El logotipo de Google, visto desde un cristal roto.
(Reuters/Dado Ruvic)
Esta semana hemos conocido los primeros datos que explican cómo Microsoft ha sabido subirse mejor que nadie a la ola de la inteligencia artificial. Google sigue paralizado sin una respuesta clara a ChatGPT. ¿Qué está ocurriendo?
"Nos emociona anunciar ChatGPT, queremos saber qué os parece". Esta frase está a punto de cumplir un año, pero ya forma parte de la historia de Internet. O, mejor dicho, de lo que viene después de Internet. La publicó OpenAI el 30 de noviembre de 2022 al presentar al mundo ChatGPT. Lo que vino después fue un terremoto tecnológico: la llegada, por primera vez, de la inteligencia artificial a las masas. El impacto fue tal que muchos ven ahora en la IA una revolución mayor a la que supuso en su momento la llegada de la red. Es lo que viene. Lo que va a dominar nuestras vidas, aseguran, en las próximas décadas. Y hay una compañía que, por ahora, se está convirtiendo en la ganadora de esta próxima era: Microsoft.
Alphabet (matriz de Google) y Microsoft presentaron esta semana resultados financieros. Había gran expectación, los datos podían dar pistas por primera vez sobre cuál de las dos está logrando rentabilizar el boom de la inteligencia artificial. No es solo cuestión de dinero. Es también supervivencia. Estar entre los primeros en dominar esta tecnología supone asegurarse un puesto entre las big tech del futuro. Y Microsoft, de momento, está adelantando a Google con una estrategia tan pragmática como brillante.
La compañía que lidera Satya Nadella anunció este miércoles unos ingresos que nadie esperaba, en especial en la unidad de servicios en la nube, donde agrupa su oferta en inteligencia artificial. Durante el tercer trimestre del año, Microsoft ingresó 22.300 millones de dólares solo en su departamento de servidores y cloud, un 21% más que el mismo periodo del año pasado. Pero su plataforma Azure, sobre la que Microsoft está levantando su oferta de IA, aumentó un 29%. Es el segmento que más crece de todo el grupo. Los ingresos derivados de GitHub Copilot, la herramienta de IA para programadores creada junto a OpenAI, se dispararon un 40%, aseguró Nadella. Poco después del anuncio, las acciones escalaron un 6%.
A Google le ocurrió lo contrario. Se esperaban unos resultados brillantes en la unidad de servicios en la nube, donde contabiliza su (de momento escasa) oferta de IA, pero estuvieron por debajo de las expectativas. No es que vaya mal, creció un 22%, pero teniendo en cuenta el enorme hype en inteligencia artificial y que es un negocio más bien pequeño comparado con el de Microsoft (8.400 millones de ingresos frente a los 22.300 millones de Microsoft), se esperaban porcentajes bien por encima del 30%. No ocurrió y la acción de Alphabet se desplomó casi un 10%, una de las mayores caídas en lo que va de año.
"El modelo estrella ahora mismo que está comercializando a escala Microsoft es GPT4. Google, a día de hoy, no tiene nada que se acerque. Cualquier empresa que quiera desarrollar sus propias aplicaciones de IA con los modelos actuales se tiene que ir a GPT4, no hay otra", explica a El Confidencial Andrés Torrubia, ingeniero y cofundador del Instituto de Inteligencia Artificial. "De hecho, aún no hemos visto lo más potente que puede ofrecer Microsoft y OpenAI, que es integrar Copilot en Office, aún está medio en beta, pero cuando esté listo, ahí van a tener otro crecimiento grande".
"Microsoft está siendo muy inteligente. Ellos ya tenían un negocio enorme con Azure dando servicios en la nube a empresas. Además, tienen una maquinaria de ventas muy superior a la de Google, que tiene el foco en los servicios a usuarios y la publicidad. Han sido muy rápidos cerrando su acuerdo con OpenAI. Integrar ChatGPT en todas sus herramientas de productividad les da una ventaja instantánea", explica a El Confidencial Jacobo Elosua, cofundador de la firma española de inteligencia artificial IrisAI.
"Microsoft desde luego se ha puesto al frente de la ola de IA más rápido y la está monetizando muy bien. A Google le está costando mucho más", explicaba esta semana al FT el analista Brent Thill. Otro dato: mientras en Google los ingresos de su unidad cloud solo suponen el 11% de las ventas totales, en Microsoft superan el 45%.
"Les hemos sacado a bailar"
Hace un año, cuando el CEO de Microsoft, Satya Nadella, presentó su alianza con OpenAI para integrar ChatGPT en decenas de productos, se lanzó al cuello de su rival. "Quiero que la gente sepa que les hemos sacado a bailar", aseguró. Meses después, mientras Google sigue aprendiendo a moverse en la pista, Microsoft está dando su primer recital.
GitHub Copilot, una herramienta usada por programadores, cuenta ya con más de un millón de usuarios de pago. Muchos se unieron en los últimos meses, tras añadirse una función de chat basada en ChatGPT que ahorra horas de trabajo. La plataforma Azure la usan más de 750.000 empresas en todo el mundo (en España algunos nombres son Sanitas, Siemens Gamesa o Vitaldent, y administraciones como la Comunidad de Madrid). De ellas, casi un 3% ha empezado a usar Azure OpenAI, una forma sencilla de integrar herramientas de OpenAI en los sistemas de cada organización.
Microsoft asegura además que millones de personas ya usan ChatGPT integrado en Office. Bing ha superado los 100 millones de usuarios diarios, con casi 2.000 millones de consultas al ChatGPT integrado en el buscador, y su navegador Edge lleva 10 trimestres consecutivos ganando cuota de mercado a Chrome. En el caso de Bing, sin embargo, los datos de cuota aún no muestran signos de cambio, sigue estancado en torno al 3% mundial y Google aún domina el 90% del pastel. "Es normal, la fortaleza de Microsoft siempre ha sido su negocio en empresas, y ahí es donde está sacando petróleo con la IA", señala Elosua.
Google confía justo en eso, en su enorme margen de maniobra, para empezar a obtener rendimiento comercial de la IA. Su gran apuesta se llama Gemini, y se perfila como la alternativa a GPT-4. "Estamos preparándonos para su lanzamiento", reconocía esta semana Sundar Pichai, CEO de Alphabet. La urgencia es tal que, hace unos meses, Google fusionó varias unidades de IA en una sola, llamada Deepmind, el nombre de la compañía británica que adquirió en 2018 por más de 600 millones de dólares. Gemini debería ver la luz en las próximas semanas, un año después del lanzamiento de ChatGPT. Es lo que le ha costado a Alphabet mover su maquinaria.
"Es irónico que la arquitectura de red neuronal en la que se basan casi todos los modelos del lenguaje, incluido GPT4, fue inventada por Google, los transformers. Muchos de los investigadores que trabajaban en Google en este terreno se han ido a otras empresas, entre ellas OpenAI. La empresa está sufriendo una especie de parálisis, en parte por conflicto de interés: si gira demasiado hacia la IA, se arriesga a canibalizar su negocio. El coste de servir una búsqueda con IA es mucho mayor al de la búsqueda convencional. Se comerían buena parte del margen", explica Torrubia.
"Frenar la IA costará vidas humanas"
Por supuesto, nada de esto es definitivo. Las prisas podrían jugarle una mala pasada tanto a Google como a Microsoft por una serie de riesgos que esta última identifica en sus informes a inversores. "El contenido generado por la IA puede ser ofensivo, ilegal o dañino. [...] Un desarrollo inadecuado de la IA puede causar daño a las personas, a los clientes o a la sociedad. Algunos escenarios de la IA presentan problemas éticos [...] o pueden afectar a los derechos humanos, la privacidad, el empleo y otros aspectos sociales económicos y políticos", señala. Para las grandes tecnológicas, la inteligencia artificial es ahora mismo una gran caja negra. No les queda otra que lanzarse a la piscina sin saber nadar.
"La incertidumbre es enorme. Ahora Microsoft está ordeñando la vaca, le está pegando un chute al precio de la acción y Nadella parece un genio, pero los peligros son muy altos. Quizás por eso, Microsoft sea el primer interesado de que Google y Deepmind les plante cara. No pueden convertirse en los únicos dominadores de una tecnología que genera tanto miedo social como la IA", explica Elosua. Lo chocante es que son los propios impulsores de la IA, con Sam Altman a la cabeza, los que en buena parte están generando este miedo.
Hace unos días, Marc Andreessen, inversor de OpenAI y una de las vacas sagradas de Silicon Valley, aseguraba en un manifiesto de 5.000 palabras que cualquier intento de "frenar la IA costaría vidas humanas". Cualquiera que se interponga en el desarrollo libre de la IA, sean reguladores, académicos o eticistas, debe ser considerado un "enemigo". "La tecnología es la gloria de la ambición humana, la punta de lanza del progreso. Podemos avanzar hacia una forma superior de vida", escribía. Andreessen proclamaba la era del el tecno-optimismo y el aceleracionismo, es decir, dejar que la IA se desarrolle sin ningún tipo de límite. Este es, precisamente, el tipo de riesgo al que alude Microsoft. Un riesgo que puede hacer saltar por los aires a una industria que acaba de nacer.
www.elconfidencial.com/tecnologia/2023-10-29/jugada-microsoft-gana-google-openai-chatgpt-copilot-inteligencia-artificial_3761926/