- Los ataques con drones sobre yacimientos de petróleo serían ineficientes
- Destruir las terminales de exportación dispararía el precio del petróleo mundial
- Atacar las refinerías reduce los ingresos de Rusia con un menor coste para el mundo
El petróleo y los productos refinados son la mayor fuente de ingresos de Moscú. Con la venta de estos productos, Rusia ingresa miles de millones de dólares cada año. Esta es la fortaleza de Rusia, sus materias primas. Lo lógico desde el punto de vista estratégico del ejército ucraniano sería atacar directamente las terminales de exportación de petróleo y productos refinados de Rusia, lo que cortaría de raíz esta entrada de ingresos. Sin embargo, Ucrania está concentrando su estrategia con ataques masivos sobre las refinerías, lo que a primera vista parece tener menos sentido. ¿Por qué Kiev opta por atacar las refinerías en lugar de los puertos o directamente los campos de petróleo?
"Rusia es una gasolinera con un ejército, y tenemos la intención de destruir esa gasolinera", ha reconocido recientemente en una entrevista Francisco Serra-Martins, cofundador y director ejecutivo del fabricante de drones Terminal Autonomy, una empresa estadounidense con instalaciones de producción en Ucrania que fue fundada el año pasado. "Vamos a centrarnos en lo que más afecta: los recursos financieros".
El ataque que se produjo este martes a una de las refinerías más importantes de Rusia a más de 1.200 kilómetros del frente demuestra la capacidad de Ucrania para llegar casi a cualquier lado. Sin embargo, los aviones no tripulados del ejército de Kiev están concentrando todas sus fuerzas en castigar estas instalaciones que se dedican a convertir el petróleo en productos refinados como diésel, gasolina o queroseno. Rusia es uno de los mayores productores de derivados del mundo.
Aunque destruir las terminales de exportación de los puertos sería mucho más efectivo para cortar los flujos de ingresos de Rusia, esa estrategia generaría un auténtico terremoto en el mercado de petróleo. Inutilizar parte de las refinerías es una estrategia relativamente eficaz para reducir los ingresos rusos, mientras que su impacto en los mercados globales de materias primas es bastante más limitado, puesto que Rusia puede seguir exportando al mundo petróleo y productos de refino, aunque sea en una cantidad inferior de estos últimos. Un ataque directo sobre el petróleo o las terminales de exportación pondría en peligro el apoyo de los países avanzados, que siguen mirando de reojo al mercado de materias primas para vencer su particular 'guerra' contra la inflación.
La opción 'suicida' de Ucrania
"Si Ucrania quisiera aumentar su presión sobre los ingresos de refino de petróleo ruso, podría apuntar a la infraestructura clave en las terminales de exportación de productos refinados y crudo en los puertos de Primorsk o Novorossiysk", aseguraba Mark Williams, director de investigación de Wood Mackenzie, en declaraciones a Bloomberg. El problema es que "eso presionaría aún más la relación con sus aliados occidentales, ya que el impacto en los precios mundiales del petróleo y los productos refinados sería sustancial".
Por otro lado, estaba la opción de atacar con drones los propios yacimientos de crudo. Sin embargo, esta opción es de dudosa eficacia, puesto que los campos de petróleo son territorios muy extensos y un ataque con dron sobre una bomba de extracción o caballito tampoco garantiza un impacto notable en la producción de crudo, por lo que sería 'malgastar' un preciado dron. Además, el impacto visual y emocional es muy superior cuando los ataques se producen en refinerías, donde el fuego se expande rápidamente y tiene la capacidad de infundir más miedo, puesto que las refinerías se encuentran en polígonos y zonas donde trabajan cientos de personas.
"Los ucranianos han estado atacando a las refinerías, no a la producción rusa de petróleo crudo ni a las instalaciones de exportación. Los ataques sobre refinerías rusas cumplen su cometido, creando problemas para el mercado interno ruso de productos refinados, pero no para el resto del mundo, una disminución en las exportaciones rusas de productos podría verse parcialmente compensada por un aumento de las exportaciones. del petróleo crudo", explica Aslak Berg, investigador del Centro para la Reforma Europea, en declaraciones a Euronews.
"Anteriormente, los ucranianos se resistían a atacar la producción de petróleo de Rusia, no fuera a ser que hicieran subir los precios, lo que provocaría inflación y perjudicaría la campaña de reelección de Joe Biden. Pero ahora pueden haber encontrado una manera de dañar las exportaciones rusas y ayudar a la India a negociar un descuento en el crudo de los Urales -el de referencia en Rusia-", señala el inversor Edward Finley-Richardson, reputado inversor y especulador del transporte marítimo, cuyas disertaciones sobre el sector desde su cuenta de X son ampliamente seguidas.
El sentido a esta táctica de guerra lo encuentra Finley-Richardson en lo visto estos meses en el Mar Rojo: "Lo más importante es que Ucrania ha tomado una página del libro de jugadas de los hutíes: si eliges el momento y el lugar de tu ataque de forma asimétrica, no necesitas más hombres ni más artillería". En su también popular cuenta de X, los analistas de la publicación financiera ZeroHedge van aún más lejos en su prospectiva: "Ucrania solo ataca refinerías rusas con aviones no tripulados en lugar de hundir petroleros rusos, ya que eso enviaría el petróleo por las nubes y paralizaría las probabilidades de reelección de Biden".
Desde el punto de vista militar, la lectura parece clara. "Sorprendentemente, Rusia no puede contrarrestar un arma tan relativamente sencilla como los drones", sintetiza en el Financial Times Sergey Vakulenko, ex director de estrategia de Gazprom Neft y miembro senior de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional. Otra cosa es lo que ocurra a partir de las elecciones presidenciales de EEUU en noviembre. Con la perspectiva de un segundo mandato de Donald Trump en EEUU, Ucrania "no tienen mucho que perder" con estos ataques, ahonda Finley-Richardson. "Una vez que Trump gane, Ucrania irá a tierra quemada contra la infraestructura rusa y sus petroleros", sentencian desde ZeroHedge.
El plan no convence a EEUU
La probable idea inicial de Kiev de hacer daño a Rusia sin perjudicar gravemente a sus socios occidentales, especialmente a EEUU, ha chocado, sin embargo, con los tiempos de la Administración Biden. Una eventual subida de los precios de la gasolina que vuelva a socavar los bolsillos de los estadounidenses a unos meses de las elecciones presidenciales no es un escenario que guste a los demócratas. Por eso, desde Washington se han criticado estos ataques con drones de Ucrania y se ha pedido que se terminen. Sin embargo, el propio presidente ucraniano, Volodímir Zelenski ha defendido estas acometidas y ha dicho que se van a seguir haciendo, como pudo comprobarse este mismo martes.
Hasta la fecha, los ataques han calentado el mercado de petróleo. El crudo de tipo Brent, de referencia en Europa, se mueve en los 89 dólares por barril, máximos desde octubre de 2023. Sin embargo, el incremento de precio de este barril ha sido muy inferior al que se habría producido si Ucrania hubiera apuntado directamente contra las instalaciones dedicadas a exportar el crudo ruso. Entonces, el mercado de crudo habría sufrido un auténtico terremoto, puesto que Rusia exporta millones de barriles de petróleo por mar cada día.
Rusia solo puede compensar parcialmente sus ingresos a través de mayores exportaciones de petróleo por dos razones fundamentales: la primera es que Moscú tiene un acuerdo con la OPEP con una cuota para la exportación de crudo. Aunque Rusia podría saltarse dicho acuerdo, al menos debe fingir cierto cumplimiento. La segunda es que Rusia obtiene más ingresos por cada barril que vende de producto refinado que por cada barril de petróleo crudo. Los productos refinados se encuentran ya en la parte final de todo el proceso de valor añadido que se le da al petróleo, por lo que Rusia obtiene el valor añadido que se genera al extraer el crudo y el que se crea cuando se refina el producto (crack spread).
Por el momento, y mientras que el precio del crudo ha alcanzado en los últimos días su nivel más alto en cinco meses, el del gasóleo se ha estancado en gran medida. Desde mediados de febrero, ha fluctuado lateralmente en una horquilla de entre 800 y 860 dólares por tonelada y está a unos 100 dólares del máximo de febrero. Esta tendencia a la baja también se refleja en la notable disminución del crack spread. A principios de semana, se situaba ligeramente por encima de los 20 dólares por barril, el nivel más bajo en ocho meses y medio. A mediados de marzo, aún superaba los 25 dólares.
Pero esto puede cambiar rápidamente con los ataques ucranianos como catalizador. "No hay ninguna razón evidente para la reciente debilidad de los precios del gasóleo. Las existencias en la región de Amsterdam-Rotterdam-Amberes (ARA) siguen ligeramente por debajo del nivel habitual en esta época del año, aunque la desviación ha disminuido constantemente en las últimas semanas. Según una previsión de la empresa de estudios energéticos FGE, es probable que haya un mayor exceso de oferta de gasóleo en Asia en abril y mayo, porque las refinerías están procesando más crudo y la demanda está disminuyendo. En nuestra opinión, este exceso de oferta podría provocar un aumento de las exportaciones de gasóleo de la región. Además, EEUU ha exportado recientemente más productos petrolíferos como consecuencia del aumento del procesamiento de crudo. Todo esto se está viendo contrarrestado por una reducción del procesamiento de crudo en Rusia debido a los ataques de drones ucranianos", expone Carsten Fritsch, estratega de materias primas de Commerzbank.
El analista pone de ejemplo cómo la noticia del ataque este martes a la refinería Taneco en Tartaristán hizo subir de nuevo el crack spread. "Consideramos injustificada la relativa debilidad de los precios del gasóleo y esperamos que el diferencial vuelva a ampliarse a corto plazo", sentencia Fritsch.