- El PIB teutón se estancará en 2024 con un crecimiento del 0,3%
- Mientras, crece el malestar social con manifestaciones y huelgas
- La inflación se mantendrá por encima del 2,5% de promedio este año
Toda la eurozona se verá afectada por la debilidad económica que atenaza a Alemania. La locomotora de Europa está gripada, debido al parón de su PIB previsto para 2024, una inflación todavía elevada y una situación fiscal y presupuestaria que está provocando protestas entre distintos sectores como la agricultura, el transporte e incluso la industria. Solo en esta semana los recortes en las subvenciones al diésel agrario atascaron las calles de Berlín con 5.000 tractores.
Pero no fueron los únicos: los maquinistas ferroviarios se pusieron en huelga antes para exigir aumentos salariales y recortes de horarios, lo que provocó la parálisis del país con viajeros varados en los andenes y vagones de carga parados, avivando todavía más el descontento social. Tan difícil situación culmina con un Gobierno de coalición, conocido como coalición semáforo, bajo el liderazgo del socialista Olaf Scholz, actual canciller, que no goza de su mejor momento de popularidad entre la ciudadanía y la división interna del tripartito es más que palpable.
Los datos muestran el lastre que supone esta crisis. Los teutones cerraron 2023 con una caída del PIB del 0,33%, según los datos oficiales de la Oficina Federal de Estadística (Destatis). Esto es debido, argumentaron, al alza de los tipos de interés y la caída del consumo.
Pero parece que 2024 no va a ser el año del crecimiento ni para los alemanes ni para el resto del Viejo Continente, sino que habría que bautizarlo como el año del estancamiento. Empezando por el país teutón, el consenso de Bloomberg prevé que Alemania crezca un magro 0,3% este año y se recupere, levemente, en 2025 con una expansión del PIB en torno al 1,2%.
Aunque los analistas de Deutsche Bank son menos optimistas, y abocan al país a una contracción del 0,2% al cierre de este ejercicio y un crecimiento del 0,9% en 2025. Sea como fuere, Alemania va a ser la economía con el dinamismo más lento de toda la eurozona. A escala global Alemania tampoco está muy bien situada. Según las previsiones de la OCDE, dentro del grupo del grupo de los 20 países más industrializados (G-20) se espera que los tedescos ocupen el penúltimo lugar en la lista de crecimiento, solamente por encima de Argentina.
El desempeño de Alemania es muy importante y el resto de economías del entorno deben tenerlo muy en cuenta. Según el consenso de Bloomberg, la eurozona cerrará este año con un tímido crecimiento del 0,5% y avanzará un punto a cierre de 2025. En el caso concreto de nuestro país, la OCDE rebajó las previsiones de crecimiento para 2024 al 1,4% en sus revisión de noviembre. Una predicción que coincide con el consenso de Bloomberg, que aúna las predicciones de los principales analistas macroeconómicos. El repunte del PIB para el 2025, teniendo en cuenta la media de los datos oficiales y las predicciones privadas, estará en el entorno del 2%.
Pero los casos más notorios de contagio provenientes de territorio alemán se ven, por ejemplo, en Italia y Francia, dos países fuertemente ligados a la 'locomotora centroeuropea'. La economía gala va a acabar este año con un tímido crecimiento del 0,7% y en 2025 llegará al 1,3%. Las previsiones para Italia son bastante similares: un crecimiento cercano a la recesión este año (0,4%) para llegar a 2025 a un escaso 1%.
Desde hace meses se han alzado voces que avisan de este nuevo obstáculo para Europa. La exvicepresidenta del Gobierno, y actual presidenta del Banco Europeo de Inversiones (BEI), Nadia Calviño, aseguró en su momento, durante la reunión de otoño del FMI en Washington, que la recesión económica en Alemania no suponía una buena noticia para España. "La economía europea está muy integrada entre sí", aseveró por aquel entonces.
Problemas en los precios
Por su parte, la inflación también está haciendo mella, pues el país teutón acabó 2023 con un IPC medio del 5,9%, el segundo dato más alto desde su reunificación en 1990, aunque lejos del récord del año 2022 del 7,9%. Solo en diciembre, el repunte de los precios fue de un 3,7%, cinco décimas superior al de noviembre. Dentro de las grandes economías de la eurozona, solamente Francia cerró el año con una inflación superior a la alemana (4,1%), mientras que Italia acabó 2023 con un una pequeña subida de los precios del 0,5%. España está entre medias, con un IPC del 3,3% en el último mes del año, no muy lejos de Alemania. Este año y el que viene la inflación se va a mantener bastante estática, pero bajará. El consenso prevé que en la locomotora de Europa baje, pero supere aún el 2,5% en 2024. Y, como marca la tesis, esto se va a trasladar al resto de economías de Europa. La media del conjunto de los 20 países del euro será del 2,4%este año y caerá tres décimas en 2025. En España acabaremos este ejercicio con una expansión del IPC del 2,9% y el año que viene en el 2,1%.
Está previsto que Francia cierre este año con una inflación en torno al 2,7% y el que viene bajará seis décimas. El comportamiento en Italia será algo mejor, pero dentro del estancamiento previsto: Un 2% y un 1,9% respectivamente.
Industria poco competitiva
Tras la Segunda Guerra Mundial, Alemania resurgió de sus cenizas cual ave fénix y se aupó como el principal impulsor del crecimiento económico de Europa, se convirtió en una potencia basando su economía en una industria puntera, con una tecnología innovadora y una ingeniería perfeccionada. Todo esto llevó a que fuese un polo alrededor del cual orbitó toda la industria de las grandes economías europeas y, con la creación de la Unión Europea, esto se acentuó todavía más.
El país aprovechó el tirón de las últimas décadas vendiendo sus productos a todo el mundo, lo que le llevó a atesorar un superávit comercial que tensó mucho las relaciones con Estados Unidos durante la época de Donald Trump.
A día de hoy, la industria alemana ya no goza de ese buen desempeño. Los últimos datos apuntan a seis meses consecutivos de caídas. En concreto, la producción industrial alemana se contrajo en noviembre un 0,7% intermensual, mientras que en octubre apenas se revisó ligeramente al alza, pasando de una contracción del 0,4% al 0,3%. En el acumulado de 2023 hasta noviembre, la producción cayó casi un 5%. Si se compara con los momentos previos a la pandemia, la producción está un 9,4% por debajo. Estas cifras se deben, sobre todo, a las crisis geopolíticas, que desembocaron en una especie de proteccionismo, creando dos bloques comerciales muy bien diferenciados entre China y Estados Unidos, con Europa a dos aguas entre ambas potencias mientras sufría de lleno la guerra de Ucrania.
A esto hay que añadir la fuerte entrada de los vehículos eléctricos chinos de bajo coste en el mercado europeo que evidencian que Alemania no ha sabido actualizarse y dar esa flexibilidad a su sector secundario aportándole mayor tecnología digital para poder seguir siendo competitiva.
El director global de Macro de INGDirect, Carsten Brzeski, explicó en un artículo que la competitividad de Alemania a nivel internacional "ya se había deteriorado antes de la pandemia y la guerra de Ucrania, estos acontecimientos no han hecho más que exponer debilidades estructurales" como la falta de inversión en transición energética, digitalización, infraestructuras y educación. "Estas debilidades son fruto de la austeridad fiscal" que caracteriza al país, recalcó el economista en su comentario.
El asesor de Pymes, Álex Ordóñez, escribió en un artículo para la compañía de seguros de crédito a la exportación, Cesce, algo que va muy en línea con lo que dijo Calviño en otoño en Washington: "El mal desempeño de la economía alemana afecta a la eurozona en su conjunto. Si el motor alemán gripa, toda Europa sufre sus consecuencias desde el punto de vista económico".
En concreto, que la industria alemana esté en horas bajas afecta profundamente a España y su balanza comercial. Ordóñez asegura que Alemania es el segundo destino de las exportaciones españolas, solo por detrás de Francia. Las ventas de España hacia Alemania cerraron 2023, según los datos provisionales de DataComex, en 37.145 millones de euros, frente a las de Francia que facturaron 55.358 millones. Los principales productos que se exportan son, sobre todo, aquellos que tienen que ver con la automoción, máquinas y equipos, productos químicos y alimentos. En general, elementos que demanda la industria.
"Un menor crecimiento de Berlín provocará una lógica disminución de los pedidos que el país realice de bienes y servicios españoles", apuntó Ordóñez.
Pero el ejemplo más destacado del enorme vínculo que hay entre las economías europeas es Italia. En noviembre, las exportaciones cayeron un 4,4% (2.500 millones de euros). Desde el instituto de estadística italiano, Itstat, resaltaban que la cuota de mercado comunitaria se contrajo un 5,4%, "con una caída considerable con Alemania, que redujo en noviembre sus compras un 6,4%", profundizando los números rojos que lleva marcando desde inicios de año. El sector de la automoción es el más perjudicado en este aspecto. Desde que comenzó la pandemia, los niveles productivos del sector automovilístico alemán, el más importante del Viejo Continente por volumen productivo y el sexto del mundo, no se recuperaron en ningún mercado comunitario, lo mismo que sucede con las cifras de venta.
Es cierto que la industria automovilística mejoró sus cifras de producción dado que, poco a poco, deja atrás las continuas crisis a las que se ha enfrentado desde que dio comienzo la pandemia: escasez de semiconductores, la guerra de Ucrania, la inflación, el alza de los tipos de interés y la guerra de Gaza y las consecuencias derivadas de ella.
Este pequeño respiro provocó que en 2023 las plantas alemanas fabricasen un total de 4.115.600 turismos, lo que equivale a un incremento del 18% en tasa interanual, según datos de la patronal alemana de fabricantes de coches (VDA). Pese a este crecimiento, la fabricación de turismos el año pasado supuso un 12% por debajo de los niveles de 2019, ejercicio previo a la pandemia. La confianza empresarial en Alemania está muy baja. En noviembre de 2019 el índice Ifo marcaba 95 puntos en el mes de noviembre, mientras que la última revisión (noviembre de 2023), se situó en 86,4 puntos, desde los 87,2 del mes de octubre.
El propio presidente de Federación de Industrias Alemanas, Siegfried Russwurm, aseguró que "la economía está paralizada en Alemania" y que no ven "ninguna posibilidad" de una recuperación "rápida" en 2024 y tampoco se mostró esperanzado para 2025.
La incertidumbre se cierne sobre Alemania y Europa. Carsten Brzeski plantea un horizonte bastante oscuro a corto plazo ya que en los primeros meses de 2024 "muchos de los recientes frenos al crecimiento seguirán presentes y, en algunos casos, tendrán un impacto mayor que el del año pasado", vaticinó.
Política del BCE
Entre los factores que harán de resistencia al crecimiento, el economista destacó el endurecimiento de la política monetaria del BCE que, aunque empiecen a bajar los tipos en verano, se empezarán a notar todavía las consecuencias de las subidas en meses anteriores.
Al mismo tiempo, habla de la posible desaceleración de la economía estadounidense y la nueva incertidumbre que generan los recientes problemas fiscales, que están cortando la inversión para la modernización de la industria alemana y la descarbonización de la economía, lo que hará que pierda todavía más competitividad.
También hay que tener en cuenta el aumento de la violencia en Oriente Próximo y los ataques en el Mar Rojo, que provocará "nuevas fricciones en la cadena de suministro", explicó Brzeski.
De todos modos, el experto pone la nota positiva en varios elemento que pueden mejorar el sentimiento económico y el PIB: "Un crecimiento positivo de los salarios reales, un repunte de Asia y, más adelante, algunos recortes de los tipos de interés por parte del Banco Central Europeo".
La fórmula que muchos expertos ven para solucionar este estancamiento son medidas políticas que aumenten la confianza y den seguridad a las empresas. Al mismo tiempo, proponen trabajar del lado de la oferta, llaman a reducir la burocracia y más inversión pública.