Aplicándose crema solar en la playa.
(EFE Kai Försterling)
La protección solar evitar el cáncer de piel, pero, al igual que ocurre con otras cuestiones de salud, internet lo pone en duda con fórmulas caseras y teorías de la conspiración
Llega el tiempo soleado y, por lo tanto, la necesidad de proteger nuestra piel usando cremas. Aunque es una medida básica de salud, al igual que ocurre con las vacunas y otras cuestiones relevantes, no deja de tener detractores en las redes sociales. Los hay para todos los gustos: unos afirman que estos productos llevan sustancias tóxicas; otros, simplemente, aseguran que no funcionan o que no son necesarios. Y no faltan los que rizan el rizo introduciendo una nueva teoría de la conspiración, según la cual, son la verdadera causa del cáncer de piel que dicen evitar.
Famosos e influencers están contribuyendo a desacreditar las cremas solares. La modelo brasileña Gisele Bündchen desató una gran polémica hace años al rechazar este producto, calificándolo de “veneno” y asegurando que ella no usaba nada sintético en su piel, mientras lanzaba una gama de productos “naturales”. En la actualidad, plataformas como TikTok y los vídeos, en general, son los medios que más están contribuyendo a la desinformación sobre este tema, según demuestra un estudio realizado en EEUU. ¿Están poniendo en riesgo la salud de la población este tipo de mensajes e incrementando la probabilidad de que haya más cáncer de piel?
Una revisión de estudios publicada hace dos años en la revista Clinical and Experimental Dermatology evaluó el alcance de la desinformación sobre protección solar y cáncer de piel en internet. Los autores detectaron que los temas más comunes en todo el mundo eran los supuestos peligros de los protectores solares, la promoción de fórmulas alternativas (“naturales” o “caseras”), la idea de que es mejor no utilizarlas para obtener los beneficios de un buen bronceado y muchas informaciones confusas que juegan con medias verdades para realizar afirmaciones erróneas. Entre estas últimas, está la idea de que solo las personas mayores o las que tienen la piel muy clara tienen riesgo de sufrir cáncer de piel.
Un artículo de la revista Dermatology, publicado en 2021, también estudió la desinformación sobre protección solar que se compartía en foros de internet, pero centrándose en una cuestión muy concreta: el uso del fármaco experimental Melanotan, no autorizado, pero que se puede conseguir online. Aunque ilegal, este producto adquirió mucha popularidad hace años porque, supuestamente, broncea, aumenta la potencia sexual y reduce el apetito. Al producir melanina, la sustancia responsable de la pigmentación de la piel, permite adquirir un tono moreno incluso sin exposición al sol, lo que también es interpretado como un factor de protección por los usuarios. Sin embargo, los médicos tuvieron que señalar los riesgos, ya que provocaba la aparición de lunares “con un potencial riesgo de transformación maligna”, advertía la Asociación Española de Dermatología y Venereología.
A pesar de todo, los expertos creen que en España la mayor parte de la población está razonablemente bien informada. “Todos sabemos que se pueden encontrar en internet muchas informaciones que no vienen de fuentes que tengan solvencia científica”, reconoce Eduardo López Bran, dermatólogo del Departamento de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Sin embargo, se muestra optimista porque “en los últimos años, desde la dermatología y desde los medios de comunicación se ha educado a la población en la necesidad de contar con una protección adecuada”, que siempre se puede combinar “con los beneficios que tiene el sol para la salud y para el ánimo”, añade en declaraciones a El Confidencial.
El concepto básico es que una exposición prolongada a los rayos ultravioleta B (UVB) produce quemaduras en la piel, lo que supone daños en el ADN y, por lo tanto, mutaciones que, a medio o largo plazo, pueden derivar en un cáncer de piel. Las cremas solares nos protegen de esa radiación y, generalmente, también de los rayos ultravioleta A (UVA), responsables del envejecimiento cutáneo y de manchas. Este segundo tipo de radiación es la que hace que estemos morenos (y lo que ha dado lugar a las máquinas de rayos UVA para conseguirlo por la vía rápida), pero al contrario de lo que solemos pensar, usar un factor de protección solar alto no impide el bronceado.
Algo parecido sucede con la vitamina D: muchos mensajes contra las cremas solares argumentan que es necesario exponerse al sol sin barreras para poder generar la cantidad suficiente de esta sustancia, que fortalece los huesos y refuerza el sistema inmunitario. “Ha habido debate sobre esta cuestión”, comenta López Bran. Algunos expertos consideraban que “un mensaje demasiado estricto sobre la necesidad de protegerse del sol podría estar provocando un déficit de vitamina D”. Sin embargo, las dos cosas son compatibles. “Los filtros no implican que no llegue nada de sol a la piel, sino que dejan pasar una cantidad que no provoca quemaduras; la radiación sigue llegando y, por lo tanto, se mantiene la síntesis de vitamina D”, explica.
La trampa de las estadísticas y las anécdotas
A veces, el problema es que la mala interpretación de algunos estudios científicos fomenta la confusión. Por ejemplo, hay estadísticas que asocian el uso de cremas solares con un mayor riesgo de melanoma. ¿Cómo puede ser? Sin duda, este es el mejor ejemplo de que correlación no implica causalidad. Las personas más sensibles al sol y las que van a exponerse a él por ocio o por trabajo son las que más utilizan esta protección, pero muchas veces no lo hacen de la manera más adecuada: aplicar la loción una sola vez durante una larga jornada o usar un factor de protección insuficiente puede ofrecer una falsa sensación de seguridad cuando, en realidad, se está cometiendo una imprudencia. Por el contrario, es más probable que quienes nunca se exponen al sol también sean quienes menos utilizan las cremas, sin que eso tenga consecuencias para su salud.
Estas diferencias distorsionan por completo los resultados de cualquier estudio epidemiológico que se limite a recopilar cifras sobre casos de cáncer de piel entre gente que utiliza y que no utiliza protectores solares sin profundizar más en los detalles. Sin embargo, una lectura simple de las conclusiones alimenta a los detractores de estos productos e incluso teorías de la conspiración: si entre los que no usan cremas se registran menos melanomas, es que la causa del cáncer son las propias cremas, sentencian erróneamente.
Como en otros bulos, parte del problema también está en la generalización de experiencias anecdóticas. En este caso, son habituales los comentarios que nos remiten a que en el pasado no se usaban estos productos y, a pesar de ello, personas que pasaban mucho tiempo al sol —por ejemplo, agricultores y jornaleros— no desarrollaban cáncer de piel. Este tipo de apreciaciones, parten de un sesgo, puesto que no solemos conocer toda la realidad. De hecho, “los agricultores son una de las profesiones de mayor riesgo”, apunta el profesor de la UCM. Además, hay que tener en cuenta que, junto a la exposición al sol, hay dos factores personales que influyen: la predisposición genética y el fototipo (la capacidad de la piel para asimilar la radiación solar).
Las garantías de protección
Según el fototipo, hay seis clases diferentes de piel, por su susceptibilidad a la acción del sol. Esto condiciona la duración de la protección solar, que se expresa en el factor de protección que distingue a estos productos. Las pieles más claras constituyen el fototipo 1 y, de media, se calcula que solo resisten 10 minutos al sol sin quemarse. Ese tiempo hay que multiplicarlo por el factor de protección solar (FPS o SPF, por las siglas en inglés) indicado en las cremas: así, si es de 30, la protección sería para 300 minutos; si es de 50, 500. El fototipo 2 estaría 20 minutos sin quemarse, con lo cual, una protección de 50 le garantiza 1.000 minutos sin quemarse. Y así, sucesivamente.
Las cremas solares que salen al mercado cuentan con la validación de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) y, por lo tanto, pasan una serie de controles que garantizan que, en efecto, ofrecen la protección indicada. A partir de ahí, algunas son más caras porque utilizan fórmulas más sofisticadas (cuyo resultado se refleja en diferentes texturas o viscosidad, por ejemplo), pero todas son seguras. Por eso, ninguna fórmula casera puede igualar esa fiabilidad. “Desde luego, solo se pueden recomendar los productos que lleven una composición adecuada y hayan pasado por esa supervisión”, asegura el dermatólogo.
En cualquier caso, el uso correcto implica una serie de consejos, como darse la crema unos minutos antes de la exposición, aplicar una capa adecuada o volver a hacerlo si hemos entrado en el agua. Además, esta época es clave, según el experto de la UCM: “En un país como el nuestro, con un sol intenso, hay que utilizar un factor de protección elevado sobre todo los primeros días que disfrutamos del sol, cuando tenemos una menor protección natural de la melanina”. El “verdadero bronceado”, aclara, se consigue de forma progresiva, nunca de un día para otro con sesiones intensas que incrementan el riesgo de quemaduras.