sábado, 27 de abril de 2024

La India de Modi quiere ser Bharat: las cinco brechas de la democracia más grande del mundo



Simpatizantes del partido gobernante en la India, el Bharatiya Janata Party (BJP), gritan consignas durante un mitin de la campaña electoral ante el primer ministro, Narendra Modi en Agartala. (Reuters/Jayanta Dey)



Comienzan unas elecciones que parece que marcarán el futuro de India y Bharat a la vez. Solo queda por dilucidarse si será tan contundente la victoria de Modi o que la única oposición relevante la tenga en sus propias filas




Comienzan unos comicios que parece que marcarán el futuro de India y Bharat a la vez. Los dos nombres se refieren al mismo trozo de mapa, ese subcontinente que al norte divisa los hielos más altos del planeta y al sur mezcla un semidesierto con selvas tropicales. En realidad es lo mismo y no lo es, porque en la India, bajo el mandato del primer ministro Narendra Modi, las nomenclaturas han cobrado una especial importancia. El país en estas elecciones, que comienzan el viernes y concluirán el 1 de junio, se juega terminar de parecerse más a la nueva nacionalista Bharat, término hindi, y menos a la vieja colonial India, lo que no es poco para lo que se avecina con esta superpotencia de aún pies de barro.

A Modi, líder del el Bharatiya Janata Party (BJP) lo elegirán, salvo mayúscula sorpresa, por aclamación. Solo queda por dilucidarse si será tan contundente su victoria que la única oposición relevante que le quede tras los comicios la tenga en sus propias filas. Algunos sondeos apuntan a que la coalición conservadora nacionalista de la Democrática Alianza, que encabeza su formación, podría ganar 399 de los 543 escaños. "Esta vez superaremos los 400 parlamentarios", ha asegurado él confiado en que solo el BJP obtenga alrededor de 370.

La saga de los Gandhi, encabezada ahora por Rahul Gandhi, candidato del opositor Congreso Nacional Indio (CNI), y bisnieto de Jawaharial Nehru y nieto de Indira Gandhi, dos mitos de la política patria, podría llegar a su fin si el batacazo se consuma. El que fuera partido dominante durante décadas de la política nacional deberá plantearse encontrar un líder y un mensaje nuevo que pueda menoscabar apoyos al hoy invencible BJP.


Objetivo: Bharat

Modi quiere ser el líder plenipotenciario de esa nueva Bharat, término que él usó por sorpresa durante la cumbre del G-20 organizada en Nueva Delhi en 2023 para presentar al país. Al primer ministro, y a la enorme base social de indios que le votan, le gusta mucho lo de la chapa y pintura. El mandatario quiere que el nuevo gigante crezca a la imagen y semejanza de su ultranacionalismo hindú.

El orgullo indio, una nación milenaria en la que los astrónomos descifraban el firmamento mientras en buena parte del globo se vivía aún en cuevas, está herido por mogoles y británicos, que ocuparon sus tierras y sometieron al subcontinente durante siglos. Y todo ese ayer, aderezado con una constante y desigual mejora económica, marca el futuro de un país empeñado en borrar afrentas.

No se escatima ahí nada. 110 millones de euros gastó el Gobierno en el nuevo parlamento inaugurado en mayo de 2023 para dejar de usar el viejo edificio de la época colonial. Y ahí volvió a emerger ese líder que lo ocupa todo y que ni siquiera dejó que fuera la presidenta, Draupadi Murmu, como le correspondía al institucional cargo, la que levantara el telón de la nueva sede de politiqueos de Bharat. "Cada ladrillo, cada pared, cada partícula de esta nueva Casa del Parlamento estará dedicada al bienestar de los pobres", dijo el primer ministro, que apeló a las entrañas de un estado durante décadas condenado a ser patria de parias. "La India de hoy está dejando atrás la mentalidad de esclavitud y abrazando esa antigua gloria del arte", sostuvo entonces.

El personalismo con el que Modi gobierna el país tiene enorme apoyo social. Una encuesta de Pewresearch de febrero de 2024 colocaba a India como el país, entre las importantes 24 diversas naciones en estudio, con mayor apoyo al autoritarismo. En concreto, un 85% de los ciudadanos apoyaban tener lo que se califica en el sondeo como "líder fuerte y autoritario".


El ayer y el mañana

Modi cumple ese requisito y le añade, como tantos mandatarios actuales, una fórmula simple y muy rentable que consiste en que se sacan igual o más votos hablando del pasado que del futuro. El ayer tiene tanto peso como el mañana en la política nacional india. Así que Modi no para de reescribir y cambiar la historia para convencer a sus votantes que les dejará un país nuevo no desde el inicio de su mandato, sino desde los últimos 500 años.

¿Cómo se traduce todo eso en votos? Hace poco se publicó en El Confidencial una pieza que hablaba sobre la figura del líder indio, el mandatario con mayor porcentaje de aprobación del planeta, al que fuera de India no se llega a comprender. "La marca Modi es más fuerte que la marca de su partido", explicaba a este diario el analista indio Amitabh Tiwari. Lo es, sin duda, pero tiene sus debilidades y sus zonas oscuras. Ningún poder es eterno en una democracia, y menos en esta que es la más grande del planeta y debe recontar 970 millones de votos. El riesgo es que para evitar que su colosal poder se derrumbe, se cambie el sistema desde dentro por ese cambalache que se produce en tantos países donde se colocan urnas para no elegir nada.

El primer ministro, pese a su asegurado éxito, ha hecho una campaña en la que ha ido a feudos que le son hostiles a intentar arañar votos. Quiere vencer por aplastamiento y ahí hay escenarios claves.


El desapego del sur

Hasta ahora a Modi se le ha resistido solo el sur de la India. El norte y centro son su granero de votos incontestable. En los estados fronterizos con Pakistán y Bangladés, estados musulmanes, su nacionalismo hindú ha crecido en un terreno fértil por los problemas de credos y sus políticas sociales. El norte es más pobre y poblado que el sur.

Abajo, donde hay menos necesidades, la ecuación no funciona. Pese a que solo el 20% de la población india vive en los estados septentrionales de Tamil Nadu, Karnataka, Andhra Pradesh y Kerala, estos representan más del 30% del PIB del país. Y es ahí donde a Modi se le atragantan las urnas. Un estudio de Pewresearch asegura que en los pasados comicios de 2019 obtuvo en las regiones del noreste entre la población hindú un 73% de apoyos, por el 68% en el noroeste y el 65% de la zona centro. Sin embargo, solo un 19% de los hindús le dieron su apoyo en el sur del país.

"En el sur no se le apoya ni importan sus políticas nacionalistas como en el norte. El norte y centro se han convertido en el epicentro del hinduismo, pero en el sur, más cosmopolita y evolucionado, a Modi se le ve con recelos", explica a este periódico Shabbir, un hombre de finanzas de origen musulmán de Kerala. "En el sur hay una enorme tradición por convivir entre diversas culturas y religiones y los gestos ultranacionalistas de Modi no tienen ningún efecto", concluye.


"En el sur hay una enorme tradición por convivir entre diversas culturas y religiones y los gestos ultranacionalistas de Modi no tienen efecto"


La realidad es que un niño que nace en la próspera región sureña de Kerala, feudo del CNI, nace en un país completamente diverso del de un niño que nace en la paupérrima y ultra-poblada región norteña Uttar Pradesh, feudo del BJP. Las encuestas aseguran que en este último estado clave de 200 millones de habitantes, el BJP sacará 70 de los 80 escaños en juego. En Kerala, sin embargo, algunas encuestas apuntan a que la coalición ultraconsevadora de Modi podría sacar como máximo por primera vez en la historia algún escaño, lo que supondría un éxito para un primer ministro que se ha volcado en la campaña en esta zona para romper con su maldición sureña.

La única duda a priori en estos comicios es si el primer ministro conseguirá implantar su formación en la parte septentrional india, donde el simbolismo de Bharat pierde algo de fuelle. En estados como Tamil su formación no ha conseguido hasta ahora arañar un solo escaño.

Para evitar esa desafección, Modi ha preparado una apretada gira al final de la campaña, con más de dos eventos diarios, por ese sur, donde gobierna con claridad la izquierda y partidos locales que representan algunas minorías. "Nosotros defendemos nuestra cultura, tenemos gran amor por nuestra lengua, identidad cultural y armonía religiosa. Esto es la antítesis de la nación de Hindutva (ideología predominante del BJP que se traduciría como hinduidad o verdadero hindú) y la extrema derecha. Hay un profundo conflicto de valores entre lo que quiere la gente de Tamil y lo que propone el BJP", explica en la BBC Palanivel Thiaga Rajan, miembro del partido progresista DMK que gobierna en la región de Tamil Nadu.


En busca del voto de los musulmanes pobres

El otro reto de Modi es el apoyo que cosecha entre las minorías religiosas. En realidad, ahí la debilidad se convierte en una virtud, al menos electoral, porque esa bandera de Hindutva le genera al BJP una avalancha de votos entre la mayoría hindú a cambio de cosechar menos apoyos entre los miembros de otros credos. Alrededor de un 79% de la población de India profesa el hinduismo, por un 14% de musulmanes, un 2,3% de cristianos, un 1,7% de sijs, un 0,7 % de budistas y un 0,4% de jainistas.

El CNI durante décadas tuvo un dominio absoluto del país captando votos de todos esos grupos religiosos, mientras que el BJP ha centrado su discurso y esfuerzos en captar los apoyos de la mayoría hindú, relegando de sus políticas al resto de credos. "Este Gobierno, digamos, no pretende contentar a la minoría como sucedía con los gobiernos anteriores. El BJP ha encontrado su éxito en convencer a la mayoría hindú de tomar el control", explica Tiwari.

¿Qué apoyos tiene Modi entre los musulmanes? El Primer Ministro niega absolutamente esa imagen interior y exterior de ser un líder que ataca a la minoría musulmana. Acusado de alentar en el pasado, cuando era el primer ministro del estado de Gujarat, unos disturbios en los que la población hindú atacó a la musulmana generando decenas de muertos, hoy el primer ministro bucea entre esa imagen de radical hindú cercano a la extrema derecha y líder espiritual que acepta todas las religiones. "El BJP, que obtuvo alrededor del 9% del voto musulmán en las dos últimas elecciones nacionales, apunta a entre el 16% y el 17% el próximo año", explican a Reuters los analistas del Centro para el Estudio de las Sociedades en Desarrollo de Delhi. Si es así, Modi habrá conseguido ahí otro gran éxito.

El apoyo al BJP entre la minoría musulmana, según las encuestas, se basa en esa mejora económica que enarbola el primer ministro y que es parte de su notoriedad. "Los planes de bienestar del BJP están ayudando a todos, incluidos los musulmanes", señala Ansari, un musulmán "pasmanda" (termino persa que significa los que quedaron atrás), que son el principal objetivo del partido gubernamental. Se trata de los miembros más desfavorecidos y apartados de esa comunidad religiosa que votan a Modi por sus ayudas sociales. "Si estas personas de la oposición hubieran sido simpatizantes de los musulmanes, la comunidad no se habría quedado atrás en lo que respecta a educación y empleo", ha dicho el mandatario, que ha apuntado en su campaña a ese numeroso sector de la población musulmana.


El disputado apoyo de las mujeres

Por último, queda un importante grupo social que enfrenta retos propios y que será básico en el futuro electoral de la India: las mujeres. La patriarcal Bharat ha mantenido durante años a las mujeres alejadas de la política, pero en la actualidad representan ya un 47% del censo electoral y en un futuro próximo se prevé que aporten más votos que los hombres. Hay en todo caso una brecha palpable aún, no solo en participación sino en representación en los parlamentos y formaciones políticas. Brecha que se va acortando a medida que las mujeres indias va entrando en el mercado laboral. Los partidos son conscientes y han empezado a buscar masivamente el apoyo de las féminas.

"Algunos observadores han argumentado que una razón importante por la que el BJP ganó con una abrumadora mayoría en las elecciones a la asamblea estatal del año pasado en Madhya Pradesh fue la popularidad de su plan Ladali Behna, que prometía una donación en efectivo de 1.000 rupias a las mujeres", explica un estudio del think tank Carnegie Endowment for Interntional Peace. "El gobierno central del BJP ha implementado programas como Ujjwala Yojana, que proporciona bombonas de gas subsidiadas (una fuente limpia de combustible para cocinar) a mujeres de hogares pobres. Además, en septiembre de 2023, el Parlamento aprobó un proyecto de ley que obliga a cuotas de género en las asambleas estatales y nacionales. Cuando el proyecto de ley entre en vigor, un tercio de los escaños legislativos estarán reservados para féminas", añade el informe.

La oposición también se ha lanzado a esa "compra" de votos ofreciendo a las mujeres ayudas concretas. "En Karnataka, el Congreso Nacional Indio prometió 2.000 rupias a cada mujer cabeza de familia. El partido también ha proporcionado viajes gratuitos en autobús en el estado para las féminas. El CNI, después de haber tenido éxito en el estado sureño, está intentando nuevamente esta fórmula. En Himachal Pradesh, el gobierno encabezado por Sukhvinder Singh Sukhu anunció recientemente una ayuda financiera mensual de 1.500 rupias a cada mujer de entre 18 y 60 años", explica un artículo del Economic Times sobre el voto femenino en estos comicios.

Queda aún mucho por hacer en todo caso para llegar a esa igualdad que en campaña prometen los políticos. El completo estudio de Carnegie alerta de que casi la mitad de las mujeres en India aún votan influenciadas por sus maridos y señala que a la espera de la entrada en vigor de la nueva ley de representación parlamentaria hay menos de un 10% de candidatos femeninos.

Todo ese descomunal y complejo país "rebautizado" oficialmente como Bharat por Modi es el que está llamado ahora a elegir su nuevo Gobierno. La victoria está clara, el cómo se produzca será lo que marque el destino de la nación más poblada del mundo y la llamada a ser, si es capaz de seguir el sendero de China, nueva superpotencia.