder una fabulosa riqueza —al menos 40.000 millones de euros, se especula. Es probable, sin embargo, que nunca se llegue a saber el total, repartido por bancos de medio mundo, e invertido en mansiones, negocios y fondos de inversión.
Por P. ROSAS / EL CAIRO from ABC.es 04/08/2011
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