Muchos nutrientes, como la vitamina C, pueden obtenerse de forma natural y sintética. (iStock)
Puede que te cueste creer que la vitamina C, venga de una naranja o de una probeta, siempre será vitamina C, y sus propiedades y efectos serán idénticos
Una de las muchas creencias que giran en torno a la salud, y en concreto, acerca de la nutrición, asegura que lo "natural" siempre es más beneficioso para la salud que lo sintético. Sin embargo, tal afirmación, lejos de ser cierta, alberga muchos e importantes matices que la desmontan. Al menos, así lo considera la doctora Laura Culleré Varea, docente de grados de Farmacia y Biomedicina de la Universidad San Jorge (USJ) y miembro del grupo de investigación GreenLife.
"Un producto por ser natural no tiene que ser siempre saludable, ni mucho menos"
Según la investigadora, "un producto por ser natural no tiene que ser siempre saludable, ni mucho menos. Natural no es sinónimo de beneficioso para la salud". Y para avalar esta sentencia, menciona algunos ejemplos que lo explican y justifican:
- En primer lugar, el consumo de agua potable, en exceso, puede llegar a matar por intoxicación.
- Por otro lado, la sal común, NaCl, puede ser tóxica si se ingiere en cantidades superiores a 3 g por kilogramo de peso corporal.
- Se sabe que el veneno más potente conocido se produce de forma natural por una bacteria (Clotridium botulinum) y no se sintetiza en el laboratorio, como cabría pensar.
- Y por último, el arsénico, elemento químico conocido desde la antigüedad, altamente tóxico y empleado como veneno, se encuentra fácilmente en la naturaleza (en la atmósfera terrestre, en el suelo y en agua).
Precisamente, el arsénico ha sido recientemente objeto de debate en los foros de seguridad alimentaria, ya que "hace unos meses se detectaron pequeñas cantidades de arsénico inorgánico en arroces, especialmente en los de tipo integral y tortitas de arroz. Sin embargo -continúa la experta-, parece que estas cantidades encontradas se hallan dentro de los rangos permitidos por la normativa. Si se lleva una dieta equilibrada, no debería ocasionar problemas, pero en el caso de personas que basan gran parte de su alimentación en el arroz, el contenido de As consumido podría considerarse excesivo". Y añade: "Aunque la cantidad de arsénico detectada está por debajo de los valores actualmente permitidos por la normativa, podrían ser excesivos si se toma como referencia el valor de 0,3 µg diarios por kilo de peso corporal, el más estricto de los que establece la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés).
Etiquetas que no mienten, pero no dicen la verdad
En relación con la idea de que lo artificial es malo para la salud y lo procedente de la naturaleza, sin embargo, benigno, la experta pone el foco en otra creencia que conviene aclarar. Se trata de los conservantes añadidos a los productos alimenticios. Y es que la gente cree que los conservantes siempre son el resultado de un proceso químico, lo que se traduce en que los alimentos que los contienen son peores que aquellos que carecen de ellos.
Partiendo de esta premisa, cuando una etiqueta incluye la frase "sin conservantes", lo habitual es que las personas lo identifiquen con un producto más sano que si los contuviera. Sin embargo, "hay que tener mucho cuidado con cómo se interpretan las etiquetas que nos encontramos en productos de alimentación, ya que pueden ser un tanto engañosas", advierte la doctora, ya que "si un determinado producto necesita conservantes para garantizar su preservación en el tiempo, es imposible que no lleve conservantes, aunque se indique en la etiqueta. Lo que querrá decir es que no se usan unos determinados conservantes, pero nada más".
¿Son peligrosos los conservantes?
Para el mantenimiento de la composición, propiedades y características organolépticas es necesario la adición de conservantes, y estos pueden ser naturales o sintéticos. Lo que no significa que unos sean buenos y otros peligrosos, ya que "todos ellos cumplen los requisitos de seguridad establecidos, por lo que en ningún momento son un riesgo para la salud. De hecho, algunos de ellos, como es el caso del ácido ascórbico, son hasta beneficiosos para la salud, presentando un demostrado poder antioxidante", apunta la experta.
Los conservantes no tienen por qué ser dañinos, incluso pueden ser beneficiosos, como la vitamina C
Además, cuando hablamos de conservantes, poco importa si nos referimos a sustancias que proceden de la naturaleza o de una probeta, ya que "en ambos casos se trata de los mismos compuestos químicos, con idénticas propiedades, por lo que es indiferente su procedencia", remarca Culleré.
Es más, uno de los conservantes naturales más conocidos, la vitamina C o ácido ascórbico, puede ser natural, pero poca gente sabe que también puede salir de un laboratorio bajo el nombre de E300, y ambas sustancias son exactamente las mismas.
¿Y si hablamos de medicamentos?
No nos referimos a alternativas propuestas por la medicina natural para sustituir fármacos de laboratorio, sino a dos versiones del mismo medicamento, una natural y otra sintetizada. Esta posibilidad la vemos en multitud de ejemplos. Estos son algunos ellos: "La codeína y el dextrometorfano (antitusivo de los jarabes) son derivados de la morfina, y a su vez se extraen del opio. Otro ejemplo es la teofilina, medicamento usado para tratar varias enfermedades respiratorias, que se puede extraer del té; o la aspirina, que es un derivado del ácido salicílico, procede del sauce; o la artemisina, medicamento usado hoy en día contra la malaria, que parte de la Artemisia annua como materia prima", detalla la doctora.
"Estos compuestos y muchos otros pueden obtenerse de forma natural, pero también de forma sintética mediante procesos químicos en un laboratorio", sostiene la científica. Y añade: "En las últimas décadas el sector de la síntesis de fármacos ha sufrido un importante desarrollo y, a día de hoy, se tiende a sintetizar medicamentos en laboratorio, aunque también se puedan extraer de la naturaleza. Los motivos son varios: en primer lugar, resulta más rápido, además de ser más económico y, por último, solo por esta vía se puede conseguir una producción de las cantidades necesarias para abastecer el mercado".
Además, "las reacciones llevadas a cabo en los laboratorios son potencialmente más seguras, ya que se controla su producción de forma muy rigurosa, por lo que no implican ningún inconveniente frente a su extracción a partir de un producto natural", apostilla.
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