Foto: EFE/Andy Rain.
Ante el anuncio de que Galicia va a impedir su venta a menores, analizamos con especialistas los principales efectos que tienen en la salud (de niños y adultos) y si la medida debería extenderse a toda España e, incluso, a toda la población
La escena se repite cada vez más en centros de salud de toda España. Un adolescente llega a la consulta del médico con ansiedad, tensión alta, nerviosismo, arrastrando varios días de insomnio, taquicardias, temblores y/o problemas digestivos. Hace unos años saltarían automáticamente todas las alarmas para buscar un diagnóstico lo antes posible, hoy en día el sanitario tiene clara la pregunta que va a hacer: ¿tomas bebidas energéticas?
Cada vez más jóvenes consumen a menudo estos refrescos sin conocer los riesgos que pueden tener para su salud. Solo hay que mirar los datos. Ya en 2013, desde Europa alertaban de que un 16% de los niños de entre 3 y 10 años tomaban bebidas energéticas más de cuatro veces a la semana. Y en España, una encuesta realizada en jóvenes de entre 14 y 18 años revelaba que un 45% las había tomado en el último mes.
Este tipo de bebidas, que tienen un valor nutricional prácticamente nulo, están compuestas principalmente de cafeína, otros estimulantes y azúcar. Por ejemplo, una lata de 250 mililitros del refresco que “te da alas” contiene 80 miligramos de cafeína, y medio litro de Monster contiene 180. Las recomendaciones europeas para evitar los efectos perjudiciales para la salud es que la ingesta de cafeína no supere los 3 miligramos por kilo. Es decir, 180 miligramos para un adolescente de unos 55 kilos. Teniendo en cuenta el consumo que indican las cifras que hacen los adolescentes, su salud puede estar en riesgo por este psicoactivo. Pero no es el único ingrediente que puede ser perjudicial para ellos, también habría que sumar el efecto de otros estimulantes y, sobre todo, del sospechoso habitual: el azúcar.
Ante los efectos negativos que pueden producir estas bebidas en la salud de los jóvenes, hace unos días saltaba la noticia de que Galicia ha decidido prohibir su comercialización para los menores de edad. A partir del próximo año, los adolescentes no podrán comprar legalmente estas latas, al igual que pasa con el alcohol.
Teniendo en cuenta la medida de la Xunta, analizamos con los expertos qué efecto tienen las bebidas energéticas en la salud de los menores, pero no solo de ellos, porque los peligros también están presentes en adultos. Asimismo, les planteamos si consideran acertada la medida gallega, si debería extenderse a todo el país y, sobre todo, teniendo en cuenta que los mayores también están en riesgo, si deberían prohibirse en general.
Pediatría: por qué los menores deben evitarlas
Para Pedro Gorrotxategi, vicepresidente de Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap), este tipo de bebidas son peligrosas para la salud de los más pequeños y se deberían evitar. Los motivos van desde los estimulantes que contienen, “que pueden provocar, insomnio, nerviosismo, elevar la presión arterial, aumentar el ritmo del corazón…”, hasta el alto contenido de azúcar, que puede colaborar en la obesidad.
El pediatra vasco señala a El Confidencial que en ningún caso son recomendables para niños en general y todavía menos “en los que tienen enfermedades cardiacas, hipertensión o trastornos previos de nerviosismo y de insomnio. Están todavía mucho más contraindicadas”.
Gorrotxategi añade una situación que aumenta aún más el riesgo del consumo de estas bebidas, cuando son mezcladas con alcohol, una práctica bastante común. Cuando se produce esta combinación, los adolescentes están más activos, más eufóricos y sin caer en la somnolencia típica, lo que provoca que aumente el consumo espirituoso y que “haya más riesgo de coma etílico”.
Por suerte, el especialista recalca que los efectos negativos de este tipo de refresco se pueden evitar simplemente dejando de tomarlo.
Respecto a la disposición gallega, el vicepresidente de los pediatras de primaria se muestra reticente. Considera que es muy difícil legislar y que podemos llegar a una situación como la del alcohol, que está prohibido para los menores, pero al que tienen acceso. En este sentido, más que el impedimento legislativo, aboga por educación en salud.
Cardiología: riesgo para el corazón de niños y adultos
Uno de los órganos que están más en riesgo por el consumo de bebidas energéticas es el corazón, tanto en menores como en adultos, y hay “dos problemas fundamentales”, según explica a este periódico Manuel Anguita, presidente de honor de la Sociedad Española de Cardiología (SEC).
El especialista asegura que lo que produce un daño más importante es la alta concentración de cafeína: “Una lata de 250 mililitros tiene aproximadamente 80 miligramos de cafeína, una cantidad de cafeína muy grande. Los estudios ponen de manifiesto que por encima de 160 miligramos de cafeína diaria hay un efecto cardiovascular nocivo”. A este respecto, destaca que el consumo de dos latas de este tamaño ya podría producir problemas cardiovasculares, como subidas de la tensión arterial bruscas y muy importantes, “que incluso pueden producir un accidente cerebrovascular, una hemorragia, taquicardia o infarto de miocardio por el efecto de aumento de las pulsaciones y de vasoconstricción por la subida de tensión”.
Además del exceso de estimulantes, el cardiólogo también apunta a riesgos por el alto contenido en glucosa. “Tienen una cantidad de azúcar enorme que puede aumentar el riesgo de diabetes a largo plazo, que es otro mecanismo por el que se puede producir un daño cardiovascular”, subraya.
Anguita también hace hincapié en el riesgo del consumo de este tipo de bebidas cuando son mezcladas con alcohol.
Y aunque el riesgo para la salud sea para toda la población, en gente joven el efecto es mayor, por lo que desde la SEC les parece una buena medida la adoptada por Galicia, que se debería extender al resto de España. Pero si preguntamos si considera que deberían prohibirse en general, para toda la población, la opinión es distinta: “Aquí deberíamos hablar de educación y recomendaciones, porque si no se ha hecho en el tabaco... Además, todavía necesitamos seguimiento a largo plazo para establecer que es tan nocivo”.
Neuropsicológico: sistema nervioso en juego
El aspecto neurológico y la salud mental también pueden verse fuertemente afectados, tanto en menores como en adultos, si se abusa de este tipo de bebidas.
Desde el punto de vista neurológico, el neuropsicólogo José Antonio Portellano Pérez explica a este diario que “el consumo abusivo de bebidas energéticas puede afectar al funcionamiento del sistema nervioso a cualquier edad, especialmente si se consumen de modo habitual más de 400 mg al día. Determinados circuitos nerviosos pueden verse afectados por el consumo excesivo de bebidas energéticas. Las consecuencias de este hecho son muy variadas: trastornos del sueño, cefaleas, estado de hiperalerta prolongado, agitación e incluso crisis convulsivas”.
En la misma línea, el también profesor de Psicobiología en la Universidad Complutense de Madrid señala que “los efectos adversos neurológicos y psicológicos forman parte de un mismo binomio, como consecuencia de la sobreestimulación del sistema nervioso central, producida por el consumo abusivo de bebidas energizantes. Un consumo esporádico y de baja intensidad puede mejorar el nivel de alerta y de atención, disminuyendo la sensación de fatiga física y psíquica. Por el contrario, el consumo continuado provoca trastornos psicológicos de mayor intensidad, siendo habituales crisis de irritabilidad, ansiedad, falta de concentración, cambios de humor, comportamiento agresivo y aumento en las ideaciones suicidas, llegándose a presentar episodios psicóticos en algunas ocasiones”.
El profesor de la Complutense desarrolla que el consumo de bebidas energéticas activa los centros de recompensa en varias áreas situadas en la base del cerebro y en el lóbulo frontal. “Un consumo continuado puede derivar en un comportamiento adictivo similar al que se produce por consumo abusivo de anfetaminas. Las sustancias estimulantes como la cafeína y la taurina contenidos en las bebidas energizantes son los principales agentes facilitadores de la conducta adictiva”, dice sobre los efectos que puede tener en la salud.
Y añade: “El uso abusivo de las bebidas energéticas puede generar alteraciones permanentes en el cerebro, destruyendo circuitos nerviosos. Un consumo regular de cafeína puede causar dependencia física moderada a partir de 100 mg/día y tolerancia a esta sustancia, creando la necesidad de consumir una dosis mayor que la inicial para conseguir un efecto similar al original”.
El neuropsicólogo califica la medida gallega de “valiente y posiblemente eficaz, ya que pretende mejorar la salud de los adolescentes”. “Esta normativa u otras similares siempre deben acompañarse de medidas preventivas”, agrega. Y ante la pregunta de si se debería extender al resto de España, “dada la gravedad del problema”, indica que “es necesario abrir un debate social que se traduzca en la búsqueda de soluciones eficientes, desmitificando falsas creencias acerca de las bebidas enérgicas. La primera medida debe consistir en la denuncia de la publicidad engañosa, informando a la población de los efectos negativos que derivan del uso excesivo de bebidas energizantes. Los centros educativos pueden ser la plataforma ideal para informar de las consecuencias negativas del consumo indiscriminado de bebidas energizantes. En segundo término, hay que desterrar la falsa creencia de que los síntomas de la embriaguez se combaten consumiendo bebidas estimulantes. Un tercer falso mito que hay que desechar es la creencia infundada de que su ingesta rehidrata al organismo después de realizar alguna actividad deportiva”.
Al consultarle si se debería extender esta medida a todas las edades, concluye que “dados sus efectos nocivos y el riesgo de alteraciones neuropsicológicas y de otro tipo, hay que entrar en el debate de su posible prohibición”.
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