miércoles, 25 de octubre de 2023

¿Son perjudiciales las ondas radioeléctricas de los móviles? Los expertos no tienen dudas

 



‘La Vanguardia’ habla con especialistas en la materia para conocer el impacto que pueden llegar a tener las emisiones de estos dispositivos



Hace pocas fechas, el iPhone 12 fue noticia en Francia (y por ende, en medio mundo). Las autoridades francesas detectaron que unos cientos de terminales analizados de ese modelo sobrepasaban ligeramente el límite de potencia permitido que acaba absorbiendo nuestro cuerpo. Concretamente, superaba por poco el techo fijado específicamente para las extremidades. Eso provocó la retirada del producto del mercado francés, una medida que posteriormente fue revocada después de que Apple, fabricante del modelo, realizara una actualización del software que reducía los niveles de las ondas de radiofrecuencia del terminal. El caso generó cierta alarma y puso sobre la mesa el debate sobre si las ondas que emiten los móviles pueden llegar a ser perjudiciales para la salud. Pues bien, los expertos no tienen dudas al respecto.

Para empezar, y antes de entrar en materia, se hace necesario hablar de la Tasa de Absorción Específica (SAR, por sus siglas en inglés), que no es otra cosa que “la medida que indica cuánta potencia se absorbe por kilogramo de cuerpo humano cuando este se expone a una radiación electromagnética no ionizante [tipo de radiación de baja energía]”, explica a La Vanguardia Fernando Las-Heras, catedrático del departamento de Ingeniería Eléctrica de la Universidad de Oviedo. En concreto, el terminal de la empresa de la manzana mordida registró 5,74 vatios por kilogramo (W/kg) para las extremidades, cuando el límite se sitúa en 4 W/kg.

¿Son perjudiciales las ondas radioeléctricas de los móviles? Los expertos no tienen dudas

¿Cómo se miden y quién certifica que las ondas electromagnéticas que emite un dispositivo electrónico son seguras? (Getty Images)

SAR: Tasa de Absorción Específica

La pregunta es: ¿puede traducirse esa diferencia de 1,74 W/kg en un daño para la salud de las personas? Juzguen ustedes mismos. Las-Heras explica que, “basándose en estudios científicos”, la Comisión Internacional sobre Protección Frente a Radiaciones No Ionizantes (Icnirp) consideró un valor de SAR de 4 W/kg para el cuerpo entero (no para las extremidades) a partir del cual el efecto biológico de someterse a un campo electromagnético podía convertirse en un riesgo biológico (potencialmente perjudicial para la salud). ¿Por qué? Porque la temperatura corporal podría aumentar por encima de un grado centígrado, generando problemas de termorregulación y, por tanto, un daño biológico.

A partir de esa cifra, este organismo estableció sus recomendaciones para cualquier terminal radioeléctrico fijando un límite para el conjunto del cuerpo de 0,08 W/kg para el público general. “O sea, redujo el listón hasta 50 veces”, esgrime Las-Heras. Asimismo, fijó el techo en 2 W/Kg (medido sobre una masa de 10 gramos) para cabeza y tronco y 4 W/kg para las extremidades.

Se admite bastante más SAR cuando la radiación la recibes en zonas no tan sensibles, como las extremidades”

Fernando Las-HerasCatedrático de la Universidad de Oviedo

“Se admite bastante más SAR cuando la radiación la recibes en zonas no tan sensibles, como pueden ser las extremidades”, arguye Las-Heras. “No es lo mismo recibirla en el ojo, que es una zona muy expuesta debido a la poca irrigación sanguínea del cristalino -por lo que disipa menos calor que otros tejidos-, que en un brazo”.

Entiende que, aunque el iPhone 12 emitiera a 5,74 W/kg (algo que ya se ha corregido), este “no generaba de forma automática un daño biológico”. No obstante -prosigue-, "sí que se entra en el margen de seguridad del riesgo biológico”, de ahí que defienda que si legalmente hay establecido un límite para garantizar la seguridad, como es el caso, “este debe cumplirse”.

Aunque el iPhone 12 emitiera a 5,74 W/kg, este no generaba de forma automática un daño biológico”

Fernando Las-HerasCatedrático de la Universidad de Oviedo

¿Y quién certifica que un móvil emite dentro de los parámetros permitidos de SAR? Aquí entran en juego dos actores: por un lado, existen los laboratorios de ensayo y, por otro, las entidades de certificación. La empresa Applus+ desempeña ambos roles: cuenta con diversos laboratorios y equipos de certificación. Además, supervisa estas pruebas de SAR que realizan otros laboratorios.

José María Laborda, su director técnico del área electrónica, explica que existen cuatro familias de pruebas dentro de lo que es la radiofrecuencia. La primera tiene que ver con la compatibilidad electromagnética. “Es decir, hay distintos dispositivos (móvil, ordenador, auriculares…) que emiten ondas electromagnéticas y todos tienen que coexistir entre sí. Estas pruebas lo que permiten es corroborar que no haya interferencias ni comportamientos anómalos”.

Estamos rodeados de ondas electromagnéticas que no dejan de emitir todos los aparatos electrónicos que tenemos alrededor

Estamos rodeados de ondas electromagnéticas que no dejan de emitir todos los aparatos electrónicos que tenemos alrededor 

 Getty Images

La segunda versa sobre la protección del espectro electromagnético. “O sea, que la emisión fluya por la banda que le corresponde y con las características pertinentes. La comunicación por una banda no puede interferir de ninguna manera la banda adyacente”.

La interoperabilidad es la tercera. “Cada tecnología exige una forma de comunicación, con una codificación de señales específica. Verificar que esa codificación es la pertinente es lo que se denomina interoperabilidad”.

¿Cómo miden los laboratorios de ensayo la SAR que emite un móvil?

Y la última es la parte de la exposición humana a ondas electromagnéticas. “Y aquí entran las medidas de SAR”, esgrime Laborda. En Europa, cuenta, “si el dispositivo en cuestión opera con potencias de transmisión superiores a 20 milivatios y se va a usar a menos de 20 cm de la persona, debe realizar pruebas de medición de SAR”.

¿Cómo miden los laboratorios de ensayo la SAR que emite un móvil? Existe un protocolo. El primer paso es rellenar una especie de maniquí de un líquido que simula las propiedades electromagnéticas de los tejidos humanos. La composición del fluido varía en función del tejido que se quiere simular. “No es lo mismo la cabeza que un brazo”, arguye Laborda.


Cómo se mide la radiación que emiten los dispositivos móviles

Un robot realiza las pruebas SAR a diversos dispositivos. Esta prueba mide la cantidad de energía

de radiofrecuencia absorbida

por el cuerpo humano

Robot. Un brazo robótico controlado por ordenador

y que consta de una sonda mide la radiación emitida por los dispositivos

Mesa de pruebas. Tiene un recipiente en forma de silueta humana de dos cabezas, que se rellena con un líquido que simula el tejido cerebral y corporal

Soporte para el móvil y otros dispositivos.

Se situa debajo del maniquí a muy pocos milímetros para simular a una persona hablando por teléfono. Se colocará en diversas posiciones durante el testeo

Los datos se envían a un ordenador que crea un mapa marcando las zonas con más o menos radiación...

El robot introduce múltiples veces la sonda en el líquido trazando un recorrido a diferentes profundidades

Traza una

red de mediciones...

W/kg

...y comprueba si supera los límites establecidos por la ley

...marcando la radiación en cada punto

FUENTE: Applus+ Laboratories. LA VANGUARDIA


No hay que imaginarse un maniquí al uso (ver el gráfico que acompaña a estas líneas). En realidad, se trata de un molde que se coloca de forma horizontal y se rellena. Es gracias a esa posición horizontal (de lo contrario el fluido se desparramaría) que es posible pasar por debajo el terminal en todas la posiciones posibles en que el usuario lo acabará utilizando mientras una sonda se introduce en el líquido (por la parte superior del molde) para tomar mediciones de la radiación que emite el móvil.

“En los extremos del molde hay dos cabezas. Es para medir los lados izquierdo y derecho. ¿Por qué? Porque hay terminales que no son totalmente simétricos”, explica Laborda, que subraya que se simulan distintas formas de coger el teléfono: “Se busca el caso más desfavorable. Si existe una posibilidad, por remota que sea, de coger el terminal, se mide”. En el siguiente vídeo (elaborado por el laboratorio de pruebas Verkotan) se puede ver todo el proceso.

El límite de la SAR en cuerpo y cabeza en Europa es de 2 W/kg, promediados en 10 gramos de tejido. En EE.UU., la Comisión Federal de Comunicaciones exige que los teléfonos presenten un valor de SAR igual o inferior a 1,6 W/kg, medidos en 1 gramo de tejido humano. En el país norteamericano (también en Francia desde el 2020) se exige el ensayo en extremidades. Fue en esta prueba precisamente donde las autoridades francesas detectaron un exceso de emisión del iPhone 12.

“Los límites marcados son extremadamente bajos”, esgrime Laborda. Y pone un ejemplo. “Si pones la mano al sol durante 5 minutos, notas el calor al poco rato. Con el móvil, la generación de calor por radiación es considerablemente menor cumpliendo los límites regulatorios. No digo que no puedas notar un poco en la oreja si llevas una hora hablando por teléfono, sin que haya contacto entre el terminal y la oreja, pero no hay punto de comparación”.

Los límites marcados son extremadamente bajos”

José María LabordaDirector técnico del área electrónica de Applus+

Defiende que el nivel de seguridad es enorme y que los fabricantes son los primeros que no quieren desperdiciar energía. “Ellos, dentro de los límites de emisiones electromagnéticas, son los primeros interesados en usar la energía imprescindible para poder tener la cobertura que permita una buena comunicación, lo que se traduce en una buena funcionalidad con una conveniente eficiencia energética, y por ende autonomía”.

“Lo que está claro –agrega- es que, a peor cobertura, mayor potencia de radiación, más consumo de batería y posibles medidas de SAR más elevadas”.

Las emisiones conforme a la regulación actual están lejos de perjudicar la salud"

José María LabordaDirector técnico del área electrónica de Applus+

De hecho -asevera-, hay ciertas voces en la industria que piden relajar un poco esos límites. “Las emisiones conforme a la regulación actual están lejos de perjudicar la salud, por lo que unos topes levemente superiores permitirían un desarrollo tecnológico mucho menos complejo, o una mejor operación en escenarios de baja cobertura por ejemplo”.

Aún así, asegura que “puesto que los límites actuales se han demostrado seguros y a la vez no suponen una barrera inquebrantable para la industria, no hay intención ni plan ahora mismo de relajarlos”.


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