Triunfo. Cheslie Kryst, miss Carolina del Norte, el pasado 2 de mayo en la final en la que fue proclamada miss USA (Jason Bean / AP)
Un triunvirato de mujeres negras ostenta por primera vez los tres premios de belleza en Estados Unidos
Por primera vez, un triunvirato de mujeres negras ostentan los tres títulos de belleza que se conceden en Estados Unidos.
Ha sido un largo camino para romper las barreras raciales. Nia Malika (de 25 años) fue coronada en septiembre miss America. Y el pasado fin de semana salieron elegidas Kaliegh Garris (18 años), miss Teen USA; y Cheslie Kryst (28), miss USA.
Garris y Kryst se impusieron luciendo sus pelos naturales, los afro, cosa hasta ahora muy mal vista en estos certámenes.
Miss USA y miss Teen USA lucieron su cabello natural, rizado, algo hasta ahora mal visto
“La cultura de la belleza está al fin evolucionando”, sostiene D. Watkins, profesor en la Universidad de Baltimore y editor general de Salon. “No es sólo un tremendo logro –añade– ver a mujeres negras llevándose esos títulos en competiciones que tienen una historia de prohibiciones contra ellas, y, una vez que pudieron entrar, sus oportunidades de ganar eran mínimas porque el color negro no equivalía a belleza en este país, sino que, además, las tres han triunfado en el mismo tiempo, durante este periodo intensamente dividido en la cuestión racial, lo que lo hace que se sienta como algo increíble”.
Hay que mirar atrás. A pesar de lo que parezca la actual Casa Blanca, Lyndon Baines Johnson sobresale como el presidente estadounidense de las grandes contradicciones.
A Johnson se deben las leyes sociales más avanzadas (seguridad social para los menos favorecidos o los jubilados, leyes de educación, la inmigración o regulaciones de la llamada guerra contra la pobreza) y, a su vez, envío al matadero de Vietnam a centenares de miles de jóvenes.
Su poder lo cimentó, siempre según cuenta Robert Caro, autor de una monumental biografía (cuatro volúmenes publicados y un quinto en redacción) gracias a su habilidad para el control en esos años en que ejerció de senador. Elegido por un distrito rural de Texas, LBJ cultivó la confianza de los demócratas sudistas, coincidiendo con ellos en sus visiones racistas.
Pero, una vez que alcanzó la presidencia, Johnson pasó la ley de los derechos civiles. A los afroamericanos todavía les faltaba otro escalón, y ese era el del derecho al voto.
Y lo consiguió. Johnson firmó esa ley en agosto de 1965, si bien meses antes, en marzo, realizó un discurso del estado de la nación que emocionó e hizo llorar incluso al reverendo Martin Luther King.
“Su causa –proclamó– debe ser también nuestra causa. Porque no son sólo los negros, somos todos nosotros los que debemos superar este legado paralizante de la intolerancia y la injusticia. Y venceremos”.
En las décadas posteriores se ha certificado que legislar no ha significado el final de la discriminación. Al primer presidente negro le sucedió uno que es admirado por los supremacistas.
Ni siquiera en los concursos de belleza se cerró esa herida. Hasta 1983 no hubo una ganadora afroamericana. Ese honor correspondió a la actriz Vanessa Williams.
Nada como el éxito de este trío, un poderoso símbolo de la transformación de un concepto de atractivo echado a perder por estereotipos racistas. “Estas tres abanderadas demuestran que la belleza negra está en el corazón del ideal estadounidense del siglo XXI”, aseguró en la cadena NBC el profesor Thomas DeFrantz, de la Universidad de Duke. “Nia, Cheslie y Kaleigh sois pioneras, habéis creado vuestro propio camino”, remarcó Kamala Harris. una de las demócratas que aspira a la presidencia en el 2020.
“Es importante que las niñas vean que tres afroamericanas hacen un buen trabajo”, declaró Nia Franklin, cantante de ópera y ganadora del primer miss América en el que, por efecto del movimiento #MeToo, no se exhibió en bañador. “Dicen que la raza no importa, pero sí que importa, por la historia, por la esclavitud”, subrayó.
“Desde luego que he tenido experiencias racistas”, indicó Cheslie Kryst, abogada que ahora participará en miss Universo. “Esas calumnias –matizó– no me frenan”.
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