viernes, 1 de abril de 2011

La sustitución de médicos, abogados e ingenieros por ordenadores


Foto from elconfidencial.com

LA ESTANDARIZACIÓN DE LOS SERVICIOS PROFESIONALES.
Iremos al médico, le relataremos los síntomas, los introducirá en el programa de ordenador y en pocos segundos tendremos impresos el diagnóstico y la correspondiente receta. Puede parecer una exageración, pero estos procesos estandarizados están ya presentes no sólo en actividades puramente mecánicas, sino también en decisiones tradicionalmente complejas, como son aquellas que toman un ingeniero, un abogado, un consultor o un médico. Tales procesos forman parte de una estrategia de reestructuración de las firmas de servicios profesionales que será cada vez más frecuente en los próximos años.

La idea de fondo es la siguiente: en un entorno de grandes exigencias competitivas, las áreas de la organización que prestan servicios de alto valor añadido deberán reforzarse, al mismo tiempo que otros servicios de menor valor habrán de reducir sus costes para poder competir a través del precio. Y aquí es donde las posibilidades informáticas resultan especialmente relevantes, ya que permiten organizar de un modo mucho más sencillo y barato la toma de decisiones.
Así, como asegura Antonio Sainz Fuertes, catedrático de Organización de Empresas y Recursos Humanos en la Universidad CEU San Pablo, “veremos muchos cambios causados por unas aplicaciones informáticas que están generando una nueva metodología de trabajo para la que se ha de tener una formación y una preparación mucho más específicas”. Con ellas, afirma Sanz Fuertes, se buscan resultados mucho más prácticos, pero también menos personalizados. “Vamos hacia la estandarización: nos encontraremos con diagnósticos informes o demandas muy sistematizados, que serán aprovechados también por la firma para afirmar su identidad”.

De este modo, se dejarán muchos menos aspectos al libre albedrio del profesional, y se contará con unos protocolos comunes, que llevarán la marca de la empresa, y que serán los que dirijan las acciones de sus integrantes. Ello llevará también a una reorganización de la empresa en el terreno de los recursos humanos, ya que “cuando seleccionas al personal busca gente que conozca ya estos procedimientos o que se pueda adaptar rápidamente a ellos. La informática va a tener una importancia fundamental”.
En el caso de los despachos jurídicos, asegura Marisa Méndez, consultora y profesora de IE Law School, “será inevitable que los recursos de la firma se readapten de modo que puedan ser presentados de una manera más eficiente, y eso llevará a un proceso que pasará por las fases de diseño de servicios a medida, sistematización, estandarización y comoditización”. Además, “habrá nuevas figuras en los despachos, como el equivalente español del professional support lawyer,  lo que también llevará a que existan planes de carrera alternativos y que no todo sea como en los últimos años, donde imperaba el up or out, o subes o estás fuera”.
Sin embargo, hay quienes ven los cambios desde otra perspectiva, ya que no creen que las innovaciones informáticas vayan a variar sustancialmente los campos profesionales. Así lo afirma, respecto del ámbito jurídico, Eugenio Pérez de Francisco, profesor de derecho internacional y comunitario de la Universidad Antonio de Nebrija, para quien los avances informáticos pueden simplificar la labor del jurista, pero apenas la modifican. “Si vamos a hacer una demanda muy sencilla, podemos coger un formulario y limitarnos a rellenar los datos. Pero luego tienes que ir juzgado y defenderla igual que se hacía en el siglo XIX, en pleitos con posibilidades muy abiertas y donde la ayuda informática es cero”.
Para Pérez de Francisco, donde sí tiene enorme relevancia es en el terreno de las bases de datos, ya que, “mientras que en otras épocas tenías que buscar la jurisprudencia en libros voluminosos, donde encontrar una sentencia que te fuera útil un trabajo de días, ahora es cuestión de minutos”. Sin embargo, tampoco cree que eso transforme la relación con los clientes, “porque si bien se ahorra tiempo y se factura menos en ese concepto, el despacho también tiene que amortizar la inversión informática que ha realizado, que suele ser elevada, con lo que la factura no lo nota”. Y finalmente, allí donde sí podrían ser realmente útiles, como es en la agilización procesal vía telemática, es donde menos se ha invertido: “¿para qué sirve que el abogado tenga una firma digital si el juzgado no la puede utilizar por falta de medios?” Por todo ello, Pérez de Francisco cree que “no habrá, ni de lejos, una revolución a corto plazo causada por las nuevas tecnologías”.
La desconfianza del cliente
El otro inconveniente es que estos procesos sistematizados pueden  generar desconfianza en el cliente. No todo el mundo verá bien, por ejemplo, que el médico de cabecera tenga que seguir determinados protocolos evidence based en lugar de hacer caso de su propia impresión, o que decisiones del campo de la ingeniería o del derecho sean tomadas por programas informáticos y no por un experto que aplica su conocimiento a una situación concreta.

En el campo sanitario, por ejemplo, se están cometiendo errores de adaptación importantes, señala Sainz Fuertes, toda vez que los médicos no estaban acostumbrados a disponer de una cantidad de información tan grande como la que tienen hoy. “Ahora te mandan rápidamente a que te hagas un montón de pruebas y luego llegas con la carretilla de papeles y no saben bien qué hacer con tantas cosas. El buen profesional médico se ha caracterizado siempre por su contacto con la realidad y por su capacidad de síntesis, y eso se está perdiendo”.
Pero, según Marisa Méndez, la ayuda que pueden prestar los sistemas informáticos sirve precisamente para evitar esta clase de problemas. “Haber estandarizado los procedimientos puede servir al médico para avanzar a otra fase del diagnóstico. Además, tampoco implica que vayamos a sustituir a los profesionales: puedes contar con simuladores para las hipotecas, pero luego siempre hay  alguien que revisa los resultados. Hablamos de prestar un servicio y no de vender un producto”. Para Méndez, este miedo a utilizar las sistematizaciones informáticas desaparecerá cuando “quienes estandaricen sean aquellos que tienen reconocida su experiencia en ese campo concreto”.
En todo caso, lo que parece evidente es que esta reorganización informática de los procesos profesionales llevará a cambios notables en la estructura de recursos humanos de gran parte de las firmas de estos sectores. Por una parte porque, como avisa Sanz Fuertes, se abogará por la desaparición del generalista. “Ahora se tiende hacia la especialización, por lo que ese médico o ese abogado que sabían de todo ya no van a tener fácil sobrevivir. Lo cual es un error, porque la visión de conjunto es imprescindible. En la mayoría de las ocasiones, los problemas están relacionados. Es como una construcción de dominó, que si cae una pieza, caen todas. En ese contexto, centrarse en una parte es una equivocación”.
Otro gran cambio tiene que ver con la flexibilidad. En el caso del mundo jurídico, asegura Méndez, esta facilidad de la tecnología se cruzará con las aspiraciones de las nuevas generaciones, dando lugar a que la vieja estructura de la pirámide tome la forma de diamante. “Aun cuando cada despacho sea un mundo distinto, la tendencia general será que existan distintas carreras dentro de la empresa, que ya no todo sea ascender o marcharte, sino que se den posibilidades de permanencia que hagan más ancho el centro de una figura que adelgazará por arriba y por abajo. No todo el mundo va a querer ser socio”.

Se refiere Méndez a que la reestructuración de las firmas profesionales llevará a dos clases de servicios, uno de alto valor añadido, dedicado a asuntos especialmente complejos y que aumentará su precio y otros mucho más sencillos, que serán estandarizados y que, al convertirse en commodities, tendrán su mejor baza en el precio. En ese entorno, donde será más difícil llegar a la parte más alta de la empresa, es donde afirma Méndez que habrá nuevas carreras profesionales que se desarrollarán en el estrato intermedio, ofreciendo posibilidades tanto a quienes pretendan hacer carrera como quienes aspiren a tener un mejor balance entre el trabajo y su vida personal.

Que esto sea así, además, “permitirá que quienes están en la parte más alta de la empresa, puedan dedicar más tiempo y recursos a las cuestiones más complejas y a los servicios de valor añadido, que será donde se marque la diferencia”.
From elconfidencial.com 31/03/2011

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