- ace dos años que se lanzó ChatGPT, sin beneficios claros en el horizonte
- Solo 1 de cada 20 trabajadores utiliza en su día a día la IA
Centrales nucleares, fabricantes de tarjetas para videojuegos, dueños de redes sociales… ¿Qué tienen que ver todos estos sectores entre sí? Son los principales beneficiarios del tsunami inversor que está viviendo la bolsa desde que ChatGPT se lanzara en noviembre de 2022, es decir, desde que la inteligencia artificial generativa acaparara todos los titulares y todo el planeta profetizara dos cosas: o bien, el fin de la humanidad como si un nuevo Skynet fuera a lanzar todas las bombas atómicas; o bien, el mayor progreso económico de las últimas décadas.
Dos años han pasado desde que ChatGPT adquiriera "consciencia" y cada vez hay más dudas sobre si la IA revolucionará tan rápido como el mercado está apostando. Los datos iniciales plantean un cuadro difuso. Una encuesta de Gallup citada por Bloomberg indica que sólo el 4% de los trabajadores estadounidenses utilizan a diario la inteligencia artificial en su trabajo frente a dos tercios nunca la usan. En España, la situación es similar: la última encuesta sobre TIC realizada por el INE vislumbra que sólo una de cada ocho empresas utiliza la IA en su día a día. Una encuesta de InfoJobs revela un dato similar al estadounidense en cuanto a los empleados: aunque un tercio de los trabajadores ha usado la IA, sólo el 6% lo hace de manera recurrente frente a los dos tercios restantes que la aplican en su trabajo.
De hecho, ni siquiera ChatGPT es el núcleo duro de la IA: según el sondeo de InfoJobs, el principal uso que se le da a la inteligencia artificial es para realizar traducciones automáticas (58%) y después le sigue los procesadores de lenguaje natural (como el producto de OpenAI, 37%) y los asistentes de voz (27%). El uso que se le está dando a la IA, aunque útil, se plantea más como una herramienta accesoria que como un elemento que desplazará a los trabajadores, al menos en el corto plazo.
Inversiones en muchos ceros y unos
Según estimaciones de Bloomberg, cinco de las Siete Magníficas, Apple, Amazon, Alphabet (Google), Meta y Microsoft, hicieron una inversión conjunta en capital de 62.000 millones de dólares (59.000 millones de euros) en el tercer trimestre de este año, un incremento interanual del 50%; con gran atención a la IA. Los inversores del sector tecnológico están acostumbrados a ver grandes desembolsos en autoinversiones, pero la cuestión es si pueden perder la paciencia antes de tiempo. Hablando en román paladino: ¿existe un riesgo de que haya una nueva crisis como las puntocom?
Nadie duda del potencial que tiene la IA para generar beneficios, pero cuánto será y en cuánto tiempo son dos preguntas que cada vez más inversores se cuestionan. La necesidad de inversiones están planteando proyectos hercúleos como resucitar centrales nucleares para suministrar energía en Estados Unidos, expandir los centros de datos a un ritmo vertiginoso en regiones tan insospechadas hace unos años como Aragón o replantear los centros de producción de semiconductores a lo largo del globo por si a China le da por invadir Taiwán.
¿Por qué alguien pagaría por la IA?
En la era de las redes sociales, donde todo es gratis a cambio de la información de los consumidores, las herramientas de inteligencia artificial se han lanzado bajo modelos freemium por dos razones: primero, porque las inteligencias generativas como ChatGPT o Dall-E necesitan insumo de datos para depurar sus modelos; segundo, porque es un reclamo para que la gente lo use.
Sin una propuesta clara por parte de las tecnológicas, es complicado que los trabajadores incorporen la inteligencia artificial en sus rutinas de trabajo. En cuanto Elon Musk ha lanzado una IA adherida a X (antes Twitter), se han visto usos económicamente tan rentables como la creación de un montaje con Adolf Hitler comiendo una hamburguesa con Ibai Llanos.
Arvind Narayanan, uno de los mayores expertos en el uso de la IA y profesor de Ciencias de la Computación en Princeton, advirtió en una publicación en octubre que el uso de la IA está siendo fundamentalmente social y esporádico. Narayanan dijo en declaraciones recogidas por Bloomberg que probablemente la IA se encuentra en "un orden inferior" en el uso de otras tecnologías y que harán falta "una o dos décadas" para alcanzar "plenamente" las ventajas de la inteligencia artificial.
Todo el mundo invierte en la periferia
Es improbable que los inversores tengan tanta paciencia y esto puede suponer un problema que arrastre a varios sectores a una recesión, como cuando estalló la burbuja de las puntocom. Una de las principales debilidades de la inteligencia artificial es que no hay empresas propias como tal que estén cotizando: o bien, el desarrollo de la IA generativa lo llevan colosos con múltiples intereses como Google o Amazon; o bien, los mercados están apostando por todo aquello que rime con IA, como energía nuclear, semiconductores, tarjetas gráficas…
De haber un colapso de las inversiones, habría claramente dos facciones: los supervivientes y los condenados. A gigantes poliédricos como Microsoft o Apple el golpe no sería tan fuerte, ya que cuentan con huevos en muchas cestas y varias crisis en su portfolio. Pero la duda surge con aquellas empresas cuyo principal atractivo es únicamente la IA.
Compañías como Broadcom o Nvidia están viviendo una edad dorada en su cotización, con inversores dispuestos a darles su chequera, por su promesa ante la inteligencia artificial. Pero esto podría ser un espejismo: la Magnífica favorita del mercado empezó a escalar en noviembre de 2022, cuando se lanzó ChatGPT, y actualmente tiene una capitalización superior a los 3 billones de euros. Las acciones de AMD, su principal competidora en el mercado de las tarjetas gráficas —línea histórica de ingresos de Nvidia— tienen un valor de 200.000 millones de euros, 15 veces menos. Teniendo en cuenta que ambas fabrican componentes necesarios para la informática, incluida la IA, ¿están los chips de Nvidia recalentándose demasiado?