martes, 16 de abril de 2024

"Se equipara ser sensible con ser buena persona, y eso no es cierto. Hitler era muy sensible con la juventud alemana"



José Luis Carrasco Perera. (Ana Beltrán)



El psiquiatra acaba de publicar 'La personalidad y sus trastornos', un libro en que nos introduce en este mundo y sus modalidades, con un lenguaje sencillo, pero desde el rigor científico




La personalidad es una de las cuestiones que nos hace humanos. Los animales tienen brío, docilidad, fiereza, pero no poseen personalidad. Nosotros tenemos un todo que nos caracteriza y que se convierte en nuestro rostro ante los demás, con el que gustamos o con el que asustamos. Necesitamos conocer la personalidad de los que nos rodean, porque a veces no tenemos claro lo que vemos. Incluso a veces nos sentimos atraídos por alguna persona aunque no nos gusta lo que vemos. Y a menudo nos observamos a nosotros mismos y no nos reconocemos.

El doctor José Luis Carrasco es uno de los mayores expertos en este campo. El catedrático de Psiquiatría es el creador y director de la Unidad de Trastornos de la Personalidad del Hospital Clínico San Carlos, donde cuenta con un equipo especializado en la Personalidad y desde donde imparte el máster de Trastornos de la Personalidad de la Universidad Complutense. Además, lidera numerosos proyectos de investigación sobre la personalidad y es un reconocido experto internacional en esta materia, sobre la que ha escrito numerosos artículos científicos e impartido conferencias en foros académicos y sociales.

Carrasco acaba de publicar La personalidad y sus trastornos (Arpa, 2024), un libro en que nos introduce en el mundo de la personalidad, sus modalidades y sus trastornos, con un lenguaje sencillo pero desde el rigor científico. Un entramado de rasgos y de conexiones psicológicas que merece la pena conocer para entender mejor a los otros, tanto para amarlos como para ser capaces de apartarnos de ellos. Y más importante aún, para entendernos mejor a nosotros mismos.


PREGUNTA. ¿Cómo de complicado es hablar de “la personalidad y sus trastornos” cuando el propio término “personalidad” es tan amplio y a veces desdibujado?

RESPUESTA. A las personas no les resulta complicado porque lo utilizan con mucha facilidad. Lo complicado son las consecuencias que esto trae, porque definir a alguien es bastante más complejo que lo que creemos.
La personalidad es un fenómeno amplio, lleno de matices y con distintos significados y explicaciones.


P. ¿Y cómo definiría una personalidad “sana”?

R. Definir una personalidad sana puede ser tan arbitrario como definir una supuesta Salud Mental, si se hace desde la cultura predominante o desde la ideología.

Para la Medicina, una personalidad sana es aquella que puede crecer en el mundo con cierta autonomía y capacidad para tolerar el estrés y las frustraciones comunes de la vida, y que además es capaz de buscar y generar bienestar para uno mismo y para los que conviven con ella. Una personalidad insana no puede tener autonomía, generar bienestar ni tener relaciones cercanas con otros.


P. Por suerte, la salud mental cada vez es menos tabú, pero eso ha traído consigo, por ejemplo, que en las redes sociales haya ‘influencers’ que a la mínima se autodiagnostican una depresión. ¿Se está banalizando la salud mental en la sociedad actual?

R. Existe un fenómeno masivo de banalización de la salud mental, paralelo a la banalización de las creencias humanas básicas como son la necesidad del esfuerzo, de la responsabilidad, de la ética y de la trascendencia.

Este fenómeno de banalización es muy peligroso por dos razones principales. Una es que lleva a pensar que el sufrimiento y el estrés no deberían existir y que el malestar de la vida cotidiana es culpa de alguien, ya sea del sistema social o de una depresión. Y la otra consecuencia terrible es que lleva a la negación de los verdaderos trastornos mentales, los de muchas personas que padecen trastornos depresivos o ansiosos de verdad. Al equiparar el malestar cotidiano con el de los enfermos se les está quitando el derecho a un tratamiento y a una inversión adecuada en su atención


P. Hemos pasado del tabú sobre la enfermedad mental a la exhibición de las redes sociales. ¿Dónde está el equilibrio?

R. El equilibrio solo vendrá cuando apartemos nuestro problema de autoimagen del problema de la enfermedad mental. Antes se escondía o se negaba la enfermedad mental porque nuestra mente orgullosa no aceptaba que podía enfermar. La mente puede enfermar como todos los órganos del cuerpo y no tiene nada que ver con que la persona sea mejor o peor.
Y ahora lo que está pasando es que algunos exhiben sus supuestas enfermedades mentales en las redes porque mejora su imagen ante los demás, generan admiración, atención, compasión e ingresos publicitarios.
Las personas con verdaderos trastornos mentales que están ayudando últimamente a combatir el estigma, como están haciendo algunos periodistas, escritores o deportistas, lo hacen con valentía y sin ningún afán de autoimagen. Saben de lo que están hablando.


De los PAS a las sensibilidades


P. En los últimos meses, se ha popularizado entre los más jóvenes el “diagnóstico” de Persona Altamente Sensible (PAS), ¿realmente existen los PAS o es una invención más alimentada por las redes sociales?

R. El PAS es una invención desde el punto de vista científico, guiada por el desconocimiento y por intereses comerciales. Existen personas altamente sensibles en la mayoría de los diagnósticos psiquiátricos. Además, las personas no son altamente sensibles para todo. Hay personas muy sensibles al peligro, otras muy sensibles al rechazo o a la crítica o a las injusticias, y otras muy sensibles al dolor de los niños, pero no al de los viejos.

Es un tema muy complejo y peligroso. Se equipara ser sensible con ser buena persona y eso no es cierto. Muchas personas que se describen como muy sensibles son muy egocéntricas: todo les afecta mucho, pero no hacen nada o siempre piensan que tienen razón y que son víctimas. Hitler era muy sensible con todo lo que dañaba a la juventud alemana, se emocionaba. Pero era insensible con los niños judíos y con los enfermos mentales.



"El PAS es una invención desde el punto de vista científico, guiada por el desconocimiento y por intereses comerciales"



P. Lo que sí que existe, como describe en su libro, son las personas hipersensibles, ¿cómo podemos identificar si alguien de nuestro alrededor lo es?

R. La hipersensibilidad emocional en Medicina y en Psicología se define como la reacción emocional excesiva al peligro, a la incertidumbre, a los errores propios y a las frustraciones cotidianas. Es lo que siempre habíamos llamado neuroticismo, tomárselo todo un poco a la tremenda, ser incapaz de relajarse y estar siempre pendiente de que nadie pueda decepcionarse de mí. Esta hipersensibilidad lleva a la ansiedad y a un malestar emocional permanente.



P. También cuenta en el libro que los orígenes de la introversión-extroversión son principalmente biológicos. ¿Qué puede hacer un introvertido para relacionarse mejor con la sociedad? Y, la revés, ¿qué debe hacer un extrovertido para controlarse?

R. Ser más introvertido o más extrovertido está en nuestra arquitectura. No es ni bueno ni malo, es como es y hay que sacarle el mejor partido posible.

Una persona más introvertida puede ser un buen conversador, una persona imaginativa y sensible con su pareja y amigos, pero es de tener pocos y buenos amigos. Habrá situaciones en las que tenga que forzarse para relacionarse más con los demás, ya sea en el trabajo o en las situaciones familiares, y podrá hacerlo. Porque nuestras necesidades afectivas nos empujan a mitigar nuestros rasgos de personalidad y podemos hacerlo cuando es necesario, aunque nuestra tendencia sea siempre la misma. Con la persona muy extrovertida pasa algo parecido. Tendrá que aprender a frenarse en su tendencia a hablar con todo el mundo en situaciones laborales o sociales, o porque afecta a la intimidad o al reposo familiar, y podrá hacerlo, aunque sea forzando su tendencia extrovertida.

El introvertido puede ejercitarse en habilidades para hablar de banalidades y el extrovertido puede entrenar en el ejercicio solitario de la lectura divertida y pausada.


Histriónicos, narcisistas, psicópatas…


P. La gente tiende a clasificar rápidamente a las personas de su alrededor con etiquetas conforme a su temperamento, pero me gustaría abordar con usted qué implican realmente ciertas personalidades. Así que, vamos a ello. ¿Qué es exactamente una persona histriónica?

R. Definirlo exactamente da mucho miedo, porque no hay etiquetas tan claras. Una persona excesivamente histriónica depende afectivamente de las personas que tiene a su alrededor, cónyuge, padres, hijos o amigos, pero está enfadada con ellos de continuo porque cree que no es tratada con la suficiente atención. Y reclama esta atención con la queja continua, con reproches, con la exageración de sus síntomas o enfermedades, y con las amenazas de que un día va a morirse o a suicidarse por culpa de ellos. Por el contrario, la persona histriónica se comporta muy gentilmente con las personas del entorno extrafamiliar, son seductores socialmente, con aquellas personas de las que no dependen afectivamente. Pero en cuanto que hagan una amistad cercana se comportarán de manera histriónica, le exigirán una atención completa e imposible.



P. ¿Cómo podemos identificar un narcisista a nuestro lado?

R. El narcisista no tiene compasión por los sentimientos del otro, no los entiende, carece de la empatía suficiente. Solo nos quiere mientras se siente admirado por nosotros y mientras entiende que somos felices y dichosos por estar a su lado. Puede hacernos regalos para que nos sintamos importantes, como extensión suya que nos considera, pero no cederá su tiempo o sus deseos para atender a los nuestros.

Los narcisistas no entienden el sentido de sacrificarse un poco por el otro, ni tampoco agradecerán el que alguien se sacrifique por ellos, no lo captarán siquiera. El narcisista no busca que le quieran o le cuiden, solo que le admiren, que se les devuelva que son especialmente atractivos o poderosos. Preferirán la soledad o el suicidio antes que aceptar que alguien está con ellos por cariño o compasión.


"El narcisista no tiene compasión por los sentimientos del otro, no los entiende, carece de la empatía suficiente"


P. ¿Se puede confundir a un narcisista con otro trastorno?

R. Algunos trastornos límite de la personalidad pueden confundirse en un primer momento. El trastorno límite sufre mucho más y está necesitado de cercanía, cuidado y atención. Pero a veces su propio orgullo les hace mostrarse fríos, poderosos y distantes, como una defensa para evitar que les hagan daño o les rechacen por débiles. Pero con el tratamiento estas defensas van cayendo. El histriónico se puede parecer mucho al narcisista, pero es más dependiente del cuidado de los demás, necesita más del cariño de los demás.



P. ¿Y cómo podemos reconocer a un psicópata que tengamos a nuestro alrededor?

R. El psicópata no solo carece de empatía por los sentimientos del otro, como el narcisista. Necesita además utilizarlo, someterlo y hacerle sufrir. Utiliza al otro como un objeto al servicio de sus deseos, puede protegerlo si lo necesita o eliminarlo si le incomoda.

Algunos psicópatas narcisistas son más maquiavélicos y seducen sutilmente a sus víctimas, generalmente parejas, a las que cautivan y mienten a la vez para que se sientan confusas, deseables y despreciables a la vez, de manera que las controlan y las hacen sufrir. Y con ello se sienten poderosos.



"La salud mental que se proclama hoy en día es muy narcisista, el individuo se observa y se cuida a sí mismo, busca su bienestar"



P. Más allá de los “trastornos”, para usted, ¿cuál es el gran problema en torno a la salud mental?

R. El gran problema es que se ha desposeído al concepto de todo su contenido médico y antropológico. Y se ha convertido en un concepto social de consumo y de demagogia política. Parece que la salud mental se consigue con cuatro o cinco pautas, con un buen salario y dedicándote a lo tuyo para que nadie te estrese.

La salud mental que se proclama hoy en día es muy narcisista, el individuo se observa y se cuida a sí mismo, busca su bienestar sin meterse en problemas. Está dirigida a una autorealización del individuo que acaba en sí mismo, como ser más habilidoso socialmente, más asertivo, más líder, más empoderado, más relajado y cosas de este estilo; pero no contempla el compromiso por mejorar el mundo a nuestro alrededor. El ser humano necesita capacidad de sufrimiento, disponibilidad para la entrega y creencias trascendentales para aspirar a la felicidad. Pero quizás el problema es que el concepto de salud mental de nuestro tiempo no tiene mucho que ver con la felicidad.