miércoles, 13 de julio de 2011

La crisis que no cesa y el futuro del euro


Foto from unitedexplanations.org

Las sucesivas crisis en el área euro, acompañadas de sucesivos rescates de Grecia, Irlanda, Portugal, y... Grecia otra vez, amenaza con extenderse a otros países de mayor calibre como Italia o España. Las primas de riesgo sobre el bono alemán [la diferencia entre los tipos de interés que paga un determinado país y lo que paga Alemania, el país más seguro] se disparan. La insistencia oficial de que Grecia no tiene un problema de solvencia es difícilmente sostenible. Basta por otra parte que haya dudas sobre el plan de ajuste fiscal o sobre el resultado de las pruebas de estrés del sistema bancario en Italia para que su deuda, del 120% sobre el producto interior bruto (PIB), se vea como un peligro a la estabilidad de la zona euro.
¿Qué ha fallado? No ha fallado el euro como paraguas frente a una crisis cambiaria y bancaria conjunta, ni como ancla frente a la inflación con el Banco Central Europeo (BCE) como garante, ni ha fallado el euro como mecanismo de integración del mercado único europeo. Han fallado los mecanismos de gobierno del área euro. La viabilidad del área euro depende de que no haya grandes desequilibrios entre países para que una política monetaria común sea adecuada para todos ellos. Ha fallado la disciplina interna en los países y la disciplina fiscal del Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC) -desde 1999 ha habido 68 violaciones del pacto, incluyendo Francia y Alemania, y no se ha aplicado ninguna sanción-. Además, la cláusula de no rescate que prohíbe la compra de bonos soberanos por parte del BCE, se ha interpretado de manera laxa. El resultado ha sido que el área euro se ha hecho vulnerable a los ataques especulativos a la deuda soberana de los países miembros. En el contexto actual de problemas de deuda pública, estos ataques se recrudecerán hasta que no se dé una solución satisfactoria a la gobernanza del área euro.
La estrategia actual para hacer frente a los problemas de la periferia europea consiste en ganar tiempo esperando a una recuperación económica que permita fortalecer el balance de las entidades bancarias y mejorar las perspectivas de crecimiento de países como España e Italia. Esta estrategia puede funcionar, pero es arriesgada. Un accidente -léase un ataque especulativo masivo a la deuda periférica- puede hacerla descarrilar y poner en un brete al euro y a la construcción europea. El BCE ha suplido con la compra de bonos soberanos de la Europa periférica la falta de una política fiscal común, pero la cuerda ya no da para más. El reto para mantener el euro a flote consiste en diseñar unas reglas claras de juego que permitan la ayuda a países en dificultades de liquidez, pero que a la vez mantengan los incentivos a la responsabilidad fiscal y a la convergencia de los niveles de competitividad de los distintos países. En principio dos soluciones puras podrían funcionar. La primera consiste en confiar plenamente en la disciplina de mercado, con rescates solamente cuando un país tiene problemas de liquidez y sin reglas fiscales. La segunda consiste en avanzar hacia la centralización e integración fiscal con cesiones de soberanía fiscal muy importantes de los países. Esta última requiere una mayor integración política. Las soluciones mixtas, en donde se integran la disciplina de mercado y la disciplina fiscal externa a los países, pueden ser efectivas también pero deben ser diseñadas y calibradas cuidadosamente. El fracaso de las primeras reglas de funcionamiento del área euro debe servir de experiencia para evitar repetir el error.
En el corto plazo lo que se necesita es un plan creíble para Grecia (y, por ende, para Portugal e Irlanda) junto con un horizonte claro de reforma del gobierno económico del área euro. Aun así, probablemente el periodo de turbulencia actual persistirá hasta que los segmentos dañados del sistema bancario del área euro no se recuperen y emerjan unas perspectivas de crecimiento robustas en la periferia.

Por XAVIER VIVES from elpais.com   12/07/2011