lunes, 23 de octubre de 2023

Visita el sudeste asiático: razones por las que debes viajar a Vietnam (y pasar a Camboya)



(iStock)



Aunque Tailandia suele ser el destino elegido por los viajeros occidentales, la verdadera joya de la corona es Vietnam, un país que aúna una curiosa mezcla de colonialismo francés, influencia china, comunismo 'light' y budismo




En los últimos años, especialmente antes de la pandemia, el sudeste asiático se convirtió en un destino muy preciado para los viajeros occidentales y los aventureros, que decían visitar la zona por el cliché de "encontrarse a sí mismos". Aunque uno puede encontrarse a sí mismo también en el trayecto en metro desde casa al trabajo, sí que es cierto que esta zona de Asia es particularmente inspiradora por su belleza y porque es relativamente barata para nuestros bolsillos.

En realidad, Tailandia suele ser el destino más frecuentado por los turistas, pues abrió sus puertas mucho antes que sus países vecinos y aúna un tipo de turismo muy preciado para muchas personas (fiesta, playa y, por qué no decirlo, en muchas ocasiones turismo sexual). Otros de sus vecinos, como Myanmar (o Birmania), se encuentran en una situación política un tanto complicada como para poder visitarse. No obstante, la verdadera joya de la corona del sudeste asiático es Vietnam, un país que lo tiene todo a su favor: es muy seguro, su gastronomía es buena, merece la pena conocer a su gente y entender por todo lo que han pasado, y tiene ciudades bonitas y una naturaleza impresionante.


La verdadera joya de la corona del sudeste asiático es Vietnam. Es muy seguro y sus paisajes son impresionantes


Además, aúna la curiosa mezcla de colonialismo francés, influencia china, el budismo y (como dicen ellos) comunismo light (a día de hoy tienen un partido único pero un mercado abierto). Todo ello es muy interesante de conocer, y si tienes al menos 15 días en los que te apetece conocer Asia, merece la pena visitarlo. Y si puedes, ya de paso, completar tu visita yendo a Camboya, te garantizamos que será una de las experiencias más increíbles de tu vida.


1) El caos de Hanói

Si nunca antes has visitado Asia, aterrizar en Hanói después de mil horas de avión puede ser una auténtica aventura. La capital del país es muy vibrante, aunque quizá no apta para todos los públicos. Repleta de motos que se dirigen en todas direcciones sin preocuparse de si estás cruzando o no, es el lugar ideal no solo para conocer grandes joyas de Vietnam como son el Templo de la Literatura, el mausoleo de Ho Chi Minh o el museo de etnias, sino también para disfrutar de sus calles y su gente y de la multitud de restaurantes y baretos que encontrarás en las aceras y en las que se puede disfrutar de los platos más famosos de su gastronomía local, como el phở o el café con huevo (riquísimo).


placeholderLa zona vieja de Hanói.
La zona vieja de Hanói.


2) Maravillas naturales como Ninh Binh

Aunque implica normalmente una excursión de un día desde Hanói (está a dos horas en coche), Ninh Binh es una maravilla de la que los vietnamitas están muy orgullosos. Generalmente, la mejor manera de pasar el tiempo en esa villa a dos horas de la capital es recorriéndola en barca a través de su precioso río Ngo Dong, observando sus bonitas terrazas de arroz o subiendo a ver la increíble pagoda Bich Dong, a la que se accede a través de una cueva.


placeholderNinh Binh.
Ninh Binh.


3) La 'turistada' de ver la bahía de Ha Long

Hay que admitir que todos, cuando viajamos, por mucho que aseguremos apartarnos de las rutas más convencionales, acabamos haciendo las típicas 'turistadas'. Es lo que toca, y la bahía de Ha Long es una de ellas, lo que no quita que sea una maravilla natural. Lo más lógico es pasar una noche o dos en un barco que suele recorrer la bahía y promover muchísimas actividades para que a sus huéspedes no les de tiempo a aburrirse en ningún momento: hacer kayak, visitar una cueva, nadar... y si no te va tanto la marcha siempre puedes disfrutar de ver cómo cae el atardecer en la bahía desde el balcón de tu habitación, con una cerveza en la mano. Un paisaje que parece de otro mundo.


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4) La maravilla imperial que es Huế

Prácticamente todos los turistas que visitan Vietnam tienen como obligación pasar al menos un día en Huế, ciudad en el centro del país que en su día fue la capital (concretamente hasta 1945).

Huế fue la capital del país hasta 1945 y en ella se encuentran una pagoda y dos de los mausoleos más impresionantes de Vietnam


La recorre el río Perfume, y alberga joyas tan imponentes como su Ciudadela Imperial (bastante parecida a la Ciudad Prohibida de Pekín), la pagoda Thien Mu (donde se encuentra la famosa fotografía del bonzo Thích Quảng Đức, que se quemó en el 63, como protesta por la represión del gobierno a los budistas) o los impresionantes mausoleos de los emperadores Khai Dinh y Tu Duc, pertenecientes a dos dinastías diferentes y muy distintos arquitectónicamente hablando.


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Y si te niegas a hacer cualquiera de esas cosas, siempre puedes pasearte por la ciudad y visitar el mercado, donde encontrarás desde comida en salmuera a la famosa fruta Durian, muy apreciada por los asiáticos aunque huele fatal, o incluyo joyas, bolsos y relojes (de imitación, claro).


5) Viajar al pasado en Hội An

Lo admitimos, Hội An es también una trampa para turistas. Lo que no quita que pasar al menos un día recorriendo sus calles sea necesario para entender mejor la idiosincrasia y la historia de Vietnam. El que es, probablemente, uno de los pueblos más bonitos del país, está atravesado por canales y gracias a su conservación se mantiene como una de las joyas más antiguas de Vietnam. Su gracia reside en que, si dejamos a un lado las tiendas de souvenirs, pisar sus calles es como trasladarse al pasado. Y ese pasado se refleja en su arquitectura que es una fusión de estilos, en concreto el chino, el japonés (su llamativo puente es un reclamo) y, por supuesto, el francés.


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La recomendación para terminar con la turistada es que cojas una bici y te pasees tranquilamente por el pueblo. También es obligatorio pasear en una barca por el río por la noche, cuando se ilumina con los miles de farolillos y puedes colocar una vela en el agua con la idea de pedir un deseo.


6) La vida nocturna de Ho Chi Minh

Después de las maravillas naturales que has visto a lo largo de tu recorrido por Vietnam, es probable que Ho Chi Minh pueda decepcionarte un poco, porque no es más que una ciudad de rascacielos enormes, al estilo megalópolis asiática. No obstante, merece mucho la pena conocer una ciudad tan diferente a Hanói y hacerse una pequeña idea de lo que supuso la guerra en el país (el museo de la guerra o los túneles así lo atestiguan). Y, por supuesto, aquí tampoco faltan las motos dirigiéndose velozmente a todas partes y en todas direcciones.


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Por un lado, tenemos la impresionante arquitectura colonial francesa, testigo del paso de nuestros vecinos por la ciudad. Por otro, los imponentes carteles de Ho Chi Minh por la ciudad dan una idea de lo que el ex presidente supuso para todo el pueblo. Y, por último pero no menos importante, es una ciudad tan enorme (es la más poblada del país), que es imprescindible conocer su vida nocturna.

Si te atreves, uno de los planes más divertidos que puedes hacer en la antigua Saigon es recorrerla con una vespa para conocer mejor sus calles


Vayas donde vayas encontrarás vida: gente comiendo o bebiendo cerveza en la calle, locales nocturnos a los que acuden los oficinistas tras un día de trabajo, en los que podrás escuchar música de la antigua Saigon e, incluso si los buscas con ahínco, tablaos flamencos (prescindibles). Y, si te atreves, uno de los planes más divertidos que puedes hacer en la ciudad es recorrerla con una vespa para conocer mejor sus calles.


7) Cruza a Camboya para visitar Angkor

Nuestra última recomendación es que merece la pena coger un vuelo de una hora para conocer un poco Camboya, un país mucho menos masificado que Vietnam e infinitamente más humilde y selvático. Los ecos del genocidio perpetrado por Pol Pot todavía pueden oírse en un país que, especialmente tras el covid, agradece mucho el turismo occidental. Lo más lógico es pasar un par de días o tres en la ciudad de Siem Reap para poder visitar el complejo arquitectónico de Angkor por las mañanas, y así poder hacerte una pequeña idea de la mayor estructura religiosa jamás construida.


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Lo mejor es coger una entrada que incluya una visita de tres días, con la que podrás recorrer los distintos complejos dedicados al dios hindú Vishnu y, en menor medida, a Siddharta Gautama. Poco más se puede añadir más allá de que merece la pena verlo en persona, al menos, una vez en la vida. Que no te lo cuenten.



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