Tras analizar 12 tipos de carnes, pescados y proteínas vegetales, investigadores de la Ocean Conservancy y la Universidad de Toronto han revelado cuáles contienen más partículas plásticas
Los microplásticos están en boca de todos. Un estudio reciente que ha analizado 280 muestras de agua embotellada de 20 marcas que se comercializan en España ha encontrado que solo una está libre de estas partículas plásticas. Las cantidades son bajas, admiten los autores, pero se requiere vigilancia. Ahora, otra nueva investigación ha hallado microplásticos en proteínas como el pollo, la carne de vacuno e incluso el tofu.
Para llegar a esta conclusión, investigadores de la organización sin ánimo de lucro Ocean Conservancy y la Universidad de Toronto analizaron más de 12 tipos de proteínas tanto vegetales como animales con distintos grados de procesamiento. Estas fueron el cerdo, las gambas, el pollo, el vacuno, el tofu o algunos pescados. Los expertos encontraron que cerca del 90% de las muestras estudiadas contenían partículas plásticas.
Investigación
Las gambas rebozadas o los nuggets fueron algunos de los productos donde hallaron más microplásticos
El estudio también refleja que los microplásticos son más numerosos en productos proteicos procesados como las gambas rebozadas, los palitos de pescado y los nuggets de pollo. Por el contrario, se encontró menos cantidad en pechugas de pollo, lomo de cerdo o pescados como el abadejo de Alaska, es decir, productos mínimamente manipulados. Esto sugiere que el procesamiento de alimentos podría ser una fuente de contaminación, afirman los autores.
Casi la mitad de microplásticos se identificaron como fibras y aproximadamente un tercio como fragmentos de plástico. "No hay modo de esconderse de los plásticos presentes en los alimentos", ha declarado a los medios George Leonard, uno de los autores del trabajo y científico jefe de Ocean Conservancy.
Con base a las cantidades de microplásticos halladas en estos productos y la proporción de proteína que consumen los adultos estadounidenses (datos que han sido extraídos de varias encuestas), los investigadores han concluido que un adulto estadounidense puede consumir alrededor de 11.000 piezas de microplástico por año de media.
Sin embargo, los autores de la investigación han insistido en que no pueden calificar los resultados como alarmantes, porque todavía se desconoce cuáles son los efectos para la salud de ingerir microplásticos. "Se necesitan más estudios para abordar las brechas críticas que limitan nuestra comprensión actual de la toxicidad de los microplásticos", han señalado los expertos.
Llamamiento a la calma
Los autores del estudio recuerdan que aún se desconocen los efectos para la salud de los microplásticos
Y añaden que en trabajos futuros "se debería analizar una mayor variedad de productos, obtenidos tanto dentro como fuera de los EE. UU., para distinguir mejor cómo la contaminación puede variar a nivel mundial y comprender sus factores".
Según los resultados de un extenso análisis realizado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), ninguna evidencia sólida apunta a que la presencia de partículas de microplásticos en el agua potable sea una amenaza grave para la salud pública.
Por el contrario, una investigación liderada por la doctora Elisabeth S. Gruber de la división de Cirugía Visceral, de la Universidad Médica de Viena, concluye que "los microplásticos que pasan por el tracto gastrointestinal se han puesto en contexto con la alteración del microbioma intestinal y que "pueden actuar como transportadores potenciales de contaminantes y como quimiosensibilizadores de sustancias tóxicas (efecto Caballo de Troya)".