¿Están o no están sobrevaloradas las relaciones sexuales?
Muchos preferirían el chocolate, las redes sociales, una rápida conexión a Internet o ir de compras a un buen revolcón. ¿Han perdido el juicio o es que jamás han experimentado el éxtasis?
No es porque escriba sobre ello, pero hace algún tiempo que he empezado a pensar que el sexo es una de las pocas facetas en las que el ser humano puede ser valiente, inteligente, arriesgado, audaz, generoso, comprensivo, amable, único y conocedor de lo que significa la vida, en el más amplio sentido del término. Claro que el sexo puede ser también todo lo contrario. Pero aún así, con sus días buenos y malos, sus altos y bajos, sus glorias y miserias, diría que es una de las experiencias más interesantes por las que podemos atravesar, a poco que se tenga algo de sentido y sensibilidad. Y estoy hablando del sexo, no del amor. Todavía para muchos el amor es serio, mientras el sexo es frívolo. Yo, al revés que el resto de los mortales, con los años he ido dejando la gravedad que me achacaban mis superiores cuando empecé a trabajar y proponía temas para reportajes y me calificaban de “demasiado intelectual” para pasarme al bando opuesto “demasiado frívola”. Así empecé a hablar de vibradores, orgasmos y anuncios de condones. Cuando veo que la gente clasifica la sexualidad en la categoría de cosas ligeras y secundarias, me pregunto siempre por qué entonces la mayoría de las religiones y regímenes autoritarios se han tomado tanto esfuerzo y medios económicos en reprimirla y demonizarla. Y lo siguen haciendo.
Pero hay que admitir que otras personas no le conceden tanta importancia a eso sobre lo que no hay predicción posible. Norman Mailer dijo en una ocasión: “No hay nada seguro alrededor del sexo. Jamás lo habrá”. Como él parece que más gente prefiere las cosas más previsibles. Según las encuestas, muchos cambiarían el sexo, sin dudarlo, por otros placeres mundanos como tomarse una taza de café, teclear incansablemente en el móvil o retransmitir los más mínimos detalles de nuestra existencia en Facebook.
El café mañanero es uno de los placeres que algunos anteponen a las relaciones sexuales. Al menos eso es lo que deparó un estudio llevado a cabo por la cadena de hoteles y resorts, Le Méridien, en EEUU, Dubai, China, Alemania e India. El 51 % de los participantes respondió que podrían vivir un largo periodo de tiempo sin sexo pero no sin cafeína, y un 62% se mostraba dispuesto a dejar el alcohol a cambio del despertador más eficaz del mundo.
El chocolate es quizás el más clásico de los sustitutos de un buen revolcón, aunque tiene coartada científica ya que, al parecer, las sustancias que contiene, como la feniletilamina, actúan directamente sobre el cerebro y provocan una sensación de bienestar. Según cuenta un artículo del The Telegraph, titulado Why do women prefer chocolate over sex? y firmado por la doctora Brooke Magnanti, “ciertamente los tiempos han cambiado. Cuando era joven, los chocolates se anunciaban con el slogan 'Mejores que el sexo', para llamar la atención; ahora los vibradores claman ser 'Mejores que el chocolate'. Es triste pensar que el chocolate es ahora el último grito en gratificaciones placenteras”.
“Better than sex”, esa expresión que designa algo maravillosamente exquisito, parece haber bajado el listón, o tal vez lo que ocurre es que la mayoría de las personas han tenido muy mala suerte y han dado con unos amantes nefastos. Emma Thompson describió su baile con el príncipe Carlos de Inglaterra como "better than sex" –sin comentarios–, la modelo y actriz Yuliya Snigir calificó su primer papel para Hollywood, en La Jungla: Un buen día para morir, con la misma muletilla y Carrie Bradshaw, de Sexo en Nueva York, aplicó esta etiqueta de exquisitez a unos zapatos, aunque eso sí, no eran unos zapatos cualquiera sino unos Manolos. Y lo más impactante: la marca se cosméticos Sephora incluso ha nombrado una de sus máscaras de pestañas 'Better than sex'.
Ir de compras es otra de las actividades más eróticas, sobre todo entre las mujeres, si nos fiamos de una encuesta publicada por Kugati.com, una tienda online de accesorios de moda. Un 2% de las participantes estarían dispuestas a abrazar la castidad durante tres años a cambio de renovar por completo su vestuario, mientras otro 61% declaró que, si durante seis meses tuviera que renunciar a sus ropas favoritas, se sentiría peor que si tuviera que hacerlo con su faceta sexual. La conclusión de muchas es que la moda tiene una esperanza de vida mayor que las relaciones.
Pero hay que admitir que otras personas no le conceden tanta importancia a eso sobre lo que no hay predicción posible. Norman Mailer dijo en una ocasión: “No hay nada seguro alrededor del sexo. Jamás lo habrá”. Como él parece que más gente prefiere las cosas más previsibles. Según las encuestas, muchos cambiarían el sexo, sin dudarlo, por otros placeres mundanos como tomarse una taza de café, teclear incansablemente en el móvil o retransmitir los más mínimos detalles de nuestra existencia en Facebook.
El café mañanero es uno de los placeres que algunos anteponen a las relaciones sexuales. Al menos eso es lo que deparó un estudio llevado a cabo por la cadena de hoteles y resorts, Le Méridien, en EEUU, Dubai, China, Alemania e India. El 51 % de los participantes respondió que podrían vivir un largo periodo de tiempo sin sexo pero no sin cafeína, y un 62% se mostraba dispuesto a dejar el alcohol a cambio del despertador más eficaz del mundo.
El chocolate es quizás el más clásico de los sustitutos de un buen revolcón, aunque tiene coartada científica ya que, al parecer, las sustancias que contiene, como la feniletilamina, actúan directamente sobre el cerebro y provocan una sensación de bienestar. Según cuenta un artículo del The Telegraph, titulado Why do women prefer chocolate over sex? y firmado por la doctora Brooke Magnanti, “ciertamente los tiempos han cambiado. Cuando era joven, los chocolates se anunciaban con el slogan 'Mejores que el sexo', para llamar la atención; ahora los vibradores claman ser 'Mejores que el chocolate'. Es triste pensar que el chocolate es ahora el último grito en gratificaciones placenteras”.
“Better than sex”, esa expresión que designa algo maravillosamente exquisito, parece haber bajado el listón, o tal vez lo que ocurre es que la mayoría de las personas han tenido muy mala suerte y han dado con unos amantes nefastos. Emma Thompson describió su baile con el príncipe Carlos de Inglaterra como "better than sex" –sin comentarios–, la modelo y actriz Yuliya Snigir calificó su primer papel para Hollywood, en La Jungla: Un buen día para morir, con la misma muletilla y Carrie Bradshaw, de Sexo en Nueva York, aplicó esta etiqueta de exquisitez a unos zapatos, aunque eso sí, no eran unos zapatos cualquiera sino unos Manolos. Y lo más impactante: la marca se cosméticos Sephora incluso ha nombrado una de sus máscaras de pestañas 'Better than sex'.
Ir de compras es otra de las actividades más eróticas, sobre todo entre las mujeres, si nos fiamos de una encuesta publicada por Kugati.com, una tienda online de accesorios de moda. Un 2% de las participantes estarían dispuestas a abrazar la castidad durante tres años a cambio de renovar por completo su vestuario, mientras otro 61% declaró que, si durante seis meses tuviera que renunciar a sus ropas favoritas, se sentiría peor que si tuviera que hacerlo con su faceta sexual. La conclusión de muchas es que la moda tiene una esperanza de vida mayor que las relaciones.
Ver la televisión es para muchas la actividad prioritaria del día y la prefieren a meterse entre las sábanas con su pareja, según un estudio elaborado en el Reino Unido por Now TV, entre 2.000 mujeres. En esta encuesta tan solo una de cada diez participantes sostenía que no podría vivir sin sexo. Ver su programa favorito, cocinar, leer un libro, relajarse con un tratamiento de belleza y hasta hacer papeleo es más estimulante que pasar a mayores con su partenaire. Pero quizás la respuesta hubiera sido diferente si se le quitara la última parte de la pregunta y se eliminara a su media naranja. Para muchas una noche de pasión no es sinónimo de acostarse con su pareja.
Sin duda, Internet y las redes sociales son hoy el verdadero sustituto del sexo. La mayoría de mujeres prefieren sus smartphones antes que el éxtasis, según se desprende de otra encuesta, esta vez a cargo de AVG Technologies, una compañía de seguridad online. En total unas 4.000 participantes de EEUU, Gran Bretaña, Canadá, Francia, Alemania y Brasil demostraron tener una dependencia enfermiza hacia su móvil. Si durante una semana tuvieran que elegir entre sexo o este aparatito, el 57% de las norteamericanas se quedaría sin dudarlo con su smartphone, junto a un 44% de brasileñas y un 40% de francesas.
¿Tazas de café?, ¿ir de compras?, ¿bailes con el Príncipe Carlos de Inglaterra?… O soy una pervertida o la mayor parte de la humanidad lleva una pseudo existencia aburrida y carente de sentido. A estas alturas del post tal vez deba dar un giro y explicar los beneficios del sexo frente a las apps, las tabletas –no solo de chocolate– y las noches frente al televisor. Por eso les recomiendo encarecidamente que lean el siguiente artículo de Psychology Today titulado Why do we have sex? y firmado por el psicólogo Noam Shancer. Según el reportaje, el fin último del sexo no está en reproducirse –mal que le pese al señor Gallardón–, ni siquiera en la obtención del placer físico –como apunta Shancer–, masturbarse sería mucho más fácil y barato para muchos clientes que recurren a prostitutas; sino en la presencia y conducta de otros. Noam cita al sociólogo americano, Randal Collins, y su teoría según la cuál “la sexualidad humana solo puede ser enteramente comprendida en un contexto social”, y más adelante continúa, “el deseo sexual es un ritual interactivo que sigue unas reglas (…)” “los participantes comparten una profunda emoción, en este caso la excitación sexual, y construyen una definición clara de “nosotros” y “ellos”. En los últimos párrafos de su artículo, Shancer argumenta: “La interacción carga los cuerpos con placer sexual. El placer no proviene de la estimulación de los genitales o de la posibilidad de concebir al próximo Bill Gates. En su sentido más fundamental, el placer sexual viene de la sincronizada cooperación entre las personas”.
El hecho de que en Japón las personas tengan muy pocos contactos sexuales no proviene de su desinterés hacia el sexo –el país cuenta con una de las industrias pornográficas y de juguetes eróticos más importantes del mundo y es el principal productor de muñecas sexuale–-, sino a una creciente deshumanización de las relaciones sociales, que hace que muchos prefieran vivir con una esposa de silicona o látex porque a ésta no hay que hablarle. Tal vez sea esta la forma que ha elegido la humanidad para autoaniquilarse. ¿Sustituir el sexo por una rápida conexión a Internet?
Sin duda, Internet y las redes sociales son hoy el verdadero sustituto del sexo. La mayoría de mujeres prefieren sus smartphones antes que el éxtasis, según se desprende de otra encuesta, esta vez a cargo de AVG Technologies, una compañía de seguridad online. En total unas 4.000 participantes de EEUU, Gran Bretaña, Canadá, Francia, Alemania y Brasil demostraron tener una dependencia enfermiza hacia su móvil. Si durante una semana tuvieran que elegir entre sexo o este aparatito, el 57% de las norteamericanas se quedaría sin dudarlo con su smartphone, junto a un 44% de brasileñas y un 40% de francesas.
¿Tazas de café?, ¿ir de compras?, ¿bailes con el Príncipe Carlos de Inglaterra?… O soy una pervertida o la mayor parte de la humanidad lleva una pseudo existencia aburrida y carente de sentido. A estas alturas del post tal vez deba dar un giro y explicar los beneficios del sexo frente a las apps, las tabletas –no solo de chocolate– y las noches frente al televisor. Por eso les recomiendo encarecidamente que lean el siguiente artículo de Psychology Today titulado Why do we have sex? y firmado por el psicólogo Noam Shancer. Según el reportaje, el fin último del sexo no está en reproducirse –mal que le pese al señor Gallardón–, ni siquiera en la obtención del placer físico –como apunta Shancer–, masturbarse sería mucho más fácil y barato para muchos clientes que recurren a prostitutas; sino en la presencia y conducta de otros. Noam cita al sociólogo americano, Randal Collins, y su teoría según la cuál “la sexualidad humana solo puede ser enteramente comprendida en un contexto social”, y más adelante continúa, “el deseo sexual es un ritual interactivo que sigue unas reglas (…)” “los participantes comparten una profunda emoción, en este caso la excitación sexual, y construyen una definición clara de “nosotros” y “ellos”. En los últimos párrafos de su artículo, Shancer argumenta: “La interacción carga los cuerpos con placer sexual. El placer no proviene de la estimulación de los genitales o de la posibilidad de concebir al próximo Bill Gates. En su sentido más fundamental, el placer sexual viene de la sincronizada cooperación entre las personas”.
El hecho de que en Japón las personas tengan muy pocos contactos sexuales no proviene de su desinterés hacia el sexo –el país cuenta con una de las industrias pornográficas y de juguetes eróticos más importantes del mundo y es el principal productor de muñecas sexuale–-, sino a una creciente deshumanización de las relaciones sociales, que hace que muchos prefieran vivir con una esposa de silicona o látex porque a ésta no hay que hablarle. Tal vez sea esta la forma que ha elegido la humanidad para autoaniquilarse. ¿Sustituir el sexo por una rápida conexión a Internet?
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